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—¿Qué haces aquí?

Era 31 de octubre. McGonagall había organizado una fiesta de Halloween en el comedor para los alumnos de sexto y séptimo año. Contra todo pronostico, fingió no darse cuenta de las botellas de whisky de fuego que los alumnos metieron al castillo después de su salida a Hogsmeade y había levantado el toque de queda por ese día. 

Harry no quiso ir. Sus amigos insistieron toda la semana y le prometieron encontrar un disfraz en conjunto para los tres, pero Harry ya había visto el traje de bestia que tenía Ron escondido y el vestido de princesa de Hermione, y no tenía ganas de ser mal tercio en una fiesta, a pesar de que sus amigos siempre intentaban incluirlo, Harry sabía que, como pareja, necesitaban su espacio también.

Además, todos parecían haber olvidado que sus padres habían muerto ese día. Para ser sincero, Harry también lo había pasado a segundo plano la mayoría de su vida, pero ahora sin guerra, sin tener que correr cada día, tenía tiempo de sobra para pensar en sus ellos y darse cuenta que nunca había añorado tanto que todo haya sido diferente. 

Así que cuando vio que sus amigos abandonaron la habitación para ir a la fiesta, tomó su capa y la botella de whisky que él mismo había escondido, y fue hacia la torre de astronomía. Su plan era tomar la botella por lo que dure el baile hasta que sea lo suficiente tarde como para que sus amigos no se den cuenta cuando vaya dormir. Claro que no esperaba encontrar a Draco Malfoy sentado en el borde de la torre, con los pies colgando al vacío y con una botella igual a la de él medio vacía. 

—Podría preguntar lo mismo, Potter. 

Harry se quitó la capa y la guardo antes de avanzar hacia él. Le señaló el espacio a su lado y el rubio cabeceó aceptando que se siente junto a él.

—No tenía ganas de pasar la noche entre un montón de adolescentes sudorosos.

—Igual —le respondió con un gesto.

Draco tenía la mirada fija en el cielo. De a ratos levantaba a botella y tomaba un sorbo, cuando se dio cuenta de que Harry lo miraba, le extendió el whisky.

—Lo siento —dijo. Harry tomó un largo sorbo y esperó a que el ardor pasara para responder.

—¿Por qué? —tomó otro sorbo y le devolvió la botella.

—Por tus padres. Sé que el aniversario es hoy. 

—¿Cómo sabes eso? —preguntó extrañado.

—Eres Harry Potter —movió la cabeza hacia un lado .— Todos lo saben —dijo algo divertido.

—No todos, al parecer.

Quedaron en silencio. En el tiempo que llevaban hablando, Harry había aprendido a valorar esos momentos. El rubio no era de hablar mucho, pero nunca llegaba a ser incómodo el no tener que responder. 

El aleteo de una lechuza los distrajo. Una pequeña ave dejó una carta en las manos de Malfoy y se fue volando sin esperar una respuesta. Harry vio a Draco leer el pie y apretar los labios. El rubio guardó el papel en su túnica y se giró hacia él.

—¿Piensas abrir esa botella? —señaló detrás de Harry.

—¿No crees que ya es demasiado para ti? 

El rubio arrastraba las palabras un poco más de lo usual y movía el cuerpo con el murmullo de la música que se alcanzaba a escuchar. Tenía los ojos algo rojo y somnolientos y olía a algo de alcohol. 

—Sólo ábrela —rodó los ojos.

Harry le extendió la botella con algo de duda. Draco la desató y tomó un sorbo largo, bajó la botella y se la regresó con una tos leve.

—¿Tus amigos no intentaron arrastrarte hasta la fiesta? —le preguntó Harry tomando un poco de la botella. Sacudió la cabeza cuando empezó a sentirse algo mareado.

—No tengo amigos, Potter —le respondió con una risa corta y fría.

—¿No regresaron a Hogwarts? —trató de recordar si había visto a algún slytherin del círculo de Malfoy.

—¿Preguntas por Blaise? Él está perdido en algún país lejano, se supone que iba a regresar después de la guerra — soltó un fuerte suspiro.— O tal vez preguntas por Pans. Sí, bueno, ella regresó, supongo que solo no quiere juntarse con un mortífago —aunque lo dijo con amargura, Harry pudo ver la tristeza en sus ojos. — Y bueno, Goyle y yo nunca fuimos tan amigos.

Harry se dedicó a mirarle sin responderle. El rubio apretaba los labios en una línea tensa y jugaba con sus manos, apretándolas y jalando sus dedos.

—Estoy solo, Potter —lo miró con una pequeña sonrisa.—Pero estoy bien con eso.

—¿Y tu madre? —Draco tensó los hombros y soltó aire algo tembloroso.

—Madre se fue a Francia —se encogió de hombros.—No me dijo exactamente donde, pero me envía una lechuza cada semana.

—¿Sabes algo de tu padre? —Harry preguntó con algo de temor. El rubio solía responder sus preguntas con paciencia la mayoría  de veces, pero Harry sabía que debía ir despacio por aquellos temas. Draco podía cerrarse antes de que siquiera pestañee. 

—Está en la mansión, parece que ser mortífago no le quitó los contactos dentro del ministerio —respondió con algo de burla y enojo.— Quiere que vaya en las vacaciones, no ha dejado de enviarme cartas desde que le dije que no.

—¿No quieres arreglar las cosas con él?

—Suficiente Potter —Le cortó. 

Harry vio que la botella estaba medio vacía, no sabía mucho acerca de cuanto le podía afectar a Draco, pero al verlo tambaleando cuando intentó ponerse de pie, supo que había tomado de más. 

Se levantó y tomó al rubio de las manos para bajarlo de la ventana, pero al poner un pie en el piso, Draco se resbaló y cayó al suelo. Lo vio arrastrarse hasta una pared y apoyar la cabeza mientras se carcajeaba. Harry no estaba acostumbrado a verlo así, con las piernas estiradas y la espalda algo encorvada. Se veía relajado, y Harry pensó que así debería verse todos los días.

Harry avanzó hacia el rubio y se sentó a su lado. Se tensó cuando apoyó su cabeza en uno de sus hombros.

—Creo que ya fue suficiente whisky —Harry rodó los ojos.

—¿Sí? ¿Qué te hace pensar eso? —dijo con burla. El rubio soltó una pequeña risa y se apoyó aún más en él.

—¿Qué es esto? —se quejó cuando su cabeza chocó con el broche que Harry llevaba en su túnica. Harry sonrió, lo sacó se lo extendió. El rubio lo miró extrañado.

—Es para ti —le dijo .— Lo compré la semana pasada, repela algunos hechizos.

Harry vio como Draco observaba la pequeña serpiente. Pasó sus dedos por las escamas y los colmillos, y se quedó un poco más en los ojos, antes de levantar la mirada.

—Es hermoso —Le sonrió.— Gracias, Harry.

Se colocó el broche en el lado derecho de su túnica y se volvió a apoyar en su hombro. Después de unos minutos, Harry escuchó como su respiración se tranquilizaba, indicando que estaba durmiendo.













Almost is never enough [Drarry / Harco]Where stories live. Discover now