9. dedos humedos

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— ¿Yo? ¿Caer en una trampa tuya? Dulce, no te das una idea en donde has caído tú.

Intento lucir normal, como si nada estuviese pasando ahora mismo, en este preciso instante.

Negan me mira con una sonrisa de soslayo, llevando el peso de una pierna hacia la otra, elevando una ceja, lamiendo su labio superior.

— ¿Cual será el juego ahora? ¿Hacer como que tú también fingiste tenerme en la palma de tu mano? Porque si de eso se trata, déjame decirte que no funcionará, nena.

— Negan, Negan... Somos de bandos contrarios. Tendrías que estar sorprendido de que tengo la posibilidad en este preciso momento de apuñalarte, meterte un tiro en la sien o incluso robarte a tu estúpido bate de béisbol y romperte la cabeza a pedazos, pero si no lo hago, es... es porque simplemente no te mereces aquel final.

— ¿Cual es el final que merezco? — su estúpida sonrisa me pone los pelos de punta.

— Creo que todo el mundo debe ver cuando acabo contigo. Realmente, de todas maneras, no sé si es adecuado que yo deba acabar con tu vida, sino que otras personas merecen hacerlo. Si bien tengo motivos... otros tienen peores.

Se ríe en una carcajada, negando unas cuantas veces con su cabeza.

— Creo que deberías dejar de imaginar tanto absurdamente y concentrarte al caminar. Será un honor llevarte a Alexandria.

— ¿Quien dijo que regresaré a Alexandria? Además, tú no eres quien para darme ordenes. No tienes ni la menor idea de con quien es que estas tratando, imbécil.

Cuando quiero darme la vuelta y retomar mi caminata, puedo escuchar el crujido de las ramas y hojas secas, tras sentir la mano de Negan apretando con fuerza de mi bícep izquierdo.

Le miro con mi mandíbula tensa y él se encuentra de la misma manera, totalmente fuera de sí.

— Puedo ir sin ti y decirle a tu querido padre que ahora mismo te revuelcas con su mejor amigo. Puedo comenzar a jugar con su mente, entrar en ella y que averigüe por su cuenta absolutamente todo. ¿O quieres apostar, Alaïa?

Sé que es muy capaz de hacerlo. Luego de todas las cosas que ha cometido con sus propias manos, confesarle a mi padre de que estoy con su mejor amigo, no sería nada del otro mundo, ni siquiera extraño.

— Es un largo camino a Alexandria.

— No hay quien nos controle el tiempo, preciosa. — pasa su lengua por los dientes superiores y yo simplemente ruedo mis ojos.

— ¿Que es lo que quieres ganar? ¿Que te vean? ¿Hacerme quedar mal? ¿Permitir que mi padre se ponga como loco y cree cosas en su maldita cabeza? ¿No crees que ya es suficiente con todo lo que has hecho en este corto tiempo, Negan?

Se ríe, caminando hacia mi.

— Se me ocurre una mejor idea, nena. Si te llevo yo mismo a Alexandria, en caso de encontrar al perro faldero de tu padre, no dejaré que nadie le toque un pelo. Claramente, lo devolveré a su respectivo agujero negro, pero irá sin una sola marca, sano y salvo. Ahora, si no quieres que te lleve, la situación será diferente. En cuanto lo encuentre, te llevaré a mi Santuario, entrarás a su agujero negro, pondré una linterna dentro, dejaré que te despidas de él, incluso hasta podría darles condones para que le des una despedida digna, y luego, con esta preciosura — mira a su bate de béisbol, acariciándolo como si realmente se tratara de una persona — romperé su cabeza en mil pedazos hasta que no quede absolutamente más nada que sus sesos triturados y picados. ¿Que opinas?

Nuevamente, repito lo mismo.

Sé que es capaz de hacerlo.

Y yo no puedo permitir en que aquello pase en lo absoluto.

ÉXTASIS (NEGAN) +18 (SUGAR DADDY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora