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Tony se detuvo abruptamente.

—¿Qué te pasa?—preguntó Steve jadeante y confundido.

—Escuche un ruido—respondió con una expresión asustada, reincorporándose un poco y fijando su vista en la puerta del dormitorio.

Steve se acomodo, estaba a punto de protestar, pero el repentino sonido que produjo el movimiento del pomo lo hizo callar. El joven se separo un poco del alfa en cuanto se percato del mismo detalle, alguien intenta abrir y él, en un acto muy descuidado, olvido poner cerrojo, así que no hay tiempo de nada, es inminente que quien quisiera pasar lo haría.

Toda la sangre se le fue al suelo, se congelo al instante y su corazón palpita aceleradamente. Sostiene el brazo de Steve, quien también tiene un semblante pálido y la mirada puesta en la puerta de color marrón, sosteniendo los delicados brazos del omega. Éste último, con el corazón en la garganta, observa estremecido como el pomo de la puerta gira con una lentitud aterradora. Contuvo la respiración esperando lo peor, apretando con fuerza el musculoso brazo de su amante.

Transcurrió alrededor de un minuto y el pomo, para alivio de ambos, mágicamente se detuvo.



Stephen, dándose cuenta que no tiene pestillo, estaba decidido a abrir la puerta, pero, logrando salir de su estupor, en el último segundo se arrepintió y se marcho lo más rápido que sus temblorosas piernas le permitieron. Ya afuera se subió a su automóvil y arranco a toda velocidad apretando fuerte el volante de su coche, con el corazón destrozado y sin poder sacar los sonidos obscenos de su mente. Se encuentra consternado ante el hecho que se haya atrevido a tanto y completamente asqueado, el solo imaginar a Steve Rogers en su cama le causa aversión.

Tiene una mezcolanza de sentimientos, sin embargo lo que indiscutiblemente predomina en su interior es una furia exorbitante. Has ido demasiado lejos... Me las vas a pagar.

El doctor afortunadamente, pese a su airado estado (casi tiene un accidente automovilístico), consiguió regresar a su trabajo y tan pronto puso un pie en la acera se encontró a su amiga Christine Palmer, la cual suele visitarlo al lugar donde labora; estaba a punto de irse cuando le informaron de su ausencia.

—¡Stephen!—clamó sonriente, pero su sonrisa se deformo al apreciar su aspecto descolorido—. ¡Parece que has visto un fantasma! ¿Estás bien?—cuestionó bastante preocupada colocando una mano en su brazo. 

—Sí—asintió abrazando a la única persona en la que puede confiar.



Tony soltó todo el aire que había estado conteniendo.

—¡Oh! Estuvo cerca—espetó el rubio exhalando profundamente, dejándose caer sobre el suave colchón, recobrando el color en su rostro.

Sin embargo, el omega sigue tan blanco como las sábanas de la cama.

—Shh, baja la voz, puede que siga ahí—se apresuró a decir.

—Tranquilo, se ha ido—aseguró el mayor.

El más joven se sentó en el borde de la cama, se efundo en una bata satín escarlata y, preocupado, dijo:

—Nos escucho.

—¿Quién?—el alfa decidió salir de la cama. Cogió un pañuelo y se retiro el sudor.

—¿Quién más? Stephen—contestó inquieto y enfurruñado.

—¿Stephen?—alzó una ceja incrédulo y procedió a ponerse la ropa interior—. No es posible, él esta en su laboratorio y por ningún motivo abandonaría su trabajo, es muy entregado. Debió ser la sirvienta—espetó relajado, colocándose ahora los pantalones.

Cayendo lento (IronStrange AU)Where stories live. Discover now