»Kasanoda Ritsu«

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Gentileza gélida.

Hiroko era una de los tantos subordinados que Kasanoda tenía. Más específicamente se trataba de una de las maids de la residencia del pelirrojo.

La chica era hija de una de las maids principales de la casa. Cuando su mamá murió, hace un par de años; Hiroko tomó el cargo de su madre, pero más que una maid era una clase de asistente para Kasanoda.

La familia Kasanoda le dio a Hiroko refugio, resguardo y protección a cambio de servicio y lealtad desde aquel entonces. Es por ello que eran como una segunda familia para ella.

Cursaban el mismo grado en la Academia Ouran. Sin embargo; pertenecían a distintos grupos. A pesar de que trabajaba para él y que asistían a la misma escuela, su relación no iba más allá que la de; subordinada-jefe.

Si bien Hiroko entablaba pequeñas conversaciones con Kasanoda a la hora de recibir órdenes, la plática era estrictamente relacionada con dichas tareas. A diferencia de los demás; Hiroko siempre permanecía pasible incluso cuando Kasanoda actuaba un tanto intimidante.

El hecho de que las conversaciones no fueran más allá que temas de trabajo con el fin de formar un lazo no era porque Kasanoda le intimidara ni nada por el estilo sino porque creía que debía ser respetuosa y educada al dirigirse a su superior. Quería acercarse a él y ser su amiga, pero prefería mantener su posición y no incomodar o tener abuso de confianza. Con esto no quería decir que fueran diferentes porque no era así. Hiroko creía que todos eran iguales. La cuestión era que no sabía si Kasanoda querría hablar de otra manera o formar un lazo, no había dado indicios de ello así que simplemente lo dejó ser, que todo llevara su propio trayecto.

La actitud de su jefe siempre le llamó la atención, tanto que la rubia siempre lo observaba con detenimiento, a tal punto de analizar su comportamiento, reacciones, gestos y demás para así, de ésta manera; entenderlo un poco más, indirectamente. Después de un tiempo de convivir con él; entendió que le costaba acercarse a las personas y que carecía de confianza en sí mismo.

La chica, al igual que todos sus compañeros de trabajo; pudo notar la clase de persona que era Kasanoda. Todos coincidían en que él era alguien sumamente amable, fuerte, gentil y de gran corazón. Lo único que le faltaba era lo antes mencionado; confianza en sí mismo.

En uno de los tantos días pasados en la residencia; Hiroko vio cómo Kasanoda ayudó a unos polluelos que habían caído desde el nido hasta el jardín a regresar con su madre. El suceso sólo la ayudó a reafirmar la buena imagen e impresión que tenía de él. Tal acontecimiento dibujó una sonrisa en los labios de la joven pues para ella, fue algo enternecedor de ver.

En otra ocasión curó a un pequeño gorrión que se había lastimado un ala. La cuidó y alimentó hasta que se recuperó y pudo volver a volar. Esa fue la primera vez que Hiroko lo vio sonreír cálidamente y por alguna extraña razón el contemplar su gentil sonrisa removió sus emociones al punto de agitar su corazón. En ese momento no entendía lo que ocurría, pero sin duda alguna muy pronto lo haría.

Se había metido tanto en sus pensamientos y recuerdos que cuando menos lo esperó ya había llegado la hora de ir a la escuela, así que sin más corrió a la habitación destinada al personal de servicio para cambiarse rápidamente y arreglarse un poco. La parte positiva de todo esto era que ya había tomado su desayuno, por lo tanto tendría suficiente energía para apresurarse.

Hiroko tomó su maletín para después dirigirse al patio y seguido de esto hacia la salida donde se encontraban todos los subordinados atemorizados ni más ni menos porque Kasanoda estaba ahí frente a ellos.

«Oυran нιgн ѕcнool нoѕт clυв one ѕнoтѕ»Where stories live. Discover now