Capítulo 2

1K 73 11
                                    

Estoy acurrucada en un rincón llorando la muerte de mis padres, se suponía iban a salir solo a comprar unos chocolates para nuestra noche en familia, como todos los viernes. Pero esta vez fue diferente, habían peleado antes de salir por algo que ninguno se molestó en explicarme. Había presenciado muchas de sus peleas, pero ninguna como aquella. Subieron al coche y fue la última vez que los vi. No volvieron, me dejaron y como no tenía más familiares los servicios sociales acudieron a buscarme.

- Señorita Connor lo lamento mucho, pero tenemos que partir, el entierro será mañana – estoy tratando de asimilar todo lo que está sucediendo en estos momentos. Cuando desperté esta mañana pensé que iba a ser otro día normal, como cualquier otro. Pero no, nada es como pensamos. Un día estas feliz de la vida, agradecida por todo lo que tienes y al otro llegan tocando a tu puerta personas extrañas diciendo que tus padres han muerto.

Recojo mis cosas del suelo y camino de la mano del agente con la esperanza de que digan que todo es una broma, que nada de esto ha pasado, que mis padres van a llegar en cualquier momento para nuestra noche especial. Pero nada de eso pasa y sigo caminando a donde sea que me dirijan para comenzar una nueva vida.

Me levanto sobresaltada por el sueño que acabo de tener, no entiendo nada, quién es esa pequeña niña tan triste. Tenía los ojos más desolados y lúgubres que alguna vez he visto. Aparto las mantas de mi cuerpo y el mismo silencio de la otra noche me recibe. Todavía me duele todo, signo de que nada de lo que sucedió fue un sueño, todo es verdad.
El chico debió venir en mi ayuda, lo último que recuerdo es que estaba en el suelo con la sensación de estarme ahogando y cuando me he despertado estaba en la cama arropada.

Miro a mi derecha dándome cuenta de que el armario está abierto y veo ropa que antes no estaba. Es extraño, juraba que no había nada ahí, aunque puede que el chico la haya traído cuando estaba inconsciente.

Me dirijo hacia el baño para tomar una ducha de agua caliente.

Enjabono todo mi cuerpo con suavidad ya que los moretones siguen grabados a fuego en mi piel, como una advertencia que no recuerdo. Solo de pensar en ellos me dan ganas de llorar, todavía no me cabe en la cabeza como es que alguien pudo hacerme esto. No creo que sea una persona tan mala como para merecer tantos daños.

Me envuelvo en la toalla para salir a ponerme ropa.

Termino de vestirme justo cuando siento las cerraduras de la puerta abrirse.

- Buenos días, princesa, ¿cómo has dormido hoy? – entra el desconocido con la bandeja del desayuno.

- Noto que no te has tomado las pastillas como te he dicho, pero créeme cuando te digo que te harán sentir mejor – me mantengo en silencio observando todo lo que hace.

Fuerzo a mi dañada memoria a tratar de recordar algo, por más insignificante que sea, pero el resultado es el mismo. Nada.

- Veo que la ropa te ha asentado bien, te queda un poco ancho de los brazos, pero nada que no se pueda arreglar – sigue hablando a pesar de que no he dicho ni media palabra desde que entró.

- ¿Qué sucede?, por qué no hablas.

- Quiero respuestas – suelto por fin.

- Qué tipo de respuestas, porque existen miles de preguntas para poder dar respuesta a lo que sea que necesite ser respondido – dice haciéndose el listillo.

- No tengo tiempo para juegos, crees que porque me compras ropa y me dices princesa voy a estar ante tus pies, pues no señor, yo quiero respuestas y me temo que tú no me las estas dando– digo tratando de mantener mi temperamento bajo control.

- Tranquila – dice intentando calmarme - Siéntate y hablaremos – hago lo que me dice y me siento en la cama.

- Está bien, voy a responder todas tus preguntas, pero primero por favor, tómate las pastillas – me las tomo a regañadientes – Ahora por favor desayuna – voy a replicar, pero él me detiene antes de que diga algo -te prometo que cuando termines tendrás todas las respuestas que desees conocer – me mira a los ojos y sé que dice la verdad.

Desayuno bajo su atenta mirada en cada movimiento que hago. Ahora que es de día puedo permitirme detallarlo mejor. Me sorprendo ante lo guapo que es, tiene el pelo negro y corto. Estoy segura que si paso las manos por su pelo lo encontraría tan suave que sería un placer tenerlo entre mis dedos. Sus ojos son marrón oscuro casi negros, como pozos sin fondo en los que más de una chica ha debido perderse. Tiene una mirada astuta, aunque también tiene un toque misterioso. Sus labios son tan carnosos que te incitan a morderlos. . .

- Haz terminado de repasarme o tengo que esperar a que te deleites otro poco – dice sacándome de mis pensamientos.

– Depende, ¿me vas a dar las respuestas que busco?

- Como desees señorita mandona – dejo la bandeja a un lado esperando a que empiece a hablar.

- Tu cuerpo tiene hematomas por todas partes porque un bastardo te estaba golpeando hasta casi matarte – me quedo asombrada, no esperaba que fuese tan directo.

- Cuando llegué era demasiado tarde, estaba ensañado contigo, diciendo que era un castigo por ser mala y huir. No sé porque decía eso, en los años que te conozco no has huido de nadie, has estado a mi lado todo este tiempo – unas cuantas lágrimas caen por su rostro.

- Yo te quiero. Eres la persona más amable y altruista que conozco, no le harías daño a nadie – continúa diciendo.

- Cuando te encontré creí que ibas a morir. Te llevé a un hospital lo más rápido que pude y ese bastardo aprovechó la distracción para huir, pero quiero que sepas – dice agarrándome las manos – que lo voy a encontrar, porque no solo le causó daños a mi novia, sino que también mató a mi bebé – no entiendo a qué se refiere, así que espero a que se calme un poco para que pueda continuar diciéndome que pasó.

- Estabas embarazada de nuestro pequeño de tres semanas – Le tomo el rostro con las manos secando otras lágrimas rebeldes que han decidido salir. No me puedo creer que haya estado embarazada y me lo hayan arrebatado.

- Cuando llegaste al hospital divagabas, no sabías lo que decías, lograron salvarte, pero al bebé no – es tan duro tener que oír todo esto.

- Estuviste en coma durante una semana, cuando saliste me dijeron que no recordabas nada y siendo sincero, así lo preferí, no quería que tuvieses que lidiar con el recuerdo de esa noche.

- ¿Dónde estoy? – pregunto todavía conmocionada por la historia de todo lo que me sucedió.

- Estas en mi casa. . ., quiero decir nuestra casa. Quería que te mantuvieras alejada de la ciudad hasta que te recuperases – dice recuperando un poco la compostura.

- ¿Por qué me mantienes encerrada en esta habitación? – pregunto temiéndome la respuesta.

- Es para mantenerte segura de aquellos que te quieren apartar de mí, cuando estabas en el hospital intentaron llevarte, pero llegué a tiempo y no pudieron arrebatarte de mi lado – sonríe amablemente, pero algo en su mirada me hace dudar.

- ¿Cómo me llamo? – hago la pregunta que me he estado haciendo desde que desperté en esta casa.

- Te llamas Norah, Norah Lavin – dice dándome una sonrisa amplia.

Sombras De Verdad [Editando][✔️] Where stories live. Discover now