Capítulo |3|

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¡Pum, pum, pum!

¿Quién demonios...?

Lauren abrió la puerta de un tirón. Luego tuvo que mirar ligeramente hacia abajo porque su huésped no invitada no era otra que la pequeña fiera que últimamente había estado plagando su mente, invadiendo sus sueños, y haciéndole tomar duchas de agua fría con más frecuencia.

—¡Buenos días! —Camila fingió no darse cuenta de que a) estaba usando sólo sus bóxers y top deportivo de nuevo y b) su pene le estaba diciendo buenos días de la manera más obvia... otra vez.

Lauren estaba rechinando los dientes hacia ella.

Oh, bueno, ¿qué había de nuevo? Ayer, esa mirada como que hacía daño, aunque ella nunca lo admitiría, pero esta vez simplemente lo tomó con calma, sobre todo sabiendo lo que sabía sobre la ojiverde.

Los ojos de Camila se estrecharon cuando notó los círculos oscuros debajo de sus ojos.

—Te ves horrible —murmuró.

Sus palabras sólo hicieron que Lauren rechinara más los dientes.

—Mira, Camila —comenzó con sarcasmo—. La gente normal golpea así. —Golpeó sus nudillos moderadamente contra la puerta—. Pero los locos tocan así. —Golpeó los puños contra la puerta, recreando el sonido de golpes que la había sacado del sueño. Por tercera vez consecutiva ya. Ahora que a la banshee parecía importarle.

La sonrisa de Camila ni siquiera se atenuó.

—Es bueno que no estoy loca entonces —escupió justo antes de doblarse y retorcerse bajo su brazo para entrar en su habitación. ¿Qué carajos?

Lauren se dio la vuelta para ver a Camila mirando sus cosas con gran interés.

—¡Camila!

—Lauren —la imitó ella, pero estaba sonriendo de nuevo.

La más pequeña se quedó parada en medio de la habitación, una hermosa bruja de pelo castaño oscuro, que su polla estaba diciendo tomara contra la pared. Se sentía tan bien tenerla en la habitación. Parecía que pertenecía en su habitación, y la ponía nerviosa.

Lauren de inmediato señaló la puerta.

—Fuera.

Pero el tono duro y hostil de su voz se perdió para ella, que le dio otra sonrisa.

—No.

No podía creer que estaba ignorando sus órdenes, así como así. Antes de que pudiera ladrarle, ella ya estaba hablando de nuevo.

—Tu habitación está muy limpia —comentó mientras sus dedos flotaban sobre los lomos de los libros de la estantería, apilados en orden alfabético.

—La tuya es un desastre —respondió Lauren.

—Lo es —admitió Camila alegremente. Ella bateó sus pestañas—. ¿Quieres ayudarme a limpiarla?

Lauren la miró como si estuviera loca.

—No.

Ella dijo con confianza:

—Lo harás.

Apretando los dientes ante su tono de voz, Lauren señaló la puerta de nuevo.

—¡Fuera! —Le dio su mueca que daba más miedo, la que hacía que las chicas de su clase inicialmente creyeran que era una integrante de la Yakuza, que era básicamente el equivalente de la mafia japonesa.

Camila casi se encogió ante el fruncimiento del ceño de Lauren, pero se contuvo a tiempo. No, ella no iba a cambiar de opinión acerca de esto. Ayer por la noche, su primera noche fuera de casa y sola en Japón, Camila había llegado a una conclusión importante. Lauren iba a ser su amiga, le gustara o no.

Lauren & CamilaWhere stories live. Discover now