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Cuando los primeros rayos del sol anunciaron un nuevo día, lo primero que hizo el doctor Strange fue desplazarse a otro punto donde las personas obtienen agua, un río específicamente. De su maletín extrajo un frasco de vidrio, se puso de cuclillas y tomó una muestra del líquido, mismo que pasaría por un proceso de análisis bajo su microscopio.

Cerró el frasco y al proceder a guardarlo, una mano sobresaliendo de la tierra jaló su mirada, descubriendo así que la gente esta enterrando a sus muertos muy cerca del río lo que le arranco un suspiro de frustración, llevándose una mano al puente de su nariz. Con tal escenario le quedo claro que el agua debe estar contaminada y que su misión por mitigar los estragos de la enfermedad será más difícil de lo que pensó.

Guardó todas sus cosas, cargando su maletín y su saco se encamino al templo para continuar con su labor.



Ese día Tony despertó con una clara convicción. Decidido, salió de la casa y, como Bruce no esta en la suya hallándose lejos ocupado con sus propios asuntos, él solo se dirigió al templo.

Afortunadamente el camino hacia el lugar es sencillo, arribó sin ningún contratiempo. Caminaba a paso acelerado y justo cuando iba a adentrarse al sitio, la figura de su esposo, quien parece también acaba de llegar, detuvo abruptamente su andar.

El alfa estaba por subir las escaleras cuando un montón de niños interceptaron su paso. Los pequeños se le acercaron rodeando sus piernas. Pese a tener prisa, Stephen se dio el tiempo de atenderlos. Los saludo impregnando un toque de familiaridad, ofreciéndoles una cálida sonrisa y acariciando la cabecita de algunos. Luego, de su maletín, sacó algunos coloridos caramelos que empezó a repartir entre los inquietos niños que no paran de brincar y moverse ansiosamente a su alrededor. Al terminar de obsequiar dulces, se dispuso a avanzar. Los niños no lo querían dejar ir, pero el médico les prometió que en cuanto le fuera posible jugaría con ellos.

Tony, desde la lejanía, contemplo impresionado la escena, observando con tintes de interés como esos niños quieren a su esposo y lo emocionados que estaban con su presencia. Una parte de su ser se conmociono por su gran capacidad de amar, notando como volcaba todo su amor en esas pequeñas criaturas. Su lado omega chilló y se retorció de euforia ante la bella imagen de su alfa siendo lindo con los niños, considerándolo digno para ser el padre de sus cachorros. Su parte más racional, con una sonrisa boba plasmada en el rostro y de verdad entusiasmado, también reparo en el gran padre que podría ser para sus hijos. 

La premisa, al igual que su sonrisa, desapareció tan pronto cruzó por su cabeza, sintiéndose un completo tonto por pensar en cachorros cuando él mismo juro que nunca los tendría y al recordar el marcado desprecio que el alfa le tiene. Este último detalle hizo decaer un poco su ánimo, pero logro recuperarse, levantó la cabeza y continuó su camino tratando de impedir que eso lo afectará.

Al sumergirse en el templo fue cordialmente recibido por un monje que lo guió hasta la sala donde se encuentra Ancestral.

Tomó lugar, hincándose frente a una mesita de madera. La dama le sirvió té y le tendió algunas galletas.

—Espero no ser inoportuno.

—No piense eso, querido. El esposo de nuestro valiente doctor siempre es bienvenido—dijo apacible y con dejo dulce—. ¿Qué lo trae por aquí?

El omega no tardó en exponer las intenciones de su visita.

—Ayer menciono la gran carga de trabajo que tienen y yo... pensé que podría ayudarles. 

—¿Ayudarnos? ¿Con qué?—la mujer ladeo la cabeza sonriendo conmovida.

—Uhm... Podría ayudar en la enfermería—añadió.

Cayendo lento (IronStrange AU)Where stories live. Discover now