Capítulo 3

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- Norah - digo mi nombre suavemente. No siento nada cuando lo pronuncio, no está presente la sensación de reconocimiento, no hay nada, solo un nombre hueco.

- Es bonito – suelto lo primero que me viene a la mente para no mantener ese silencio tan inquietante.

- No es bonito, es perfecto, igual a ti – en una persona normal esas palabras deberían de causar algún efecto, debería de sentir las típicas mariposas en el estómago al estar enamorada, pero no hay nada.

- ¿Quieres salir un rato de esta habitación? – esa frase si me hace emocionarme, tengo la sensación de que he estado encerrada durante demasiado tiempo.

- Por favor – digo y sonrío a este chico tan encantador.

Nos levantamos de la cama y nos dirigimos a la puerta para marcharnos a donde sea que me lleve.

Salimos al pasillo, pero todo está en penumbra, no hay ventanas por ningún sitio, solo una pequeña luz que viene de una mesa al inicio de las escaleras. Caminamos en silencio, teniendo cuidado de no tropezarnos con nada.

Las escaleras son de madera y desprenden un olor muy característico del barniz. Bajo con cuidado de no caerme contando cada uno de mis pasos.

Cuando llegamos al último escalón parpadeo un poco para adaptarme al cambio de luz, grandes ventanales por donde entran los rayos del sol me reciben. Miro todo con detenimiento; hay dos sofás blancos colocados en distintas posiciones que parecen muy cómodos, una mesa de cristal en centro con un cenicero lleno de colillas, una taza de café a medio tomar y al frente hay un televisor plasma con las noticias puestas. En las paredes están colgados algunas pinturas de Van Gogh y otros artistas que ahora mismo no recuerdo. 

- Vamos a la cocina, agarro unos aperitivos y nos vamos de picnic – dice interrumpiendo mi escrutinio.

Salimos de la casa agarrados de las manos y me impresiono ante la belleza del paisaje. Estamos rodeados de árboles, no hay nada alrededor, solo un columpio colgado de la rama de un árbol, dos bicicletas tiradas en el suelo y un coche aparcado en la entrada.
Observo todo absorbiendo cada detalle, respirando profundamente el aire fresco y sintiendo como el sol baña mi pálida piel. Miro el cielo y veo una bandada de pájaros con su familiar trino. Me maravillo ante el silencio tan preciado que se establece entre nosotros, en este momento no existe nada más.

Siento ganas de sonreír, de gritar, de bailar, de correr libre como si no hubiese un mañana.

Pero como no estoy en condiciones de correr solo de sonreír trato de establecer una conversación entre nosotros.

- Todavía no me has dicho cómo te llamas – Se tarda unos segundos en hablar.

- Brayden –  Su nombre me suena de algo, pero es raro sentir familiaridad con su nombre, pero al verlo no lo he reconocido.

- Tienes un nombre muy original – digo mirándolo, él se mantiene callado.

- Después de todo, no todos los días conoces a alguien con un nombre tan peculiar como el tuyo – sigo diciendo.

- Mi madre quería ponerme un nombre que no tuviese nadie, así que cuando nací, decidió que mi nombre sería Brayden, lo suficientemente único para que no lo tuviese nadie, pero también que entrase en el rango de lo normal para que nadie me cambiase el nombre porque no supiesen como decirlo – se encoje de hombros.

- Tu madre debe significar mucho para ti – digo.

- Lo es, ella es la única que me entiende, siempre ha estado para mí. Mi papá nunca se ha preocupado por como estoy o como me siento, siempre tuvo a mi hermana de consentida desde que nació – dice tajante.
Decido no seguir hurgando en la herida no queriendo que la tristeza se acople entre nosotros.

Seguimos caminando por un par de minutos hasta llegar a un pequeño claro en el medio de todo, coloca las mantas en el suelo y sitúa la canasta a los pies de los dos.

- Sé que no es mucho, pero teniendo en cuenta por todo lo que has pasado creo que mereces unos minutos de paz al menos – es un amor, esto lo está haciendo por mí.
Comienza a sacar todo de la canasta, dos copas, una botella de vino, unas frutas, mini sándwiches y una pequeña tarta de chocolate.

- ¿Lo has preparado tú?

- Más o menos, tuve un poco de ayuda con la tarta. Llamé a mi madre para pedirle la receta y mi hermana me ayudó a prepararlo, como estaba ocupado cuidándote necesitaba unas manos extras – corta dos pedazos de la tarta y sirve un poco de vino en cada copa.

- ¿Por qué brindamos?

- Por nosotros, por haberte encontrado de nuevo y por pasar más días como este – dice y alza su copa para chocarla con la mía.
La mañana transcurre tranquila entre risas, bromas y vino.

Recogemos todo al terminar y nos dirigimos a la casa de nuevo en ese ambiente de camaradería.

Llegamos a la casa y nos deshacemos de todo, decidimos ver una película acurrucados en el sofá, estoy cansada así que poco a poco se me van cerrando los ojos hasta quedarme dormida.

. . .

Despierto y me cuesta unos segundos recordar en donde estoy, me restriego los ojos para poder enfocar mejor el lugar donde me encuentro y me tropiezo con una cara angelical a mi lado.

Estamos en mi habitación y ya es de noche, no sé cuánto tiempo estuve dormida.

- Pensé que no te volverías a despertar, dormiste toda la tarde – me acaricia la cara delicadamente, teniendo cuidado con mis moretones.

- Te traje la cena, pensé que podrías tener hambre cuando despertases – mi estómago gruñe en acuerdo con él.

- ¿Tú no vas a cenar? – me siento y le doy un bocado a mi comida

- Ya lo hice – responde acariciando mi brazo y mirándome con ternura.

Continúo cenando en ese silencio tan característico que se forma entre nosotros.
Termino y él se dispone a salir de la cama para llevar la bandeja a la cocina, agarra unas llaves que no había visto y cierra la puerta con seguro.

No me gusta la idea de estar encerrada, puede que todavía no sepa quién soy, pero hoy he tenido la impresión de que soy un espíritu libre, lejos de ataduras y encierros. No me gusta estar en cautiverio, es como si fuese su prisionera y solo él pudiese darme la libertad que ansío.

Vuelvo a sentir la cerradura abrirse y entra Brayden con una sonrisa que va borrando al ver mi rostro.

- ¿Qué sucede? – pregunta preocupado.

- No quiero seguir encerrada en esta habitación, quiero poder salir cuando quiera a la hora que quiera – trato de no sonar tan demandante.

- Amor, tienes que entender que todo esto es por tu propio bien, crees que me gusta mantenerte aquí sola – me mira esperando que lo entienda.

- Tal parece que sí, no has hecho otra cosa desde que he despertado en esta cama – digo tratando de que entienda mi punto.

- Lo hago para mantenerte segura, quiero que estés bien, que te recuperes – se acerca a mí y toma mis manos entre las suyas.

- Norah solo quiero lo mejor para nosotros, por favor entiéndeme. Hoy salimos a dar un paseo, acaso eso no es suficiente para ti – besa mis manos y me mira suplicante, pero no estoy dispuesta a ceder.

- Entiendo que hayas estado a punto de perderme, sé que te debe haber causado mucho miedo el hecho de que pudiese haber muerto, pero estamos en el maldito medio del bosque, no hay nada en todo alrededor. ¿Qué posibilidades hay de que alguien que no sea de tu familia venga a buscarme? – se queda en silencio sopesando mis palabras, sabe que tengo razón, pero es demasiado terco como para admitirlo.

- Lo siento, pero no estoy dispuesto a ser flexible en esto. Pídeme lo que quieras, te lo daré, no importa el costo que tenga que pagar, pero no me pidas que te ponga en peligro – dice levantándose lentamente de donde estaba dando por terminada la conversación.

Da media vuelta y cierra de nuevo la puerta dejándome sola en la oscuridad de mi habitación.

Sombras De Verdad [Editando][✔️] Where stories live. Discover now