Westley:
   

    Estaba en mi habitación, ya habían pasado unas horas desde que Ryan y yo despertamos. Él solía dejarme allá luego de nuestros baños matutinos para que no notaran que dormíamos juntos. Solo de pensar en eso sentía mis mejillas enrojecer, aún no me acostumbraba a esto de estar casada de verdad. Se supone que no debería hacerme diferencia, Ryan no es el primer hombre con el que he estado pero... la verdad, es que con él todo se siente tan... diferente, que no puedo evitar sentirme así. Sacudí mi cabeza tratando de no pensar en ello y seguí arreglándome frente al espejo, de nada me servía darle vueltas, era normal, completamente normal.
   
    Yo no me sentía normal, comenzaba a sentir cosas por él que jamás había sentido por ningún otro.
   
    El evento sería hoy, me sorprendía que hubiese un evento privado en Nebula, nunca habían hecho uno de estos. Empezaba desde la mañana hasta la noche, por eso me estaba arreglando, aunque me cambiaría de ropa como todos los demás cuando llegara la noche. Admito que estaba un poco asustada, Ryan dijo que iría pero no me dijo cuándo y si yo sabría que estaría ahí.
   
    Terminé mi maquillaje y me levanté del asiento para ir al clóset. Estaba buscando el vestido rojo que planeaba ponerme esa noche, cuando sentí que apareció detrás de mí con todo su cuerpo pegado al mío.
   
    —No quiero ese vestido —susurró en mi oído, haciendo que se me erizara la piel.
   
    —Ryan, tú y tu costumbre de... —no acabé de hablar y ya me había dado la vuelta, atrapando mis labios con los suyos en un beso que fue demasiado intenso—. Cielos, eres insaciable, hace nada que...

    Él volvió a besarme haciéndome callar. —Solo me despido de mi esposa como es debido —dijo casi sin aliento y apreté los labios. Él y su manía, él y sus cosas, él que cada vez que decía "mi esposa" ya me convencía. Nunca creí que me gustaría tanto el título.
 


    —Veo que vas arreglado —dije, mirando el traje que llevaba—. ¿Es para el evento?
   
    —No, tengo cosas que hacer, en la noche iré.
   
    —¿No estarás en la mañana?
   
    —Tus hermanos te cuidarán, no te preocupes —dijo tomando mi mentón y dejó un beso en la comisura de mis labios—. Sabes que nadie debe saber que estamos juntos, ¿verdad? Para todas las cuestiones, sigues conmigo porque yo te amenacé.
   
    —Lo sé, no diré nada.
   
    —Bien. —Sonrió y miró algo detrás de mí, supongo que miró, aún no sabía descifrar bien sus ojos borrosos—. Ese vestido no me gusta, te dejé uno sobre la cama, ¿podrías usarlo para mí? —me pidió con una sonrisa pícara que me hizo sonrojar. Él y sus pensamientos oscuros.
   
    —Sí, lo usaré —dije, sin mirarlo.
   
    —Bien, nos vemos en la noche, mi luna —se despidió dándome un beso en los labios y desapareció.
   
    Respiré, sería un día largo de seguro y estaba muy preocupada por ello. Salí del clóset tomando el vestido de sobre la cama, ni siquiera le quité el forro para verlo, solo lo guardé en la bolsa junto a los zapatos, el maquillaje y lo demás.
   
    En unos minutos fui al salón donde me esperaba Edice quien seguía actuando sumamente raro. James, en cambio, se había mantenido a raya, supongo que ya no necesitaba aparentar, mucho menos Clarence que a penas y lo veía (aunque tampoco es que tuviera muchas ganas)
   
    No me subí con ellos en el auto,  ya sabían de antemano lo de mi claustrofobia, así que cuando dije que iría en moto nadie se opuso. Era otra moto, por cierto, la mía terminó destrozada en el accidente que tuve, y Ryan me regaló otra porque sabe de mi claustrofobia, de lo contrario creo que no lo habría hecho (Me amenazó severamente y me prohibió terminantemente ir a alguna carrera ilegal. Tan protector él)
   
    Llegamos a Nebula unos minutos después y comenzamos a subir. El lugar estaba extrañamente vacío, normalmente habrían un montón de bailarines caminando de aquí para allá en busca de su clase. Fuimos directo al salón de eventos y allí estaban todos. Pensé que eran menos pero debían de haber cien personas en el lugar como mínimo, cien personas que me miraron en cuanto entré. Estaba nerviosa incluso si actué como si nada, no paraba de buscar entre la multitud a mis hermanos, pero no les veía.
   
    Los Anderson rápidamente se dispersaron para hablar con sus conocidos y me quedé algo perdida, no dejaban de verme y eso me tenía mal. Sentí una mano sobre mi brazo y di un salto alejándome.
   
    —Westley Moon —aquello no supe decir si era una afirmación o una pregunta, era más que obvio que era yo pero el hombre frente a mí solo me sonrió—. Veo que estás incómoda, pero no temas, aún no pasará nada —Sentí mi sangre hervir cuando dijo eso ¿Cómo podían ser tan cínicos?—. Soy Abner Anderson. —Me extendió la mano y la tomé con una sonrisa fingida.
   
    —No sé si lo sabe, Abner, pero ahora soy una mujer casada, así que mi apellido ya no es Moon —aclaré arrastrando las palabras y alejé mi mano de la de él como si fuese radioactiva.
   
    —Sí, he de decir que Ryan es ambisioso, ya se comió a una princesa antes de tiempo y ahora quiere a la otra para él —dijo observándome como comida, como si fuese el filete de carne más suculento y él fuera un león.
   
    —Tengo entendido que la cena es para toda la familia. —Sonreí a labios cerrados—. Así que no se preocupe, usted probará algo.
   
    Iba a irme, pero me sujetó y yo le miré mal. —Probar algo no es mi intención, eres demasiado apetitosa para compartirte, ¿no crees?
   
    Estuve a punto de decirle algo, pero vi como una mano le hacía soltarme. —¿No tienes nada mejor que hacer, Anderson? —la voz de mi hermano Connor me hizo darme cuenta de que ellos estaban ahí.
   
    —No, solo observaba la calidad de la cena, es todo —respondió con cinismo y se alejó riendo.
   
    Miré a Connie y él me abrazó. —¿Estás bien? ¿Te han hecho mucho daño?
   
    —Estoy bien, todo lo que puedo estarlo —dije, separándome—. Los he extrañado. —Miré a todos y literal vinieron en bulto a apretujarme como si fuese una salchicha.
   

Moon Where stories live. Discover now