Capítulo 34 | Revolución de las ratas.

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Agarra fuerzas y firmeza, me agarra de los muslos para chocar su pelvis contra mis nalgas penetrándome como tanto quería, como tanto me gusta.

La fricción es una bendición y los brazos me cosquillean detrás de mí espalda, su agarre es fuerte y me hago hacia adelante cada que me penetra.

—¿Así? —me abre más las piernas levantando un rodilla— ¿Así te gusta?

Me muerdo los labios, atrapa entre sus dedos mi clítoris y descargo una corriente de sensaciones que....

—¡Ay sí! —le digo pérdida.

Quiero decir más, pero...

—Hanniel estam...

la puerta se abre, la luz de afuera entra, así como el aire frío de afuera y en menos de nada levanto la cabeza intentado separarme de Hanniel que ve hacia la persona que no tocó la puerta para entrar y miro yo también, la cara se me pone roja en segundos de la pura vergüenza y me suelto de las manos de quién tiene su pene dentro de mí aún y no se preocupa en cubrirse.

—Estamos esperándolos abajo —dice Liam y me hago hacia delante sacando de mi vagina el miembro que queda brilloso y caigo de espaldas a la cama agarrando una sábana para cubrirme.

—¿No sabes tocar? —le reprocha Hanniel tomando entre sus manos el miembro.

No me atrevo ver a Liam y lo único que puedo hacer es ver cómo Hann comienza a mover de arriba abajo su mano alrededor del falo erecto.

¡¿Que está haciendo?! Le exigo con los ojos que deje de hacerlo cuando voltea a verme pero lo único que hace es sonreírme.

—Hasta en esto antojan —recrimina Liam con gracia y la vergüenza es tanta que me tapo la cara con la sábana queriendo que se largue de acá.

El ojos gris se ríe y estoy segura que sigue masajeando su miembro frente a su amigo.

«Sin vergüenza»

—Ahora vamos —le informa Hann y Liam suelta una risa que no se qué carajos se están diciendo con los gestos, sé que lo están haciendo, quiero saber pero no pienso mostrar la cara de nuevo.

Escucho la puerta cerrarse y me quito la sábana de la cara rápido.

—¡¿Cómo carajos voy a verlo a la cara después de verme así?! —le reclamo a Hanniel que no quita su sonrisa del rostro.

—Pues como todos los días. —se encoge de hombros volviendo a acercarse a mí masturbándose.

—Ya no quiero nada —le digo con mala cara quitándo la sábana de encima de mí.

«Me han bajado la exitación en un segundo»

Eso hizo Liam al abrir la puerta sin permiso.

Me levanto queriendo ir al baño para darme una ducha, él me sigue y lo detengo.

—De verdad, ya no quiero —pongo mi mano en su pecho.

—Me vale, porque yo si quiero —me agarra la mano que estaba en su pecho y la lleva a su miembro para que lo agarre.

Trago saliva con lo nerviosa que siempre me pone el tener así de cerca lo que me da placer con los centímetros exagerados que parecen increíbles.

—Está muy duro —musito nuevamente perdida, pero ahora en su pene el cual comienzo a estimular masajeándolo sumando mi otra mano.

—Lo está, y puede taladrar ese coño que se derrite por mí —lleva su mano a mi intimidad y la agarra fuerte.

Quita su mano y la levanta viendo todos los jugos que le he dejado. Lo miro con la cara sonrojada y abro la boca cuando mete sus dedos en ella, saboreo sus dedos levemente salados y me excito de nuevo con esto, con los ojos de fascinado que me dedica viendo cómo chupo cada uno de sus dedos mientras aún lo masturbo.

Hacia lo Prohibido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora