—No me digan que aún piensan en esa perra.

SeokJin suspira. —Jimin...

—No me molestes, hyung, es lo que siento y no puedo evitarlo, ¿está bien? Francamente la odio y no tengo porque fingir que no, es una bruja. —dice con calma, siendo completamente sincero y antes de que continue, el sonido de un claxon le interrumpe. —Es Yoongi, bien, me largo. Los veo luego.

El sonido del claxon suena una vez más antes de que la puerta cerrándose le preseda. Entonces, una vez que Jimin se ha ido, SeokJin le sonríe un poco a Jungkook, mirándolo con empatia.

—¿Estás bien?

Jungkook sonríe y asiente varias veces. —No te preocupes, hyung, fue solo un sueño de la noche en que se fue. Creo que... Es normal, ¿no? Pensar en ella de vez en cuando.

—Jimin es un tonto la mayor parte del tiempo, pero tiene razón con que ella es una horrible persona, así que, no pienses mucho en eso, Kook, no vale la pena. —le dice antes de levantarse y comenzar a recoger los platos. —Mejor date prisa o Lu va a volverse loca si llegamos tarde.

Jungkook vuelve a asentir y acaba su café de un solo sorbo, antes de comenzar a ayudar a su hermano con los platos y la limpieza rápida de la cocina. Aseados y listos, más tarde, ambos se presentan al trabajo y comienza otro día largo.

Y él lo intenta, de verdad que lo hace, pero de alguna manera termina toda la tarde pensando en lo mismo y dándole muchas vueltas; recordando cosas como un beso antes de dormir o una sonrisa amable por la mañana.

Hasta que los tres golpecitos sobre la puerta le hacen reaccionar.

Taehyung. Kim Taehyung. El chico que carga una guitarra en la espalda y que Jungkook sabe, le espera tras la puerta trasera del restaurante.

Entonces casi corre hasta allá, porque todo el día ha pasado en un pestañeo, haciendo cada cosa de manera monótona, estando allí pero su mente en otro lugar, es por eso que la llegada de Taehyung le ha dado una corriente de emociones, un salvavidas.

Y él está allí.

Cuando Jungkook abre la puerta con desesperación, en un solo movimiento, lo único que alcanza a ver es a Taehyung, con esa misma chaqueta vieja y su guitarra en la espalda. Tiene las manos metidas en los bolsillos y se encuentra mirando una piedra en el suelo, al menos hasta que es consciente de su presencia y levanta la mirada, sus ojos conectando con los del menor.

—Hola, Jungkook... —pronuncia bajito, el calor de su boca siendo visible en el aire frío, y sonríe pequeñito, una ligera sonrisa y sus ojos brillando.

Y con eso basta, eso es suficiente para que Jungkook pueda sonreír también, su sonrisa en cambio, siendo más amplia y más denotativa de felicidad, pero igual de sincera.

Sin embargo, Taehyung lo mira fijamente y habla. —¿Todo bien?

—Sí, ahora sí. —responde y asiente con la cabeza. —Dame unos minutos y estaré aquí, ¿bien?

—No te presiones, no iré a ningún lado. —responde encogiendose de hombros.

Jungkook asiente dispuesto a irse pero se detiene de nuevo, dándole una última mirada, apenas siendo consiente del suspiro bajito de alivio que llena su corazón con calma simplemente por ver a ese chico. Entonces el resto del trabajo parece monótono, hace todo lo mas rápido que puede y cuando finalmente puede irse, vuelve al callejón donde él está esperando.

¿Siempre se ve así de deslumbrante?

Taehyung tiene una mirada que puede dar calma simplemente con verla. Un par de ojos que podrían protagonizar cualquier metáfora con referencia a la comparación de un par de luceros. Y Jungkook no quiere ser muy cursi, pero el golpeteo de su corazón bajo su pecho le dicen muchas cosas, le atraen brillos fantasiosos y una música estúpida que le hace levantar la comisura de sus labios en una sonrisa sincera.

—¿Listo?

Asiente poquito, acercándose para alcanzar su mano y comenzar a caminar donde Yoongi, listos para ver el pequeño gatito que hizo posible su encuentro, y mientras caminan, Jungkook siente alguna especie de confianza y paz que le hace hablar de inmediato.

—Tae... ¿Cómo es tu mamá? —le pregunta apenas lo suficientemente alto para ser escuchado.

Taehyung se detiene entonces, sus pasos parando de inmediato y el agarre en su mano siendo más firme, mientras su mirada se pierde en un punto fijo en el suelo.

—Era, en realidad. Mamá murió hace unos años.

Jungkook lo mira entonces y su corazón se ahoga en tristeza al escuchar su voz bajita decir esas palabras. Apenas puede reaccionar, no sabiendo que puede decir, pero es inútil, porque al segundo siguiente Taehyung sigue hablando.

—Mamá tenía el cabello muy largo y ondulado, era de color negro, muy oscuro. Recuerdo que ella se peinaba frente al tocador, siempre usaba un broche brillante que papá le había regalado en su segundo aniversario. Y ella... Ella era tan bonita. —dice con calma, aún mirando fijamente a la nada. —Me compró un perrito cuando era niño y me consentia mucho. Era divertida y elocuente, en su mayoría estaba sonriendo, aunque no era muy buena con la cocina. Leía muchos libros y me enseñó a tocar la guitarra, siempre me dijo que era su sueño haber pertenecido a una banda y recorrer el país en una gira. —admite riendo un poco. —Odiaba las cosquillas, aunque se reía en realidad le molestaban mucho. Siempre escondía sus manos en los bolsillos cuando estaba molesta pero no podía enojarse por mucho tiempo, al final se reía. Yo en verdad... En verdad la amo con todo mi corazón, ¿es eso posible si ella ya no está aquí?

Taehyung no lo sabe, no se ha percatado de eso, de que ahora hay un par de lágrimas en sus mejillas. No se da cuenta sino hasta que Jungkook está soltando su mano para poder sostener su rostro entre sus manos y barrer las lágrimas con sus pulgares, haciendo inevitable que huya de su mirada.

—Lo siento... No debi preguntar.

El mayor niega con la cabeza y se inclina hacia sus manos, buscando más cercanía. —Está bien, yo pensé que jamás volvería a hablar de ella. Al final no es un recuerdo triste, todo lo que pienso de ella son cosas buenas, aun si me duele su partida.

Jungkook le sonríe un poco y le aparta un mechón de cabello que le ha caído por la frente. —¿Enfermó?

Taehyung asiente. —Leusemia. Era demasiado pequeño para donarle médula cuando ella la necesitaba, tenía nueve años. —responde y suspira, sus ojos de nuevo llenándose de lágrimas y su rostro de un pequeño puchero que no puede evitar mostrar.

Y Jungkook no duda.

Lo atrae hacia él y lo envuelve en sus brazos, abrazándolo porque sabe que ante la pérdida no hay palabras que valgan, no hay nada que se pueda decir, simplemente el apoyo de un abrazo es la mejor respuesta ante la falta de alguien.

Así que lo abraza, acariciando su cabello y dejándolo llorar en silencio, con calma y sin prisas, mientras Taehyung poco a poco también se aferra a él.

—¿Nueve años y ya tocabas la guitarra? Ella debió estar muy orgullosa. —le dice bajito, consiguiendo una pequeña sonrisa de parte de Taehyung, que aún se oculta en su cuello.

Se quedan así un rato más, aún si el llanto ya se ha ido, porque se siente correcto y casi necesario, y para cuando finalmente se separan un poco y sus ojos se encuentran, Taehyung lo mira con profundidad antes de mirar hacia el cielo y pensar algo que se guarda para siempre en su corazón.

"Lo enviaste hasta mí, ¿cierto, ma? Voy a cuidarlo, lo prometo"












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