Capítulo 3: Tendremos una boda

1K 136 13
                                    

Como lo había pensado, las cosas cambiaron, pero más de lo que me imaginaba. Pasaron semanas para la planeación de la boda, Kagome se mudaría a vivir con InuYasha, por ende, yo también, mi hermana se mantenía muy ocupada con su trabajo y con la boda, y sobre todo, estaba nerviosa.

Fueron días difíciles para ella, entre la planeación, la mudanza y el trabajo. Pero finalmente había llegado el día. Una noche antes, la última noche que pasaríamos en nuestra casa antes de mudarnos con InuYasha, Kagome durmió conmigo, hablamos por horas. Hablamos sobre InuYasha, sobre la boda, sobre nuestros padres, sobre Souta y hasta sobre Sesshomaru. Hablamos de lo difícil que había sido nuestra vida desde lo de nuestros papás, y Kagome reconoció lo valiente que habíamos sido ambas, aunque en realidad eso solo lo creía de ella. Esa noche fue nostálgica, aunque creo que nada igual a tener largas charlas con tu hermana, con tu mejor amiga y tu cómplice en todo. Yo amaba a mi hermana, más que a nadie en el mundo. Y deseaba con toda el alma que fuera la persona más feliz de la tierra.

La mañana arrancó con Kagome convertida en un ramo de nervios. Las principales damas de honor seríamos su mejor amiga Sango y yo. Ella eligió usar un vestido occidental de corte princesa y detalles de encaje. Ella siempre se veía bonita, pero ese día, la palabra hermosa le quedaba corta.

Ambas estábamos muy emocionadas, ella porque empezaba una nueva vida al lado de la persona que amaba, y yo porque la acompañaría hasta el altar. La ceremonia sería en un jardín, la decoración era demasiado pretensiosa y lujosa, por muy obvias razones, se trataba de la boda del vicepresidente de una de las más famosas compañías de moda y por supuesto, el hijo de Inu No Taisho, uno de los hombres más importantes de Tokio. Había gente que era nuestra conocida, gente de la familia y amigos de InuYasha, gente que no conocía y gente que había visto alguna vez en revistas, periódicos o televisión. Además, había un montón de prensa que quería capturar cada detalle de una de las bodas de la década.

La típica tonada nupcial dio lugar mientras los presentes se levantaban y giraban a ver a la novia. Ella sonreía, sin girar a verme tomó mi mano y comenzamos a avanzar; InuYasha ya la esperaba en el altar, vistiendo un elegante traje de novio, su mirada brillaba con tan solo ver a su prometida tan linda avanzando para convertirse en su esposa.

Cuando llegamos hice que ambos se tomaran de las manos.

-InuYasha, por favor, cuida de mi hermana.

-Lo haré, te lo prometo.

Sonreí amenamente y me senté en una silla al frente reservada para mí, con tres sillas extras, reservadas también, pero vacías, en donde se suponía que tomarían lugar papá, mamá y Souta, fue algo así como un acto simbólico. La ceremonia comenzó y me di tiempo de mirar al otro lado del pasillo en donde se encontraba la familia de InuYasha. Su padre estaba sentado en la orilla del pasillo, a su lado estaba su esposa, era hermosa y de cabellos albinos al igual que su esposo y su hijo, sé que ella no es la madre de InuYasha, sino de Sesshomaru, quien por cierto no sonreía para nada, ni porque fuera su hermano quien se estuviera casando, a su lado estaba una mujer, su pareja creo yo, la misma mujer que modeló el día en que estuve con Kagome en su trabajo.

-Ahora, por el poder conferido a mí los declaro marido y mujer, puedes besar a la novia. –Habló el sacerdote, y los ahora esposos celebraron su amor ante todos con un beso que nos hizo poner de pie y aplaudir felizmente.

Las fiestas nunca me habían parecido tan divertidas, pero creo que esa fue la excepción; aunque también fue una fiesta elegante y onerosa, Kagome estaba feliz, así que yo también lo estaba, la pasé todo el rato con ella e InuYasha, teniendo también que saludara los invitados, pude saludar incluso a la idol del momento, en la escuela nunca me creerían, aunque bueno, tampoco tenía a quién contárselo. Esa noche, cuando todo acabó, tuve que pasarla yo sola en mi casa, aunque fue entendible... bueno, noche de bodas.

Al día siguiente no tenía escuela, tenía todo el día para preparar las últimas cosas para la mudanza. La casa en la que viviríamos ahora era enorme, o por lo menos más grande a lo que estoy acostumbrada. InuYasha vivía ahí desde hace tiempo.

-¿Y cuándo se van? –Le pregunté aKagome mientras metía mis libros en una caja.

-¿Irnos a dónde?

-A su luna de miel claro.

-No iremos.

-¡¿Qué?!

-Bueno... InuYasha ya había planeado un viaje de tres meses, pero no queremos dejarte sola, además sería un inconveniente llevarte porque perderás tus clases y...

-¿Y quién dice que tienen que llevarme? Es su luna de miel, además no soy una niña, tengo diecisiete años, puedo cuidarme sola.

-Rin...

-Por favor, no quiero arruinárselos, no se impidan disfrutarlo del todo por mí.

-¿Enserio?

-Sí, muy enserio.

No tenía de qué quejarme, tendría una gran casa para vivir, estaba acostumbrada a estar sola después de la escuela, bueno, de hecho, casi todo el tiempo, además sabía cocinar por mi cuenta. No habría ningún inconveniente... o al menos eso creía hasta el día en que nos mudamos.

-¡¿Qué?! –Una vez en la nueva casa, InuYasha y Kagome me dieron una noticia, una noticia tan horrible que hizo que se me revolviera el estómago.

-Ya te lo dijimos Rin, no puedes quedarte sola, además están remodelando su casa, fue como si las dos cosas concedieran a nuestro favor. -Me explicó Kagome.

-Pero...

-Ni notarás que está aquí, mi hermano siempre ha sido callado. –InuYasha trató de hacer que las cosas pintaran mejor.

El día en que Kagome e InuYasha se irían de viaje, Sesshomaru llegó. Dijeron que él se quedaría en la casa conmigo porque no querían que me la pasara sola estos meses y que querían aprovechar ya que estaban arreglando la casa del tonto.

-Bien. –Accedí haciendo sintiendo mis mejillas inflarse un poco.

-Se buena chica, ¿de acuerdo? -Me pidió mi hermana.

-De acuerdo. –La abracé. –Cuídense mucho.

-Y tú... Sesshomaru, por favor... -Le dijo al tipo. –En caso de que cualquier cosa llegase a pasar o salirse de control llámenme a los números que les dejé. –Ambos asentimos. –Por favor, asegúrate de que llegue a tiempo a la escuela.

-Si algo le pasa te mato. –Le advirtió InuYasha.

-Quiero ver que lo intentes. –Sesshomaru sonrió de lado.

-Nos vemos. –Se despidieron saliendo por la entrada principal de la casa.

Luego de eso hubo un silencio incómodo, me quedé mirando a la puerta pensando en que tal vez quería alcanzar a mi hermana para abrazarla y pedirle que no se fuera, nunca había estado lejos de ella por mucho tiempo, aunque tampoco quería arruinarles su viaje. Luego pensé en voltear y sonreírle a Sesshomaru, pero no podía hacerlo si lo aborrecía tanto y además...

-¿Qué quieres cenar? –Me sacó de mis pensamientos.

-¿Q...qué?

-¿Qué quieres cenar? –Su voz sonaba tan seria que creí que era una pared la que hablaba. –¿Quieres que prepare algo o prefieres ordenar comida?

-No tengo hambre... gracias. –Mascullé en voz baja. –Voy a estar en mi habitación.

Tres meses, en una nueva casa, viviendo cada día con ese tipo... Genial.

Nos pertenecemos (Finalizado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora