Capítulo |2|

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Los dientes de Camila rechinaron mientras estudiaba el mapa extendido sobre su cama, que, aunque era pequeña, quedaba adecuada para su tamaño. Su móvil era totalmente inútil en Japón. El GPS del país, que supuestamente funcionaba como si fuera magia, no era compatible con su teléfono, lo que dejaba a Camila tener que hacer la navegación a la antigua. Por desgracia, ¡nada en el mapa tenía un maldito sentido!

Leía japonés bastante bien, sólo que no era suficiente para convertirla en Cristóbal Colón de la noche a la mañana. Además, era mala con las direcciones y punto.

¿Cómo diablos iba a ser capaz de encontrar el edificio de administración de la escuela con un mapa que no tenía flechas de GPS trazando automáticamente la ruta correcta a su destino? ¿Qué iba a hacer ahora?

Camila caminó a trompicones hacia el espejo, mirando su reflejo.

"No vamos a enloquecer. No vamos a ser melodramáticas. Vamos a encontrar una solución para esto."

Mirar su reflejo siempre calmaba a Camila, sobre todo porque le gustaba ver los resultados de su obra. Le encantaba la moda, siempre lo había hecho desde que tuvo edad suficiente para decir "Vogue" y cada día pasaba media hora planificando su atuendo, incluso si fuera su madre la única que viera el producto de sus esmerados esfuerzos.

De hecho, su amor por la moda había sido una de las razones principales para que Camila estudiara en Japón. Amaba la fresca moda callejera del país y estaba muy ansiosa de ser parte de ella.

Para su primer día, que era hoy, Camila había elegido atar su cabello en una cola de caballo, pero dejando caer la mayor parte de su flequillo libremente sobre su frente con un barrido lateral, marcando así las suaves líneas de su rostro.

Como era primavera, Camila también había tratado de vestir en consecuencia, pero con un enfoque sutil en destacar su camisa blanca de manga larga con cuello V y sus pantalones de mezclilla gris suave con accesorios: un amplio cinturón marrón a juego con el color de sus ojos y un par moderno de botas de cuero negras. Y en caso de que la temperatura bajara repentinamente, Camila estaba preparada para eso también, con una chaqueta de pana a juego, con la intensión de asegurarse de que se vería bonita incluso si estuviera helada de frío.

Ella se veía bien con todo, si se lo dijera a sí misma. Pero ¿era lo suficientemente buena para conseguir la atención de la chica del segundo piso? ¿Lo suficientemente buena para que la ayudara una vez más en lugar de arrancarle la cabeza?

Camila soltó un bufido. Lo dudaba. Ella era la mujer más ruda que jamás había conocido. Y ni siquiera estaba completamente segura de que le gustaran las chicas. Pero el hecho seguía estando... la necesitaba.

......

¡Bang, bang, bang!

Alguien estaba llamando con fuerza a la puerta de nuevo, despertándola. Por un momento, Lauren estaba confundida por una sensación de déjà vu. ¿Era de nuevo la chica y sus maletas? Pero no podía ser. Ya había jugado al botones para ella, así que ¿ahora qué?

Frunciendo el ceño, se levantó y sin molestarse en ponerse aquel pantalón por encima de sus bóxers esta vez, fue directamente a la puerta para abrirla.

Al instante se arrepintió de no haberse cubierto. Era ella.

Camila se tragó un jadeo. Oh, Dios mío, ¿Qué coño era el bulto en sus... bóxers? Bueno, un coño seguro que no era. ¿No se daba cuenta que estaba en ropa interior? Una vez más, la ojiverde estaba parada frente a ella con el cabello más desordenado que jamás había visto... así como la visión del abdomen más caliente que también hubiera visto en una chica en su vida. Esperen un momento, sí es una chica, ¿verdad? El bulto que resaltaba la hacía dudar al respecto, pero rápidamente subió su mirada hasta sus pechos. Maldita sea, por supuesto que era una mujer, y comenzaba a caer en cuenta de que no era cualquier mujer.

Lauren & CamilaWhere stories live. Discover now