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Combinación perfecta


Había pasado un mes desde aquel incidente, me sentía tranquilo había tanta paz después de tanto sufrimiento, Emilio ya no lloraba tanto siempre trataba de consolarlo cada que pasaba. Y yo pues me encuentro siendo abrazado por un cuerpo, un hombre increíble y sobre todo mi Alfa, desperté hace unos minutos y recordé todo los antecedentes que pasaron cuando llegué, me había enamorado de mi secuestrador, pero que más da, después de todo las cosas cambiaron a bien.

Adoro ver su rostro por las mañanas y no ese horrible pasamontañas o la máscara de diablo con la que lo conocí, ahora todo era distinto. Desayunamos juntos, dormimos juntos nos encargamos de ayudar a Rosita en todo, cuidamos a los pequeños de Pablo como si fueran nuestros, éramos una familia, al fin tenía una familia por la cual pasaría el resto de mi vida.

-Emilio, es hora de desayunar, me debes un plato de chilaquiles cerdo-. Sus ojos se abrieron y de el una risita de escapo.

-Sólo unos minutos más, después de todo tenemos todo el día-.

-Es viernes-.

-¡Los niños tienen que ir a la escuela!-. Jamás había visto a una persona levantarse tan rápido, no podía evitar verlo, corría de un lado a otro, golpeandose los pies o el codo, lanzando insultos como "Vale madres" o "Pinche piso estúpido" ya que se había resbalado.

-Pffff, iré a despertarlos-. Salí de ahí riendo con un tremendo dolor en el estómago, seguía escuchando hasta en los pasillos sus tropiezos.

Era magnífico vivir momentos así, jamás pensé que un Alfa como el podía ser tan despistado y a la vez tan temible, había dejado su negocio atrás, dedicándose abrir un restaurante que por lo visto era un sueño que compartía con su hermano.

-Buenos días-. Entre a la habitación de los pequeños, a veces era difícil explicarles el motivo de la ausencia de su padre.

-Hola Segismundo, ¿ya es hora de ir a la escuela?-.

-Así es Teresita, por favor despierta a tu hermano-.

-Sí...-. La pequeña hizo una pausa.-¿Debería llamarte, mamá?-.

¿Mamá? Sonaba bien... es decir jamás me vi como tal, sólo hacia esto por compromiso y ahora me sentía enredando en miles de emociones.

-Claro puedes hacerlo-. Me dio una tierna sonrisa yendo con su hermano. Vivir aquí me había ayudado a superar todo dolor del pasado, mis amigos estaban bien después de todo.

Emilio y yo éramos dos seres que necesitaban encontarse para vivir en paz y encontrar esa felicidad que por años nos arrebataron, vivo consciente de lo que se trata tener un Alfa, ¿estaré listo para una marca? No lo se, jamás había pensando en tal cosa, siempre creí que era demasiado feo para que alguien se fijará en mi y mordiera mi cuello.

-¿En que piensas?-. Emilio llegó me había quedado parado en medio del pasillo pensando.

-En nada sólo... en nuestra nueva vida-.

-¿Te gusta? Sabes que si hay algo que tenga que hacer por ti lo haré-. Beso mi mano sonriendo, me encantaba que yo fuese el motivo de ella.

-Creo que estoy bien por ahora-. Nos unimos en un tierno beso, siendo interrumpidos por alguien.

-Que asco, yo me voy-. Juan el pequeño de Pablo llegó con su mochila, haciendo una mueca de desagrado y pasando de nosotros.

-¡Eso dices ahora mocoso!-. Grito Emilio.

-No le digas así-.

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Despues de los regaños de Segismundo,  todos desayunamos sentados em la enorme mesa, como siempre había deseado estar mi hermano faltaba pero se que estaría feliz de vernos aquí, reunidos y conversando alegremente formamos una imagen preciosa ante cualquier ojo. Segismundo a mi lado riendo y tomando mi mano de vez en cuando, ¿quien lo diría?

Hice sufrir a mi querido chico, pero ahora estoy tan dispuesto a verlo sonreír cada día de su vida, después de todo el sigue siendo mío.

-Hora de ir a la escuela escuincles-. Dije alertando a todos, primeti a mi hermano educarlos como se debe.

Después de llevarlos al colegio, Segismundo y yo paseamos en un relajante parque, tomados de la mano emanando ternura y amor, nuestro silencio era cómodo y especial.

-Que lindo te vez el día de hoy-. Halague.

-Tu siempre me encuentras lindo Emi-. Ese diminutivo me encantaba, adoraba escucharlo.

-Es que no puedo evitar decírtelo, eres el ser más precioso que he visto. Cada que recuerdo la primera vez que te vi, no dejó de pensar en lo afortunado que soy-. Su sonrojo me deleitó, me abrazo con fuerza, basándome y tomando mis mejillas con dulzura.

-Te amo Emilio, quien diría que la primera vez que te vi, tuve miedo y ahora no quiero separarme de ti. Gracias por devolverme mi felicidad-.

Estaba listo para la propuesta, estaba listo para hacer esto formal y verdadero. No esperaría ni un segundo más.

-Segismundo, ¿quieres ser mi novio?-. Mis palabras provocaron una sonrisa de oreja a oreja.

-Sabes que sí, pero me tienes que llevar a un lugar romántico-.

-Lo que desees mi niño-.

Aromas perfectamente combinados un olor dulce, empalagoso y delicioso, junto a uno amargo y deseoso de juntaban para formar una mezcla maravillosa, cargada de todo el amor que nos podemos dar, sintiendo nuestros corazones latir en un completo baile de olores. Era todo lo que podía pedir después de tanto, sentir que podía confiar con alguien, saber que jamás volvería a estar sólo y que este chico me aceptaba como su Alfa.

-Jamás he estado en algo como una cena, pero se que no me decepcionaras-.

-No lo haré lo prometo-.

Había jurado no volver a tomar su cuerpo, pero lo deseo a toda costa, se que el trauma no le permitirá entregarse por completo, pero seríapaciente por el y nuestra nueva vida juntos. Su cuerpo tan delicado y maravilloso ahora me pertenecía sin ninguna duda, podía probar de el siempre y cuando el quisiese, tenerlo sobre o dejabo de mi. Sólo el y yo, combinando nuestra esencia.

De momento me conformaba con tener sus esponjosos labios rosados sobre los míos, no pedía más sólo que el y yo no suframos más y jamás separarnos. Mi lobo esta feliz y yo estalló de alegría.

































































Remin

Tuyo (Segilio) FINALIZADA Where stories live. Discover now