Capítulo 2: InuYasha y Kagome

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-¿Qué? –Habló con su voz gruesa y un poco áspera, haciendo que mi piel se rizara por unos segundos, aunque en realidad sonó indiferente, como si no le importara tener o no respuesta.

-Tú arruinaste mi uniforme esta mañana, hiciste que llegara tarde, hiciste que me perdiera la clase de idiomas, tuve que estar con mis zapatos mojados todo el día. -Él bufó en tono de burla como única respuesta.  -¿Acaso tu mamá no te enseñó modales? ¿No sabes hablar? –Estaba comenzando a enojarme, pero para mi desventaja, mi voz aún era demasiado infantil como para tomarme en serio.

-Rin, oh gracias, lo trajiste. –Me habló Kagome llegando agitada hasta donde estaba.

-¿La conoces? –La interrogó el hombre de cabellera plateada.

-Sí, es mi hermana, Rin, ya la habías visto en algunas ocasiones, ¿recuerdas? Rin, él es Sesshomaru, el hermano de InuYasha y presidente de la compañía. –¿Qué? Sabía que InuYasha tenía un hermano, pero no creí que fuera él. Aunque, ahora que ella lo menciona, era verdad que ya lo había visto... en el funeral de mis papás. Ya, por eso se me hizo conocido.

-¿E...el pre...presidente? –Tartamudeé. Si había metido en problemas a mi hermana yo...

-Con razón... tu hermana es igual de terca que tú, Kagome. –Su voz era gruesa y fría.

-¿En serio? –Habló nerviosa. -¿Qué te dijo?

¡No! Si hablaba yo estaría en problemas, quizás Kagome me castigaría sin audífonos un mes entero, o me suspendería la mesada.

El hombre me miró despectivo, clavó maliciosamente sus orbes ambarinos y sonrió de lado al notar como fruncía el entrecejo en demostración de angustia, nerviosismo y hasta súplica.

-Nada importante... -Dijo al final. –Asegúrate de tener lista la portada para el final del día de hoy. –Ordenó caminando hacia el elevador.

-Sí, está imprimiéndose. –Respondió confiada.

Lo seguí con la mirada y antes de que las puertas de metal se cerraran soltó una pequeña risa burlona dirigida hacia mí. Qué grosero.

-Rin. –Me nombró Kagome. -¿Quieres subir a ver lo que hago?

-¡Sí! –La verdad es que Kagome hablaba mucho de su trabajo desde que inició ahí, pero nunca supe cómo era en realidad.

-Perfecto, vamos... Nos vemos Sara. –Se despidió de la recepcionista.

Me tomó de la mano para dirigirnos al ascensor, ella presionó el botón con el número 26 y comenzamos a subir.

-Hermana. –Le dije. –Ese Sesshomaru...

-Ya te dije, es hermano de InuYasha y el presidente de la editorial. Parecía enojado, ¿verdad? Que no te intimide, en realidad es un buen tipo, es amable, buena persona y amigo. –Aunque ella sonaba muy segura, no podía evitar dudar de lo que decía sobre él. –Es muy leal, podría confiarle mi propia vida. –¿En serio estábamos hablando del mismo Sesshomaru? Doce, trece, catorce... piso veintiséis. –Nos detendremos aquí a supervisar la sesión de fotos.

Entramos a un gran estudio, lleno de ropa, maquillaje, grandes fondos blancos y otros de pantalla verde, cámaras, reflectores y personas haciendo lo suyo; Kagome se movía con gran agilidad entre ellos y hablaba con autoridad, en serio admiraba mucho a mi hermana. Entonces, de repente, una mujer entro, de cabello castaño, ojos rojos hermosos, alta, delgada y muy bella.

-Kagura, que bueno que llegas...

-¿Podemos empezar ya? Tengo una reunión a las cinco y no pienso llegar tarde. –La chica la interrumpió.

-De acuerdo. Todos a sus lugares. Quiero que el maquillaje quede justo como el bosquejo que adjunté en la circular. –Ordenó y obedecieron.

En cuestión de minutos, la modelo estaba lista con un maquillaje en tonos fríos y con un con un conjunto precioso; las luces y las cámaras captaban a la muchacha mientras ella posaba con bastante naturalidad, parecía tener mucha experiencia, como si hubiera nacido para hacer eso. Pero lo que más me impresionaba era mi hermana, su mirada estaba en la modelo, en las cámaras, en la siguiente sesión de vestuario y en todo lo demás; dirigiendo a las personas con autoridad, pero a la vez amablemente, era genial.

Después de un par de horas, Kagome había recogido sus cosas y estábamos listas para ir a casa.

-Rin, necesito hablar contigo. –Me dijo mientras bajábamos al primer piso.

-¿Sobre qué?

-Es importante, no podemos hacerlo aquí.

-Aquí estás, fui a tu oficina, pero me dijeron que estabas aquí en el estudio. –Era InuYasha, quien nos esperaba en la recepción.

-Hola, aquí estoy, aquí estoy. –Lo saludó y besó sus labios tiernamente. Yo desvié mi mirada.

-Hola Rin. –Me saludó enérgico.

-Hola. –Le respondí con una sonrisa.

-¿Nos vamos?

-¿Van a algún lado? –Le pregunté al peliplata.

-Dije vamos, tenemos que hablar contigo, señorita.

Los dos hablarían conmigo, quizá Sesshomaru le contó directamente a InuYasha todo lo que le dije, ¿me irían a regañar?, ¿estaba en problemas? Sea lo que fuere, no podía escapar, así que solo accedí. Subimos a su auto y fuimos a cenar a uno de los restaurantes de la cadena de la familia de InuYasha, luego fuimos a ver una película; sinceramente no me importaba no tener amigos si de vez en cuando podía divertirme así con mi hermana e InuYasha.

Luego de un rato volvimos a la casa, estaba algo cansada pero aun así me quedé tomando el té con ellos.

-¿De qué querían hablar ustedes dos? –Recordé cuando los vi lanzándose miraditas de complicidad entre ambos.

-Bueno... -Comenzó InuYasha. –Esto es importante, muy serio, a decir verdad, esto implicará un gran cambio en nuestras vidas... de los tres.

-InuYasha y yo ya hemos estado juntos por mucho tiempo ya, muchas cosas, momentos buenos y malos, fue lo que me hizo estar segura de decirle que sí. –Le siguió mi hermana.

-Rin... Kagome y yo vamos a casarnos. –Soltó InuYasha finalmente con una sonrisa nerviosa, buscando una respuesta de mi parte.

Él y Kagome... casados... ¿Qué pasaría entonces conmigo, con Souta, con el estilo de vida que llevamos desde hace años, el vivir nosotras dos contra todo? Pero, ella en verdad amaba a InuYasha, él la hacía enteramente feliz, e InuYasha la amaba a ella, estaba más que segura de ello. No habría mejor persona que él para estar al lado de mi hermana. Sabía que él era su felicidad, que solo InuYasha podría cuidar de Kagome por el resto de sus vidas.

Sonreí, no tenía palabras qué decir, solo sonreí queriendo decirles todo, para decirles que estaba feliz por eso, que en verdad quería eso para ellos.

-¿Estás de acuerdo?

-Más que de acuerdo.

-Oh Rin. –Exclamó feliz abalanzándose sobre mí para abrazarme. –Gracias, muchas gracias.

Sí, las cosas iban a cambiar, hacía tiempo que no lo hacían, tal vez así mejorarían.

Nos pertenecemos (Finalizado)Where stories live. Discover now