Boda

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Muchos dirían que parecía una escena sacada de una película de romance. Todos se detenían para verla, asombrados, recordando aquella escena donde Mary Jane huye de su boda.

Pero esta vez no había una sonrisa en el rostro de la chica, no se trataba de una Mary Jane o de un Harry y, contrario a lo que todos pensaban en ese momento, ni siquiera había un Peter Parker.

Ella seguía corriendo por las calles de Nueva York, su vestido blanco le complicaba su avance y los zapatos de tacón la hacían tropezar.
No tenía idea de a donde se dirigía, ya no tenía un lugar al que ir después de haber dejado a Jason en el altar. Fue un simple impulso el huir, pero ella sabía muy en el fondo que era lo correcto.

Annabeth no quería pensar, básicamente acababa de cortar todos los lazos con su familia porque seguramente la escapada significaría para su madre una humillación pública.

Harta de ser el entretenimiento de la ciudad entró a la primera cafetería que encontró llamando la atención de los presentes, Annabeth siempre había sido una mujer autoritaria que no se dejaba intimidar, pero justo en ese momento se encontraba más vulnerable que nunca así que rápidamente se dirigió a una mesa del fondo sin siquiera atreverse a mirar a los demás.

No todo estaba perdido, pensó. Se tenía a ella misma y con eso bastaba. Tenía su libertad.

Pero no podía evitar sentirse mal por Jason, él no tenía la culpa de nada; la había apoyado en muchos momentos de su vida y ahora ella había huido de él. Tal vez si las cosas hubieran sido diferentes, en otras circunstancias en las que su familia no estuviera involucrada, tal vez sólo así las cosas hubiesen funcionado y ella sería la mujer más feliz del mundo en ese momento por estar a punto de casarse... pero esa no era su realidad.

- ¿Te sientes bien querida?

Una voz la sacó de su ensoñación, era una mujer, debía estar en sus 40's; notó que era empleada de la cafetería y por un momento creyó que la correrían del lugar, pero su sonrisa amable le hizo saber que no era así.

- Yo...

Las palabras no salieron de la boca de Annabeth y comenzó a sollozar. Y así, como si se conocieran de toda la vida, aquella señora la abrazó con tanto cariño y le susurró palabras de apoyo.

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Sally, como se llamaba aquella mujer, llevó a Annabeth a su apartamento y le prometió prepararle galletas para que se sintiera mejor, y ella no podía estar más agradecida con su salvadora.
No le hizo preguntas, no la miró mal ni juzgó sus decisiones; sin embargo, Annabeth sabía que le debía al menos una explicación y ella realmente necesitaba hablar con alguien.

- Puedes tomar una ducha, te dejaré algo de ropa para que puedas usar.

Annabeth obedeció, mientras se bañaba no pudo evitar comparar la tranquilidad que le estaba otorgando ese baño comparado con el que tomó ese mismo día unas horas antes, donde lo único que podía pensar era en que no quería casarse.

Tal y como Sally prometió había ropa en la cama, era algo grande para Annabeth, pero con eso le bastaba, quería deshacerse de ese vestido de novia lo más pronto posible.
Se dirigió a la cocina para encontrarse con Sally, Annabeth no sabía cómo actuar y sin pensarlo mucho dejó de lado toda su armadura y empezó a hablar.

- Conocí a Jason en la universidad, nos hicimos amigos rápidamente ya que nuestros padres también estudiaron juntos. Él siempre fue muy atento conmigo y me trató bien, éramos mejores amigos, y es que de verdad lo amo tanto pero no de la forma en la que se debe amar a una pareja.

Percabeth One ShotsWhere stories live. Discover now