Capítulo |13|

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Camila se negó a mirar a Lauren durante todo el turno después de que ella regresó al trabajo, aún muda de rabia contenida. Durante la mayor parte de su vida pensó que el séquito de seguridad que iba con ella a donde quiera que fuera, era ridículo e incluso vergonzoso. Hoy era la primera vez que había encontrado un uso para ellos, y si era la única manera de mantener segura a Camila, entonces Lauren soportaría gustosamente tenerlos presentes cada maldito minuto.

Sus puños se apretaron involuntariamente, su visión se ponía roja cada vez que pensaba en las palabras de Schwartz. Ese maldito idiota ni siquiera merecía estar en el mismo mundo que Camila, mucho menos que sus dedos rozaran su preciosa piel.

Normalmente no hacía uso de su fuerza obtenida gracias al ejercicio y sus clases de defensa personal que llevaba desde pequeña, pero tratándose de Camila, no pudo evitarlo.

Las diez de la noche llegaron más temprano que tarde, y ya era hora de irse de nuevo, con Camila y Lauren todavía sin intercambiar ni una palabra. Tan orgullosa como era Camila, Lauren imaginaba que probablemente encontraría una excusa para ni siquiera irse a casa con ella esta noche, tal vez haría que alguna de las chicas le dijera que se había ido a otro lugar.

No era de extrañar entonces que Lauren le diera una doble mirada cuando después de cerrar la tienda, se volvió y casi se estrelló contra una Camila pálida y silenciosa.

—Tú, pequeña... —se contuvo a tiempo, las palabras salieron casi instintivamente—...pobre cosa. —Terminó en cambio, por un momento confundida sobre lo que debía hacer. No era de las que sienten el impulso de consolar a alguien a punto de llorar, pero la forma en que Camila se veía ahora, hacía sentir a Lauren extrañamente protectora.

—Hola. —Una sonrisa temblorosa tocó los labios de Camila.

La sonrisa le golpeó justo en el centro de su corazón, y Lauren perdió el control. Se olvidó de todo sobre su deseo de no tener nada que ver con chicas, sobre todo en público, y cerró la distancia entre ellas de un solo paso.

Camila abrió la boca en estado de shock mientras Lauren la arrastraba a sus brazos.

—Ya no hay nada que temer —dijo con fiereza contra su pelo y sus brazos se apretaron alrededor de ella, sintiéndose violentamente asesina por el modo en que su pequeño cuerpo delgado se sacudió en su contra. Schwartz tenía suerte de no estar cerca o Lauren lo habría golpeado de nuevo, por la forma en que se sentía ahora.

Camila se secó las lágrimas, pero siguieron cayendo. ¿Qué demonios? Camila decidió dejar que todo se fuera y se puso a llorar casi de inmediato, mojando la camisa de Lauren.

La mandíbula de Lauren se abrió, incapaz de creer que Camila estaba permitiendo que la viera llorar. ¡Y en sus brazos nada menos!

—¿Camila? —Trató de alejarse para mirarla, pero ella se resistió, hundiéndose más profundamente en su pecho.

—¡Es tu culpa! —Sollozó, arrugando su camisa con la mano en un inútil esfuerzo por evitar llorar.

—¿De qué demonios estás hablando? —dijo entre dientes. Dado que Camila había dicho esas palabras en japonés, la mayoría de los clientes en el vestíbulo la habían entendido y ahora le lanzaban a Lauren miradas serias después de mirar con simpatía a Camila.

Camila de repente se apartó de su abrazo y corrió hacia la salida, todavía sollozando ruidosamente. Más miradas acusadoras siguieron su camino, que hizo todo lo posible por ignorar, incluso gritando el nombre de Camila.

—¡Camila, maldición, espera!

Lauren apretó los dientes, desgarrada entre el deseo de consolar a Camila y de estrangularla por hacer que todos la miraran como si fuera una desalmada.

Lauren & CamilaWhere stories live. Discover now