Capítulo 16: Desastre

Začít od začátku
                                    

-¿Te divertiste con ese? –Me preguntó con rabia. –Mira la hora que es. ¿Con qué derecho decides ignorarme e irte con ese idiota justo en mi cara? Se te ha hecho una muy mala costumbre, Rin.

-No digas mi nombre. –Respondí orgullosa entrando a la casa con él justo detrás de mí azotando la puerta una vez que entramos.

-Rin. –Escupió armoniosamente.

-No creí que pudieras ser tan infantil. –Dije subiendo las escaleras hacia mi habitación.

-No quiero que vuelvas a irte con él, ¿entendiste?

-¿Y tú quién eres para ordenarme algo así? ¿Qué soy yo de ti para que creas que puedes poseerme y decidir con quién salga? Y aunque tú y yo fuéramos algo, no tendrías ningún derecho de prohibirme nada. Así que déjame en paz. –Le grité estando al borde de las lágrimas, encerrándome en mi cuarto y dejándolo solo. No podía creer que me hiciera todo eso, no podía creer que esas palabras salieran de su boca. ¿Así se sentía un corazón roto?

Luego de un rato de llorar patéticamente cambié mi uniforme y me dispuse a hacer mis deberes. Pero de repente, un estrepitoso ruido me hizo sobresaltar, bajé de inmediato para descubrir de qué se traba. Mi pecho pareció encogerse cuando vi que Sesshomaru se encontraba en el piso con un aspecto sombrío, la mirada decaída y con la mano ensangrentada; una botella de vino estaba rota en el suelo y supuse que Sesshomaru había intentado recogerla, no pude evitar preocuparme.

-Dios mío, ¿estás bien? –Me apresuré a buscar el botiquín de primeros auxilios, aunque la herida no era tan grave, debía limpiarse. Saqué alcohol y un par de gazas y las pasé por su mano herida. Él no se inmutó, parecía que no sentía nada. –¿Qué es lo que estabas haciendo?

-Nada bien al parecer. –Dijo con voz ronca.

-Listo. –Le anuncié cuando terminé de limpiar su herida. –Te ayudaré a limpiar tu desastre.

-No quiero que hagas nada por mí.

-Ten más cuidado entonces, ¿qué adulto se corta recogiendo un vidrio?

No hubo respuesta. Solo se levantó a tratar de alcanzar otra botella de vino.

-¿Estas borracho?

-Aún no, pero esa es mi intención.

-No puedes con el alcohol, ¿para qué tomas si solo haces tonterías cuando estás ebrio? –Fue como si los recuerdos de ese día rozaran mi memoria.

-Puedo hacerlo sobrio si eso quieres.

-No se te ocurra acercarte a mí, no sobrio, ni ebrio, ni nunca. –Exclamé apartándome de él.

-Hace un par de días decías que te gustaba y ahora me dices que no me acerque a ti, eres una mujer muy confusa, no tienes idea cuánto me molesta que revuelvas mi mente a tu antojo. Quién sabe si realmente te gusto.

-¿Disculpa? El que no quiso aceptar sus sentimientos fuiste tú, el que dijo que era mejor mantener la distancia fuiste tú, el que hizo y deshizo a su antojo fuiste tú; quien dijo que no podíamos ser nada fuiste tú. Ahora si me disculpas, te dejo, tengo que preparar lo que me pondré mañana, saldré con Kohaku otra vez. –Mentí, no entendí por qué, pero sentí el impulso de retarlo, de hacerlo enojar.

-¿Lo ves? He estado echando todo a perder. ¿Por qué prefieres estar con otro hombre que conmigo? ¿Qué tiene de bueno ese Kohaku? ¿A él también le has dicho que lo quieres? ¿También te ha besado? –Dijo lamentándose, mirando la palma de su mano herida. Estaba a unos cuantos pasos de mí, pero podía escuchar perfectamente sus profundas y entrecortadas respiraciones. Nunca pensé verlo tan terrible, tan decaído y abatido; no era frío y distante como de costumbre, sino que, en esa ocasión, su semblante lucía lúgubre y débil.

Nos pertenecemos (Finalizado)Kde žijí příběhy. Začni objevovat