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Dejó caer el cubierto sobre la mesa cuando las lechuzas irrumpieron en el comedor. Estaba seguro de no haber visto tantas copias de El Profeta en su vida. 

Sintió las miradas caer en él cuando la mayoría de los estudiantes lo leyeron. Recordó vagamente a Rita Skeeter y la maldijo en su mente, preguntándose que diablos se había inventado ahora sobre él. 

Lentamente tomó la cuchara y la hundió en su tazón de avena, moviendo su propia copia del periódico repitiéndose que podía leerlo cuando haya terminado de comer, pero Hermione se abalanzó hacia él y se lo arrebató.

—Es mejor que lo guarde yo, Harry. Lo vas a ensuciar con toda esa comida alrededor — dijo, frunciendo la nariz en claro gesto de disgusto — Lo puedes leer después de las clases, cuando estés lejos de ese tazón.

Harry lo pensó un segundo antes de encogerse de hombros y decidir que su amiga tenía razón.

Cuando terminó su desayuno, se levantó rápido, deslizando su capa de invisibilidad fuera de su bolsillo, para dirigirse hacia los dormitorios de slytherin. Era la primera vez en días que Draco le pedía verse. 


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Susurró la contraseña contra el muro de piedra que rápidamente se movió a un lado para dejarlo pasar. Los pocos slytherin que había en la sala común ni siquiera se preocuparon por la puerta abriéndose para que no se vea a nadie pasar.

Caminó hasta la habitación del rubio y se quitó la capa cuando abrió la puerta para dejarla sobre una silla que había cerca. Draco estaba tirado sobre su cama, mirando hacia el techo, con una esfera parecida a la que le había regalado a Harry en su mano, y una copia de El Profeta regada a su lado.

—¿Sabes lo que es esto, Harry?

Se acercó hacia él y se dejó caer sobre el colchón para poder ver la esfera mejor. Era la misma que le había enviado en navidad.

—Fue tu regalo, ¿no? 

Draco asintió sin despegar la mirada del techo, luego colocó la esfera en su bolsillo y le hizo un gesto para que se acercara. Harry se arrastró hasta él, pero cuando no se acostó a su lado, Draco se sentó y lo jaló para apoyar sus espaldas en la cabecera.

—¿Recuerdas lo que te dije de mi padre? — movió la mano para atrapar la suya y trazar círculos vagos sobre su dorso. Harry respondió en un susurro que recordaba — Él quiere que me case con Astoria Greengrass.

Oh... — murmuró aturdido. Carraspeó antes de volver a hablar — Y qué vamos a- ¿Qué vas a hacer? — la mirada de Draco lo hizo comprender.

El rubio se estiró para alcanzar la copia del periódico y se lo extendió, señalando la noticia en la primera hoja, donde se anunciaba el matrimonio de ambos sangrepura.

— Creo que es mejor que- sí, es mejor. Creo que es mejor que me vaya.

Draco alcanzó a tomarlo del brazo con suficiente fuerza para hacer imposible que se soltase, al menos sin usar su varita.

—No te vayas así — pidió, y por un segundo Harry pensó que era muy egoísta pedirle que se quedara — Lo intenté, lo juro. Hablé con Hermione apenas pude, pero mi padre- él me estaba amenazando con algo y yo-

—¿Con qué? — preguntó con calma, volviendo a sentarse a su lado. Draco evitó su mirada, dirigiéndola hacia sus manos.

—Mi herencia — murmuró, con las mejillas completamente rojas. No parecía tan seguro de que su excusa fuera lo suficientemente buena.

Almost is never enough [Drarry / Harco]Where stories live. Discover now