Capítulo 28

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El sol seguía oculto detrás de las nubes, particularmente el día lucia triste y hoy definitivamente me sentía identificada con él, nos encontrábamos en el aeropuerto, Owen se había ofrecido a traernos así que aún no podía creer que después de cinco días espectaculares Ana tenga que irse.

— ¿Me llamaras en cuanto aterrices?

—Si, Tamara.

Era la tercera vez que lo preguntaba y tal vez la tenía harta, pero necesitaba estar segura de que me llamaría para saber que había llegado bien a Nueva York.

—Muy bien. —la rodeé con mis brazos. —Te voy a extrañar mucho.

—Yo también. —besó mi mejilla. —Pero recuerda que nos veremos dentro de veintinueve días.

—De acuerdo.

Me soltó solo para abrazar a Owen con cariño, le murmuró algo que lo hizo sonreír.

—Descuida. —dijo él, sonriendo. —Ten un buen viaje.

—Hasta luego. —movió su mano para decir adiós y tomó su maleta para después adentrarse en el aeropuerto.

El sentimiento seguía intacto en mi interior, ahora solo necesitaba contar los días para volver a verla solo que, dentro de un precioso vestido de novia, pensar en ella el día de su boda me hizo sonreír de modo me aferré a ello para no romper a llorar en medio de todas las personas que pasaban a nuestro alrededor.

Giré sobre mis pies y levanté la mirada.

— ¿Qué fue lo que te dijo?

Las comisuras de sus labios se estiraron en una sonrisa.

—Prácticamente me amenazó.

— ¿Qué?

—No te preocupes, no es algo que no pueda hacer. —me tomó de la mano y me llevó a su camioneta, abrió la puerta para mí y después rodeó esta para entrar.

— ¿Y no vas a decirme de que se trata?

— ¿Tienes hambre? —encendió el motor. —Christian nos invitó a desayunar.

Me crucé de brazos.

—Seguirás evadiendo mi pregunta ¿no es así?

Tomó mi mano y besó el dorso de esta.

—Me conoces muy bien.

Acto seguido condujo hacia el restaurante, no hablé más al respecto porque sabía que solo era esforzarme en vano, no conseguiría nada, pero definitivamente esto no se quedaría así, sabía muy bien cómo sacarle lo que necesitaba saber, solo que lo pondría en práctica más tarde. Detuvo la camioneta detrás de la de Christian, me ayudó a bajar y luego caminamos hacia el interior, no encontré al chico de cabello rubio por ninguna parte, pero si a su hermana.

—Pero menuda cara me llevas, amiga. —dijo en cuanto me senté a su lado. — ¿Estuvo fuerte la despedida?

—Un poco, pero la veré dentro de un par de semanas.

Hannah me abrazó y yo le devolví el gesto, por suerte la tenía a ella.

— ¿Dónde está Christian? —preguntó Owen mirando por encima de su hombro.

—En el baño. —respondió mientras me consolaba. — ¿Han probado los camarones empanizados? Gus dijo que son la nueva especialidad.

—No. —murmuré y ella me palmeó la espalda.

—Descuida, iré por unos para mejorar tu ánimo.

Se levantó y fue con Gus que se encontraba detrás de la registradora, Owen tocó mi rodilla con la suya de modo que cuando levanté la mirada nuestros ojos se encontraron, sonreí.

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