El regreso del que no debe ser nombrado

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El Bosque Prohibido estaba más silencioso que de costumbre. Todos los presentes estaban devastados y cansados, y el único sonido emitido era el canto de las aves y el chirrido de los grillos.

Caminaron un recorrido empinado que parecía interminable hasta que por fin se acercaron al castillo.

- Amor, yo..yo ahora vengo - anunció Mattheo llegando a la sala común de los leones. Su voz denotaba inquietud y ansiedad.

- ¿Q-Qué? No, no p-puedes irte, no puedes
d-dejarme. Te necesito - protestó Alexa sollozando.

- Son unos minutos y vuelvo ¿sí? - preguntó algo inseguro. Luego tomó entre sus manos el rostro de su novia y besó su frente.

Ella entró por el retrato no sin antes volver la vista atrás y ver como el chico se alejaba.

Mattheo entró corriendo a las mazmorras donde toda la Brigada Inquisitorial estaba allí, excepto Tom, claro, que seguía en la enfermería. La mayoría de sus miembros lo miraban con enfado, pero el apellido de Riddle atemorizaba tanto que nadie se atrevía a hablar. Subió, sin mirar a nadie, a su habitación; tomó sus cosas e hizo la maleta.

Cuando bajó las escaleras, las caras cambiaron a confusión; las vacaciones aún no se aproximaban y él ya tenía listo el equipaje.

- Te lo tenías bien guardado, eh - Draco avivó el fuego antes que pudiese marcharse. - Claro, no es la más linda de Hogwarts pero para ser una traidora inmunda tampoco está tan mal. - se burló dirigiéndose a Crabbe y Goyle que parecían estatuas atemorizadas.

- Piensa dos veces antes de hablar de mi novia
- masculló Mattheo molesto arrinconándolo a la pared con su brazo, dejando sin aire a Malfoy - Ya viste como le dejé la cara a Tom siendo mi hermano, imagínate lo que puedo hacer contigo. - el pecho de Draco se inflaba jadeando y por primera vez vio la vergüenza real en sus ojos. - ¡Cualquiera que hable de Alexa o se acerque a ella acompañará a Tom en la enfermería, o peor aún, serán la cena de Nagini! - anunció a los demás.

Solo Draco en realidad sabía que o quién era Nagini, la serpiente de Voldemort; pero alcanzaba con dejar en claro que estaba prohibido hacer lo que había sentenciado Mattheo anteriormente.

Después que lo soltó, salió de las mazmorras donde no regresó hasta el año próximo. ¿La razón por la qué se fue ahora? No podía estar ahí cuando estalle la bomba.

Ya habiendo entrado a la sala común de Gryffindor no podía encontrar a su chica.

- ¿Alexa? - le preguntó a Ron apenas llegó.

- Está en mi cuarto. Puedes..puedes subir si quieres. - se animó a decir lo insólito, sin mirarlo a los ojos, claro está.

- Gracias - y por primera vez, lo abrazó. La voz de su cuñado mostraba el dolor que trataba de disimular. Sabía que tanto él como su novia estaban sufriendo y quería marcar su presencia, que también estaba para él.

- Nada de chanchadas - exigió viéndolo subir la escalera con una media sonrisa.

Cuando por fin llegó a su habitación, encontró a Alexa acostada en una de las camas, de espaldas a la puerta. Se sentó en el colchón; ella aún no notaba su presencia. Desató sus zapatos y los abandonó en un costado. Luego la miró, sus ojos estaban hinchados y sus mejillas brillaban ante las lágrimas. Acarició suavemente el único brazo que mostraba, pero ella no daba indicios de movimiento.

- ¿Cómo estás? - preguntó delicadamente corriendo un mechón de su frente. Era una pregunta estúpida, la verdad, pero no podía hace más que eso.

- No quiero hablar, Theo - susurró apagadamente.

- Está bien. - se dejó caer en la cama suspirando - Ven - la llamó para que se diera vuelta. Ella giró y se aferró al torso de su novio, escondiendo su cabeza en su cuello. - Quiero abrazarte y decirte que todo estará bien, que todo pasará pero sé que te estaría mintiendo. La cosas se van a poner feas, muy feas; pero no te dejaré ir, Alexa, no otra vez.

Mattheo Riddle y Alexa WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora