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A causa de un mal sueño, Tony despertó agitado y sudoroso. Sus ojos hinchados son indicio de la terrible noche que tuvo. La cama medio dura resulto incómoda y las palabras de Bruce Banner advirtiendo y explicando los estragos del cólera resonaron toda la noche en su mente. Logro conciliar el sueño por ahí en la madrugada. Al principio tuvo un sueño agradable, soñó con Steve y su encantadora sonrisa, pero al paso de los minutos el sueño se tornó oscuro y se convirtió en una pesadilla.

Se sentó en el borde de la cama, esperando a que los latidos de su corazón se normalizarán. Luego se talló los ojos y se dirigió a la ventana, para sorpresa suya, se encontró con una vista maravillosa que muestra las bondades de la naturaleza, lástima que está demasiado ensimismado como para disfrutarla. Contemplo el río con una mirada melancólica, estrechando el anillo que Steve le regalo; vaya que en este momento le vendría bien un abrazo de su parte.

Retirándose de la ventana, se dispuso a arreglarse. Al terminar salió de la habitación y no tardo en descubrir lo solo que esta, naturalmente Stephen ya se había marchado.



El doctor Strange partió a primera hora en compañía del coronel, un alfa regordete de aspecto duro y serio. Se dirigieron al pueblo.

En el camino Stephen trato de ganarse al coronel nada amigable y el cual, a pesar de su estatura, resulta intimidamente.

—Doctor Strange.

—Dime Stephen. ¿Y tú eres?

—Wong.

—Wong. ¿Solo Wong? ¿Igual que Aristóteles?—espetó tratando de ser simpático, pero el otro lo considero todo menos alguien simpático, lo que quedo evidenciado en su semblante terriblemente serio—. ¿Nunca te ríes?—preguntó curioso y solo se gano una mirada poco amigable que le hizo cerrar la boca y seguir su camino en silencio.

Ahí comprobó que la advertencia de Bruce es cierta, el hombre apenas le dirige la palabra y lo observa con notorio desagrado y desdén.

Llegaron al pueblo. Lo primero que el médico hizo fue visitar la fuente principal donde la gente extrae agua. Al caminar en dirección al pozo, notó que llama bastante la atención, la gente no deja de mirarlo, algunos lo ven con curiosidad y otros con dejo hostil, descubriendo que el coronel Wong no es el único con aversión a los extranjeros o eso le indica las miradas poco amables.

En cuanto tomo algunas muestras de agua que examinaría bajo su microscopio y le ayudaría a determinar la limpieza de la misma, fueron al templo.

A diferencia de Wong y la gente local, los monjes se portaron muy afables y cordiales, le dieron un cálido recibimiento, ofreciéndole una taza de té y una bandeja de bocadillos que prepararon especialmente para él.

Al terminar su taza de té, no perdió el tiempo y se encamino en compañía de Wong a una parte del templo que acondicionaron como una enfermería, lugar donde convalecen los pacientes afectados por el cólera. Ahí ya lo esperaba una enfermera y el único doctor del sitio: Karl Mordo. La enfermera le ayudo a colocarse una bata blanca, el doctor Mordo le tendió un cubrebocas a él y al coronel.

—¿Alguna vez ha visto el cólera, doctor Strange?—preguntó su colega.

—Sí, en el laboratorio—respondió con cierto aire arrogante e indiferente mientras se acomoda el cuello de la bata.

—No, en un paciente—aclaró.

—No he tenido la oportunidad—dio como respuesta mientras se coloca la mascarilla.

Wong y Mordo se miraron entre sí, por supuesto el comentario petulante no les agrado, especialmente al primero.

—Bueno, no me dedico a la medicina como tal, soy científico, especialista en enfermedades infecciosas, ¿si se lo dijeron?

Cayendo lento (IronStrange AU)Where stories live. Discover now