Continuando con la historia del niño que sobrevivió; Alexa Weasley se encuentra en su 5to año en Hogwarts junto a su mellizo, Ron Weasley. Por otro lado, el segundo hijo del que no debe ser nombrado vuelve a Inglaterra para reencontrarse con su padr...
De repente la puerta de la sala común se abrió, todos del equipo de Gryffindor (más Hermione y Ginny) miraron expectante la entrada.
Por la puerta de la Dama Gorda apareció Mattheo sonriendo con un papel en la mano.
- Tendrán que entrenar si quieren ganarle a Slytherin - dijo mirando al grupo y enseñando el permiso.
Alexa se acercó casi corriendo a abrazarlo, y sin importar los comentarios que pudiesen haber, lo besó.
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Al separarse, todos, incluido Mattheo la miraban sorprendidos, pero este con más felicidad que nunca.
- Las demostraciones en otro lado por favor - suplicó Ron desviando la mirada.
Mattheo carraspeó y le entregó a Angelina el permiso - Ten.
Angelina lo tomó y salió junto con Katie Bell al dormitorio, derramando felicidad.
- ¿Cómo lo conseguiste? - le preguntaba Alexa abrazando su espalda y Mattheo sosteniendo su cintura.
Mattheo empezó a recordar...
Minutos antes perspectiva de Mattheo
— Pase — decía la voz de Umbridge detrás de su oficina.
Mattheo abrió la puerta encontrándose con su profesora tomando una taza de té, como de costumbre.
— ¿A qué se debe su visita, joven Riddle? — preguntó con una sonrisa fingiendo cortesía.
— Quería pedirle permiso para que restituyera los equipos de Quidditch de Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff. — dijo intentando sonar lo más educado posible.
— Tengo entendido que usted no juega Quidditch y que pertenece a Slytherin.
— Y usted tiene entendido que mi padre no volvió. Creo que alguno de los dos se equivoca. — contestó serenamente.
Umbridge tragó en seco y empezó a escribir los permisos para los equipos.
— Gracias — dijo Mattheo agarrando los permisos — Le haré saber a mi padre de su ayuda — Umbridge asintió bruscamente.
Mattheo salió de la oficina, tiró al suelo los permisos de los tejones y águilas y agarró el de los leones para luego dirigirse a la sala común de esa casa.
- Solo se lo pedí, y me lo dio - contó Mattheo al grupo - Le dije que Slytherin no podía jugar al Quidditch solo, y accedió.
