El Árbol Suicida.

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Que me transforme Dios,
o sino él, el diablo,
en un insensible árbol.
Pues no soporto el dolor
de la naturaleza humana.
Rechazo el sufrimiento,
y que con el sufrimiento
se vaya también el placer
o cualquier atisbo de sentimiento.
Ahora soy un árbol,
mis ramas las mece el viento,
mis raíces se extienden
cada vez más profundo en la tierra
No pende dulce fruto
de mis ramas nudosas
sino que de ellas surgen
espinas venenosas.
Tétricas harpías se lamentan
y anidan en mi enredada copa.
Ahora nudoso árbol seco,
violento contra mi mismo,
esta transformación
no es para mí, castigo.
Gracias Dios,
o tal vez diablo,
por no permitir a mi alma
volver al cuerpo que nunca quiso.
Gracias Dios,
o tal vez diablo
Por permitir que en el último de los días
mi alma cuelgue de este triste árbol.

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