𝗜𝗡𝗘𝗙𝗔𝗕𝗟𝗘 ㅡ Kim Seungmin, en el centro del huracán. Todo el mundo señala a aquel con quien discuerda, pero pocos se detienen a buscar verdaderos motivos para hacerlo. Siempre hablan sobre "la calma después de la tormenta", pero nadie se cues...
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Mis ojos fueron de las bambas a zapatos de vestir
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Jueves, 9 de agosto de 2018
Aunque fueran pocas, algunas estrellas brillaban en cielo, dejándose ver gracias a la menor contaminación del lugar. Habían decidido ir a cenar en los puestos que había en el paseo de la playa, permanentes todo el año. Tras comprar lo que cada uno deseaba, fueron a sentarse a la arena, disfrutando de la tranquilidad que aportaban las vistas. El sonido de las olas rompiendo en la orilla se oía de fondo, acompañando a las voces de los jóvenes. No habían traído ninguna toalla para sentarse, por lo que algunos se quejaban de estar rebozándose en la dorada arena.
- Mañana pondrán la feria - habló Seungmin, comiendo queso rebozado servido en un palo-. Solo la abren de viernes a sábado durante los meses de verano.
- ¿Feria con atracciones? - se interesó Jisung.
- Bueno, creo que hay una noria, pero más bien son puestos de pescar patos o disparar a globos. Es casi al final del paseo. No está tan lejos.
- ¿Podremos venir? - el menor de todos estaba visiblemente emocionado.
- ¡Sí! - Nami contestó.- Quiero subirme a la noria.
- Seguro que hay unas vistas preciosas, pero a Minho no le convences - Changbin miraba al moreno a su lado, quien lo enterraba con los ojos. La chica al principio no lo había entendido, pero no tardó en caer.
- Pues que se quede abajo haciéndole compañía a Jisung. Son tal para cual.
Haru notó el recelo en el tono con el que su amiga habló. Encima, Jisung aceptó la oferta, explicando que no iba a subirse a ese aparato del demonio, haciendo que la mueca de disgusto de Nami se marcara más. Por miedo a que se desencadenase por parte de su amiga un ataque de celos, en su opinión, sin fundamentos, Haru se levantó, llamando así la atención de todos, sacudiéndose la arena del trasero.
- Voy a la orilla. ¿Alguien se viene?
- ¡Yo! - Seungmin se levantó de inmediato, cogiendo su bolsa.- Quiero ir a hacer fotos.
⊹ ❀ ⊹
De nuevo en la casa, ya todos se habían puesto el pijama. Eran alrededor de las once y media de la noche, pero notaban el cansancio en sus cuerpos, por el viaje, el paseo, y la piscina. Algunos se habían salido a las mesitas del jardín, a tomar el fresco mientras charlaban mirando las estrellas. Otros, se habían ido ya a sus respectivas habitaciones a descansar. Haru estaba sentada en la mesa de la cocina, junto a Hyunjin, Nami y Felix, quienes rebuscaban algo entre los cajones para picotear antes de acostarse.
Nami parecía tranquila a los ojos de Haru. La tensión que antes había aparecido, se había ido sin dejar rastro. Porque sí, Nami sabía que se había comportado de manera incorrecta y un tanto infantil en ese momento, pero no podía evitarlo. Y realmente lo sentía. Como también sentía que estaba perdiendo al chico que más había querido y la había ayudado en su vida.
El australiano había hecho un comentario que los hizo a todos reír, pero Haru no lo escuchó. Estaba pendiente de su teléfono móvil, que había comenzado a vibrar.
- Chicos - habló, descruzando las piernas y levantándose de la silla, yendo rápidamente hacia la puerta -, me llama mi padre, iré a hablar con él. Buenas noches, por si no vuelvo a bajar. ¡Descansad!
Sin dejarles responder, se marchó corriendo escaleras arriba, y descolgó a la vez que cerraba la puerta de su ahora habitación.
- ¿Papá?
- Hola, cariño. ¿Todo bien?
- Claro. ¿Qué podría pasar?
- No lo sé, por eso llamo. Porque no me has dicho nada en todo el día.
- Te avisé cuando llegamos aquí. Perdón por preocuparte, es que realmente estamos disfrutando, y queremos usar los móviles lo menos posible.
- Me alegro mucho, de verdad. Solo quería asegurarme.
- ¿No llevo ni un día lejos de casa y ya me echas de menos? - sonrió ladina la joven. Escuchó las carcajadas de su padre al otro lado de la línea.
- Por supuesto. ¿Qué esperabas?
- ¿Entonces qué será de ti cuando me independice?
- No me hables de ello aún, quedan muchos años todavía.
- No tantos, papá. Tengo dieciocho, ¿recuerdas?
El hombre la mandó a callar. La chica reía, haciéndose círculos con el dedo índice a la altura de su rodilla. Unos toques en la puerta llamaron su atención. Poco a poco se abría, dejando ver a Hyunjin, quien la miraba pidiéndole permiso para entrar. Haru asintió, ignorando las palabras de su padre, ahora centrada en el chico en su habitación, quien avanzaba hacia ella con una mano escondida tras la espalda.
- ¿Haru, me escuchas?
- Sí, perdón, es que Hyunjin ha venido a decirme algo.
- Bueno, pues no te molesto más entonces.
- No, no te preocupes.
- Mañana recuerda enviarme algún que otro mensaje, ¿vale?
- Por supuesto, papá.
- Buenas noches, cielo.
- Hasta mañana. Duerme bien.
En cuanto colgó, dejó caer el teléfono sobre la cama, a su lado, y veía al chico frente a ella. Este mostró la mano que tenía oculta, mostrándole un cucurucho de vainilla.
- ¿Qué es esto?
- Para ti. Te lo compré esta mañana. Procura que nadie se entere.
Con el índice en los labios, retrocedió hasta la puerta, cerrándola tras él al salir, sin haber roto el contacto visual con su amiga.
Haru miró el cono que había deseado desde que habían llegado a la ciudad. Este chico no tiene remedio.
Abriéndolo con cautela, dio un bocado, arrepintiéndose instantáneamente al notar la sensibilidad en sus incisivos. Cogió de nuevo el móvil, esta vez para enviarle un mensaje de agradecimiento a Hyunjin, y devoró su sorpresa lo más rápido que pudo para que su compañera no la pillara.
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