Capítulo 10: Déjame alcanzarte

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Liu PingYang aseguró su fiel espada en su cinturón justo antes de alzar la vista al muelle, a las flores, a la luna reflejada en las aguas en calma, al firmamento nocturno. Sus labios se apretaban en una fina línea determinada por la misma firmeza que ardía en sus ojos. Unos segundos después, tomó su látigo y lo fijó también en su cadera derecha, ambas armas preparadas para dar batalla si era necesario, para defender a su líder y protegerle. Y ambas armas dispuestas a volver a casa. Con o sin él, eso sería solo decisión de Jiang WanYin.

La joven líder Jiang giró la mirada solo un momento, contemplando la secta que dejaba atrás aquella noche de primavera. El equinoccio. La miró solo para darse fuerzas antes de partir. Su secta, su hogar, su futuro. La miró para saber que, cuando volviera, tendría el derecho a reclamarla. Que el legado dejado por su anterior líder sería legítimo y no una pulsión del momento, de la desesperación y de un núcleo corrupto. 

Antes de eso, no quería volver a osar llamarse líder de secta.

-¡PingYang, espera! 

Un revoloteo de túnicas doradas la detuvo cuando estaba a punto de desenfundar su espada. Jin Ling. La muchacha alzó una ceja ante la repentina llegada de su amigo. La última vez que le vio, seguía en la biblioteca del Muelle del Loto, buscando desesperado cualquier cosa que pudiera serles de ayuda, desde precedentes sobre el estado de su tío hasta alguna posible localización clave, emblemática o zona segura que pudieran haber pasado por alto sin darse cuenta. O incluso un libro limpio en una estantería llena de polvo, hasta un detalle tan baladí le valdría. Sin embargo, bien sabían ambos que el trabajo de investigador nunca había sido el fuerte del líder de la Peonía. Ni la paciencia.

-A-Ling. 

-Voy contigo.

-¿Sabes acaso a dónde voy?

-Le sigues la pista a Wei WuXian y a HanGuang-Jun. Lo último que se sabe de ellos es que llegaron a BaiYu sin incidentes, y no parece que hayan partido. -Declaró altivo, alzando la barbilla ante las reservas de su amiga-. Si la intuición de Wei WuXian está en lo cierto, entonces tenemos que encontrar a mi tío antes de que lo hagan ellos.

-Aunque la posibilidad me sigue pareciendo remota. -Suspiró Liu PingYang, con la vista de nuevo enfocada en la dirección que tomarían-. Pero aun así, no quiero dejar ningún cabo suelto. 

-Pues ya somos dos. Vamos.

-¿Estás preparado para esto?

Jin Ling la miró y durante un segundo la fachada de niño rico, consentido y seguro de sí mismo, cayó al suelo y se hizo pedazos. También la del líder de secta confiado y arrogante en su juventud. Esos ojos heredados de su madre mostraron por un instante toda la inseguridad que sentía, la que le oprimía el pecho y la que al mismo tiempo era un motor, un combustible inagotable con el que desenfundar a Suihua y volar. El ceño solo un poco fruncido, las comisuras de los labios solo un poco torcidas hacia abajo. Le costó tragar saliva casi tanto como ser sincero. Sin embargo, Liu PingYang le conocía desde siempre. No por nada llevaba más de media vida llamándola shijie y escondiéndose detrás de sus faldas cuando Jiang Cheng se enfadaba con él y le regañaba por alguna travesura sin sentido. Era su hermana después de todo. Mentir en su presencia se le hacía tan inútil —y tan poco inteligente— como tratar de mentirle a su tío, de quién Liu PingYang había heredado o aprendido la capacidad innata para detectar embustes. Así que se limitó a negar con la cabeza, abochornado pero realista.

-Ni lo más mínimo. ¿Y tú?

-Absolutamente nada. Pero... quiero verle. Quiero despedirme como se debe.

-Y hacerle prometer que volverá con su familia, aunque solo sea de visita.

De acuerdo con sus palabras, Liu PingYang asintió también. Sentían el mismo miedo, las mismas ansias y la misma anticipación. La misma intuición latiendo como si quisiese encaminarles en la dirección correcta. Así, sus espadas resplandecieron juntas al ser desenfundadas. Tan decididos como inseguros, saltaron sobre ambos filos y se alzaron hacia la luna. Hacia BaiYu. Hacia el bosque.

Shuoyue [XiCheng]Where stories live. Discover now