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Habrían pasado, como mucho, dos horas desde que habló con Draco en el pasillo y regresó a su cuarto. Se quedó dormido en cuando tocó su cama, pero despertó, para lo que sintió él un par de minutos de sueño, por el ruido de la puerta. Eran Ron y Hermione, que en medio de besos y trompicones entraban al cuarto, soltando risas. Cerraron la puerta y se dejaron caer en la primera cama que encontraron, que Harry sabía, no era la de Ron. Para el momento en que el pelirrojo intentaba quitarse la camisa aún no reparaban en su presencia, por lo que, seguro de que no tenía ganas de ver a sus amigos desnudos, carraspeó, algo fuerte, para asegurarse de que lo escuchasen y se detuviesen. 

Su amigo enrojeció tanto que por un momento combinó perfectamente con su cabello. Su amiga, sin embargo, soltó una carcajada, y sin vergüenza alguna, salió de la cama y se tiró a su lado, dejando un beso en su mejilla. Harry quiso gritarle por haber besado la misma mejilla que el rubio, temeroso de que el cosquilleo, que juraba aún sentía, desaparezca. 

Esperó a que Ron se calme y se acerque a la cama para hacerle un espacio. Hermione se alisaba el uniforme a su lado y trataba de arreglar su cabello, sin éxito. Pensó en preguntarle cómo era que había pasado las barreras que tenían los dormitorios; se detuvo antes de abrir la boca, sin ganas de escuchar la probable larga explicación de su amiga. No era como si le preocupase, de todas formas; era la bruja más brillante que había en todo el castillo, unas barreras no eran problema para ella.

Jugaron snap explosivo, y luego ajedrez mágico, cuando Mione decidió que era buena hora para hacer tareas. 

Ron lo tenía en pleno Jaque cuando su amiga habló. Volteó rápido, encontrándola con la mirada puesta en un pergamino, con un aire de total desinterés. Se relajó notablemente cuando notó que el tema no era algo que le incomodase; si lo fuera, tendría a una bruja totalmente capaz de batirse a duelo con él apuntándolo con una varita. 

—¿Y? ¿Por qué me bombardearon de preguntas sobre Malfoy y tú de camino al baño? 

Su tono era totalmente calmo, y tenía una sonrisita que amenazaba con crecer en sus labios. Sintió como sus mejillas empezaban a arder, y desvió la mirada cuando la castaña soltó una carcajada. Ron a su lado fingía arcadas.

Harry le contó todo lo que no podía contarle a Ron antes de que corra al baño ignorándolo. Desde las cosquillas que sentía cuando lo veía, hasta al rubio llamándolo "Harry" cada vez que quería. Para cuando terminó de hablar, su amiga lo miraba sonriendo enormemente y con ojos soñadores. 

Se quejó cuando la bruja se estiró y agarró sus mejillas, jalándolas de lado a lado, repitiendo una y otra vez: "Está enamorado"; "¿No es increíble? Está enamorado";  "Ron, tu mejor amigo está enamorado, cambia esa cara" a lo que el pelirrojo respondía con burla en su voz : "Está enamorado de un hurón" .

Harry negó, entre balbuceos y quejidos, que estaba enamorado de Draco Malfoy; aunque para ser sinceros, el que cada oración termine sonando a pregunta no convencía a nadie. 

Dejó que sus amigos lo molestasen un poco más, que revuelvan su cabello y piquen sus mejillas y sus costados haciéndoles cosquillas, hasta que se cansaron. Estuvieron en silencio unos minutos, hasta que Harry se levantó de golpe en la cama y miró a Hermione, que le regresaba una mirada confundida. 

—No me dijo cuándo. 

Ambos fruncieron el ceño al mismo tiempo. Harry, entre gestos con sus manos, les explicó la conversación que tuvo con el rubio en el pasillo. No se había detenido a pensar bien en lo que le había pedido Draco. Ni siquiera le había preguntado a dónde quería ir, mucho menos la hora.

Se jaló un mechón de cabello, soltando un quejido cuando utilizó más fuerza de la que pretendía. Su amigo lo vio extrañado, con una mueca de disgusto en su cara. Su amiga, en cambio, tenía la misma sonrisa divertida que llevaba toda la tarde.

—Probablemente quiera que vayas hoy, Harry —le dijo con suavidad. Conjuró un tempus, ahogando un jadeo cuando vio que faltaba poco para el toque de queda — Y probablemente, ahora —agregó con apuro, mientras tomaba sus libros y los guardaba en su bolso —Suerte —se despidió de ambos con otro beso en la mejilla y salió corriendo del cuarto, gritando que debía terminar sus tareas.

Pensó en lo que le dijo su amiga, y después de convencerse a sí mismo de que si el rubio quisiera que salgan otro día se lo diría, fue hacia su baúl por su capa y el mapa. No pudo evitar sonreír tontamente cuando vio su nombre en la torre de astronomía, las cosquillas aparecieron de nuevo. ¿Estaba haciendo de esto algo muy grande? 

Sacudió la cabeza cuando escuchó el susurro de Ron deseándole suerte, y aprovechó que Seamus abría la puerta en ese momento para ponerse la capa encima y salir.

Almost is never enough [Drarry / Harco]Where stories live. Discover now