𝗜𝗡𝗘𝗙𝗔𝗕𝗟𝗘 ㅡ Kim Seungmin, en el centro del huracán. Todo el mundo señala a aquel con quien discuerda, pero pocos se detienen a buscar verdaderos motivos para hacerlo. Siempre hablan sobre "la calma después de la tormenta", pero nadie se cues...
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Intento empujar hacia atrás los días inolvidables, pero me pregunto cómo estás
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Martes, 14 de agosto de 2018
Hyunjin había decidido ir a dar un paseo por su cuenta. Hoy se sentía algo extraño, y no sabía identificar por qué. La brisa nocturna acariciaba sus mejillas como si de un ángel se tratara. No siguió una ruta, simplemente iba hacia donde sus piernas lo llevaban. Las nubes en el cielo amenazaban con romper, haciendo que las calles estuvieran prácticamente desérticas, ocupadas solo por aquellos valientes a los que les daba igual empaparse.
Llegó hasta el paseo marítimo sin mirar atrás. Se quedó en un banco sentado, muy cerca de donde comenzaba la arena. Echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. Se sentía vulnerable, estaba hecho un trapo, y no sabía cómo arreglarse. Al mismo tiempo tenía ganas de gritar y darse una paliza a sí mismo para lograr reaccionar y dejar todo lo que pasaba por su cabeza enterrado en algún lugar.
No supo cuánto tiempo pasó. ¿Quince minutos? ¿Una hora? Escuchaba pasos de gente que seguían su propio rumbo, mas nada lo hizo volver a la realidad. Nada, hasta que escuchó una voz detrás suyo.
- ¿Qué haces aquí solo?
Se giró, encontrándose con una figura conocida. La invitó a sentarse junto a él.
- ¿Me has seguido? - preguntó, sin apartar la vista.
- Puede ser - Haru se sentó a su lado, mirando al mar que, a pesar de no parecer terminar, se difuminaba con el cielo en una línea horizontal-. Te he visto raro hoy, y al ver que querías salir solo... No sé, no podía dejarte ir.
El corazón del moreno se estrujó. No necesitaba eso, no ahora.
- ¿Te pasa algo? - su voz salió más dulce de lo que esperaba, haciendo a la chica sonreír levemente.
- Nop. Pero eso quería preguntarte yo a ti. ¿Estás bien?
Hyunjin se quedó en silencio. Sí, estaba bien, pero no, no lo estaba. Necesitaba ayuda, pero no suya. Más bien, no necesitaba a nadie, pero no quería quedarse solo. Se sentía a punto de explotar, pero se calmaba diciéndose a sí mismo que era un estúpido por creer que había algo que lo estaba torturando. No había nada. Estaba exagerando.
