36. Persecuciones

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Félix asintió con lentitud, digiriendo sus palabras una a una.

Kenny escogió ese momento para intervenir.

—Eres como el chico Jaeger, entonces. Una cambiante.

Ella apenas y giró el rostro para responderle.

—Sí. Vagué fuera de estos muros por un par de décadas, hasta que Reiner y compañía pasaron por aquí. Engullí a uno de ellos, y lo siguiente que sé, es que estoy de vuelta en mi cuerpo humano y el sueño... Terminó.

—El... ¿sueño?

—Pesadilla —murmuró con voz queda—. Eso era… una pesadilla.

A su lado, Kenny suspiró. Félix se volvió hacia él, esperando a que el hombre hablara.

Era algo regular ahora, que comenzaba a, lentamente, volverse costumbre.

—Entonces, conoces lo que hay fuera de estos muros.

La chica asintió.

Kenny se sacó el sombrero y se lo tendió a Félix, quien lo tomó con algo de duda. El mayor se pasó una mano por el cabello, tirando de las hebras oscuras hacia atrás, y después bajó la palma de su mano por encima de su rostro, frustrado.

—Bueno, esto complica las cosas.

—¿Por qué?

Kenny le lanzó una mirada y después lo hizo hacia Ymir. La chica los miraba atentamente, con los ojos entrecerrados.

El aire en torno a ella era de alguien con la guardia alta, y también era la de Kenny.

—Y es tal Zeke, ¿por qué te dejó venir?

Ymir permaneció callada un segundo, examinando al capitán con ojos fríos y calculadores. Después, con lentitud, su mirada se deslizaba hacia donde Félix se hallaba de pie, en espera de que fuera su superior quien diera ordenes.

—Dijo que quería enviar un mensaje, ¿cierto? —siguió Kenny, dando un paso al frente. Con el codo apartó a Félix hacia un costado, mandándolo casi detrás suyo—. ¿Cuál? ¿A quién?

—A Félix, eso fue lo que dijo —le respondió ella, poniéndose de pie con las sábanas enrolladas en las piernas, que le siguieron en su camino hacia los barrotes como un velo de novia.

Félix entrecerró los ojos y dio un paso atrás cuando Kenny lo hizo, empujándolo lejos de los barrotes. Si Ymir era en realidad una titán cambiante, que de eso no cabía duda porque su nombre era Ymir, por Dios, entonces esas barras de hierro no harían nada para brindarles protección.

Ella podría ocasionarse daño a sí misma y terminar derrumbando el lugar completo sobre sus cabezas.

—Hagamos un trato —dijo, pasando sus brazos a través de los barrotes. La sonrisa en su rostro era reminiscente de la de Hange—. Si me dejan salir de aquí, les diré lo que el mono dijo.

—No puedes ir de vuelta a la Legión —dijo él a prisa, dando un paso al frente incluso si Kenny trataba de impedírselo—. No ahora, por lo menos. Si te dejamos salir, será bajo las órdenes de Kenny, en nuestro escuadrón.

Ambos se giraron a prisa hacia él, aunque el rostro de Kenny se transformaba en algo parecido a la incredulidad, el de Ymir se fruncía un poco en escrutinio. Sus pequeños ojos oscuros le miraban de arriba abajo, juzgando y quizás también catalogando.

Si la chica había estado en la Legión, presente en Utgard para lo ocurrido esa noche, entonces no estaba enterada ni de Annie ni del titán en el muro. No sabía nada a excepción de lo que existía fuera de los tres muros, lo que había realmente al otro lado del océano, y si Félix quería llevar a cabo esa locura de plan que comenzaba a tomar forma con lentitud en su cabeza, entonces iba a necesitar de la chica.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now