Mattheo Riddle y Alexa Weasley

Gryffindor

La sala común de Gryffindor era una acogedora habitación circular lleno de rojos terciopelos. Un fuego chisporroteaba alegremente en la chimenea y había varios alumnos calentándose las manos frente a él.

Fred y George colgaban algo en el tablero de anuncios al mismo tiempo que Neville le contaba a Dean de su nueva planta mientras miraba de reojo para que alguien lo salvara.

Cuando Alexa entró todo el mundo se quedó en silencio y miraba hacia su dirección. Sin entender que pasaba dio vuelta con sus tobillos y se encontró a su mejor amigo y comprendió todo.

Luego de que Cedric muriera en el Torneo de los Tres Magos, Harry fue considerado junto con Albus Dumbledore un chiflado, loco, conspiracionista...
Sin duda alguna la noticia de una posible resurrección de Lord Voldemort tenía alterado a todo el mundo mágico. Muchos de los presentes habían perdido a un familiar debido a él o a sus mortífagos.
Nadie sabía en quien creer o en quien confiar, y los que tenían decidida su postura debían de ser muy valientes para decirla.

Además, la cordura de Harry Potter seguía colgando de un hilo con los reportes que brindaba El Profeta, donde el mismo Ministro de Magia, Cornelius Fudge, afirmaba que era un mentiroso.

- ¿Qué sucede? - preguntó Harry desafiante.

- Le estaba comentando a Lee que no quiero compartir habitación con un loco - respondió Seamus.

- Yo ni hablé - dijo Lee por lo bajo.

- Si no quieres compartir habitación conmigo por que crees que soy un mentiroso, ve y pídele a McGonogall que te cambie - le sugirió Harry aguantándose la rabia.

- ¿Qué está pasando? - preguntó Hermione que acababa de entrar junto a Ron.

- Van a despertar a los de primero y yo no pienso hacerlos dormir - comentó Ron.

- Tus prioridades son tan raras - opinó su melliza.

- ¡Este estúpido quiere cambiarse de cuarto por las tonterías que dice El Profeta! - exclamó Harry ya apretando los puños.

- Eso es un disparate, Seamus - aseguró Ron.

- Tú te crees todas las mentiras que cuenta sobre el Innombrable, ¿no?

- ¡Sí! - contestó Ron muy alterado y con las orejas ardiendo.

- ¡Entonces estás igual de loco! - afirmó Seamus con desprecio para luego subir al cuarto.

- ¡Huye cobarde! - le gritó George.

- Mi abuela y yo te creemos - lo animó Neville mientras acariciaba su planta - A ti y a Dumbledore.

- Gracias Neville - contestó Harry sonriendo con los labios.

- Sabes que tienes el apoyo de los Weasley - le comentó Ginny desde la escalera que de seguro se había levantado con los gritos.

- Y somos un gran ejército - le siguió Fred.

- Quiero que sepas que yo también le creo - le susurró Dean a Alexa.

- Gracias, en serio es importante para nosotros - le respondió con una sonrisa.

- Intentaré convencer a Seamus. - le animó Dean a lo que Alexa asintió con la cabeza.

- Que descanses - le dijo Alexa para darle una breve caricia en el brazo e irse a su dormitorio.

- Te estaremos vigilando - le dijo George a Dean mientras el seguía viendo la escalera.

- De muuuuy cerca - le siguió Fred mientras ambos lo miraban a los ojos a unos pocos centímetros.

Ya en el dormitorio de las chicas se encontraba Hermione dándole de comer a Crookshanks, Parvati poniéndose el pijama, Lavander guardando su túnica en el baúl y Alexa admirando su escoba.

- ¿Le vas a hablar? - le preguntó Hermione a su amiga - A Mattheo - le recordó cuando vio la cara de confusión de Alexa.

- Mañana - afirmó - Espero encontrarlo solo.

- Cuando se enteren tus hermano - dijo Hermione mientras reía.

- No lo harán...cuñada - contestó Alexa mientras reía por la cara de vergüenza que había puesto su amiga.

- Creo que es hora de ir a dormir - anunció Hermione.

- Ya tendremos esa charla - le advirtió riéndose.