Continuas leyendo las páginas donde Irene hablaba de lo que pasaba en la hacienda, sus travesuras por los campos y la manera en que su padre se empeñaba en hacerle actuar como una "verdadera dama".

Dejas caer las hojas a la chimenea encendida, probablemente Sebastian ya las habría leído o tal vez no y tendrías la oportunidad de mantener un secreto ante los ojos carmín que parecían verlo todo.

~•~

-Con éste destacarán sus ojos!- chillaba la vendedora de joyería mostrando un collar de oro verdaderamente feo- una dama de su posición debe mantenerse ostentosa y bella en todo momento. 

-No lo creo- respondes sin interés- el oro no va conmigo...

La delgada mujer parecía casi  ofendida ante tus palabras,  tal vez nunca habia encontrado a alguien que rechazará llevar el precioso material. 

Miras en el reflejo del espejo a tu mayordomo que esperaba paciente observando las joyas exhibidas en los anaqueles, usando el abrigo negro parecía mucho más misterioso, un caballero así dentro de la joyería más afamada de Londres podría despertar la imaginación de cualquiera, el aburrimiento te había orillado a escapar a la ciudad para distraerte, pero estaba teniendo justo el efecto contrario. 

-A que clase de personas desea impresionar, condesa?- pregunta la vendedora con cierta curiosidad siguiendo la línea de tu vista- acaso a algún conocido? O algún pretendiente? -rápidamente coloca un lindo collar con tres esmeraldas en tus manos- seguramente con esto llamará su atención.

Sonríes ahogando una risa, ¿Por qué todo el mundo pensaba que querías impresionarlo?  Eliges un anillo de plata con un zafiro, collar y pendientes a juego que era lo único moderadamente normal en ese lugar, Sebastian lleva tus pertenencias mientras caminas por las calles llenas de nieve del barrio de los artistas. 

-Por qué todos me llaman así?- preguntas al aire sin detenerte- desde cuando soy condesa?

-Tan despistada que no se enteró de su nombramiento- ríe Sebastian- como podría servir a una dama tan atolondrada?

-Debes tener buenos motivos- le miras entre tus pestañas sonriendo levemente, provocado que Sebastian se detuviera, realmente amabas sacudirlo de  esa forma y de alguna manera él también parecía disfrutarlo. 

-Es bellísima! Es una musa te digo!- la conversación de dos hombres llega a ti sin intención mientras curoseabas un lugar lleno de hermosas pinturas- me a dicho que mis talentos son magníficos!

-Sabes bien que eso no existe-respondió el otro golpeandolo con su propio delantal- debiste fumar mucho opio para ver eso!

-Te juro que no fume tanto! Era una  rubia muy blanca! Ninguna mujer es igual a ella!

Avanzas hacia aquellos pintores que habían comenzado a hablar de otra cosa,  no puedes evita que tu voz falle un poco al preguntar sobre esa "Musa".

-Usted me cree?- preguntaba el joven lanzándote una sonrisa de casanova- ahh incluso me a enviado una bella mujer, esto prueba que soy el indicado para...

-Limitese a responder-escuchas la voz de tu mayordomo justo detrás de ti mientras un escalofrío recorre tu espalda. 

-Yo.... yo... digo si...- comienza el joven artista mientras el mayor levanta las manos y se aleja, aguantas el impulso de mirar ya que el solo imaginar la  expresión de Sebastian te hace sentir un poco intimidada-  bueno... hace tres noches me encontré con una mujer, miraba mis pinturas y me dijo que  tenía un gran talento,  era hermosa! pero sus ojos..

-Sus ojos? - preguntas esperando una respuesta distinta a la que tenias en mente.

-Eran más negros que la boca de un lobo- la piel se te eriza, no había duda de que se trataba de Myra- pero me habló de que ella podía hacer que mi talento me llevará a lo más alto.

"LA VENGANZA DE LAS ROSAS" Sebastian Michaelis y tú.Where stories live. Discover now