Capítulo 40

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-Encantada, preciosa. Soy Jimena, la madre de Reece- me saludó una preciosa mujer muy parecida a su hijo. Fijó su atención en mi tripa y amplió su gran sonrisa -¿De cuánto tiempo estás?

Me resultaba gracioso ver que toda persona a la que me iban presentando me preguntaba exactamente lo mismo que Jimena. No cabía duda de que mi enorme panza se había dejado ver, a pesar de que se disimulaba un poco en este vestido. En realidad no me molestaba que me preguntaran, es más, me resultaba tierno que se preocuparan.

-De siete meses- respondí con otra sonrisa. Permanecimos hablando unos instantes de sus orígenes y de la boda. Era una mujer casi tan encantadora como sus hijos.

Después, Kane vino hacia mí y se presentó a Jimena.

-¿Me disculpas si se la robo un momento para el baile?- preguntó, educadamente.

-Oh, claro que sí, querido. Diviértanse- Jimena desapareció entre los invitados y miré en busca de Nash.

-Le acabo de dejar en la habitación con una niñera- repuso, leyéndome la mente. Me atrajo hacia él justo cuando comenzó una lenta melodía. Parecía que lo había hecho aposta, aunque yo ya había aprendido a no subestimar sus encantos. 

Sentía cómo se iban resquebrajando cada vez más mis barreras y no sabía cómo debía sentirme al respecto, llegando a frustrarme. Normalmente era mi psicólogo quien me ayudaba a aclararme las ideas, pero comprendía que yo también debía hacerlo sola. Quizás con el tiempo lo sabría y tan solo debía saber esperar. Quizás ni si quiera acabásemos juntos por todos los miedos e inseguridades que arrastrábamos. Me mataba no saber qué pasaría, al igual que no tener control de si el bebé nacería sano. Por ahora, estaba mejorando mucho, pero me daba miedo volver a caer. 

-Deja de darle vueltas a esa cabecita tuya- volvió a leerme la mente. 

-¿Desde cuándo se te da bien leerme?- pregunté levantando una ceja.

-Desde que eres tan expresiva.

Noté sus manos apoyadas en el bajo de mi espalda, justo en donde no había tela que me cubriera, pues el vestido era abierto por detrás. Su contacto me transmitía demasiadas cosas que no estaba segura de llegar a aceptar en algún momento. No fue entonces hasta que sus manos recorrieron lentamente mi espalda, acabando en mis mejillas. Pegó su frente a la mía y se balanceó de un lado a otro al son de la música. Me sentía como en un viaje astral, como si no fuera consciente de lo que sucedía a mi alrededor. Ese era el efecto que provocaba en mí que tanto me asustaba, ya que le estaba dando todo el poder para destruirme de nuevo.

Alejé esos pensamientos cerrando los ojos y dejándome llevar. Entrelacé mis brazos en su nuca y él me agarró de las caderas, atrayéndome suavemente hasta que nuestras tripas chocaron. Ni si quiera estábamos tan cerca debido a que mi prominente tripa nos separaba y no sabía por qué, por primera vez, eso me irritaba.

-Te quiero y te voy a esperar el tiempo que haga falta, Autumn- me susurró al oído como recordatorio. Me estremecí bruscamente, pero no me separé.

Yo también le quería. Yo también le amaba. Yo también quería la vida que me prometían sus ojos, pero mis miedos me sobrepasaban en ciertos momentos y este era uno de esos momentos.

Simplemente le abracé, enterrando la cara en su pecho. No quería llorar más de lo que había llorado en la boda, así que seguí balanceándome intentando recomponerme de sus palabras.

¿Por qué el amor tenía que doler tanto?

La canción terminó y comenzó otra algo más movida, por lo que decidimos alejarnos de la pista. Fue entonces cuando me percaté de la cantidad de gente que había en la celebración. Seríamos en total cien personas en aquella carpa de la playa con barra libre. 

-¿Quieres algo para beber?

Negué con la cabeza y Kane se alejó entre el gentío. Entreví a Kylie en la barra hablando con Olivia. Se les veía felices hasta que Kylie miró a alguien que se acababa de situar a mi lado y cambió su expresión a una de desagrado. 

Miré a mi derecha, en donde un Leo ebrio se acercaba a mí. Me daba la sensación de que no presagiaba nada bueno su presencia en estos momentos, así que traté de alejarme justo cuando me agarró del brazo. Me retorcí, logrando soltarme de su agarre y me di la vuelta para soltarle un bofetón. Odiaba que me cogieran así y no sabía controlarme cuando eso me pasaba.

Giró su cabeza a un lado con el contacto de mi mano en su cara. La música estaba tan alta que nadie se había fijado en lo que estaba pasando, cosa que agradecí, pues no quería dar ningún numerito. 

-¿Qué coño te pasa?- me preguntó alargando las palabras.

Le miré bien y vi lo desesperado que se encontraba. Me daba pena que todo se estuviera dando de esta manera. 

-No vuelvas a agarrarme así.

Me giré, dando por zanjada la conversación y volvió a garrarme, así que le empujé. O era tonto o se lo estaba haciendo. No tenía ni idea qué era lo que quería.

-¿Qué quieres?- pregunté, finalmente. 

-Que me des una oportunidad, Sherlock- me miró a los ojos sin gustarme lo que veía, ya no reconocía al que había considerado mi amigo.

-Leo, ya sabes que te he querido mucho, pero siempre ha sido como amigo, nunca como algo más- le expliqué.

-¿Por qué le prefieres a él antes que a mí si fue él quien te abandonó? ¿No recuerdas todas las veces que he estado ahí? 

Sentí como si me acabara de clavar un puñal. Que mencionara aquel tema me enfurecía porque me hacía ver como si solo me hubiera consolado para llevarme a su terreno y ahí fue cuando lo comprendí todo. Para él no era más que un trofeo. No era a mí a quien quería, era el sentimiento de quedar por encima de Kane lo que le gustaba.

-Estuviste ahí porque te necesitaba como amigo, pero ya veo que tú lo veías de otra manera. Y hazme un favor, no vuelvas a meterte en mis relaciones. 

-No entiendo por qué él con esos aires de chulo que trae. Me hubiese encantado poseerte sabiendo la reputación que tenéis tú, por tus vídeos, y Kane, por el fútbol profesional. 

-¿Por eso no te molestaban las noticias?- le empujé de nuevo -¿Era eso lo que querías, eh? 

Se me llenaron los ojos de lágrimas. Sin embargo, no me permití de remarlas ni perder más tiempo con él, así que le di la espalda. La gente ya me había congregado a nuestro alrededor cuando Leo volvió a agarrarme tambaleante, esta vez por los hombros. 

Noté un fuerte tirón y caí para atrás desorientada. Se paró la música y alguien se agachó a mi lado para socorrerme. Me preocupó ver que era Reece.

-Oh dios, Reece. Lo siento- lloré desconsoladamente en su pecho. Él me atrajo hacia él mientras desconocía la escena que se estaba desarrollando justo detrás de mí. Dave y un primo suyo estaban separando a Kane de Leo, quien se alejaba tambaleante con sangre en los labios. 

La escena me recordó aquel día de la graduación de Kane y se me removió la tripa. Le había destrozado la boda a mis amigos y la relación a Kylie. Sabía que estaba a punto de darme un ataque de pánico cuando me alejé de ahí desesperada. Ni si quiera sabía si se retomaría la celebración o qué iba a pasar, pero estar en el punto de mira de todos los presentes era algo por lo que no quería pasar. A lo mejor eso me hacía ver cobarde, pero me daba exactamente lo mismo. 



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