Miedos

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Capítulo 4

Cuando tenía ocho años solía ir con Clark y Alex al claro, una Laguna de aguas cristalinas rodeada de un espeso bosque, pasábamos horas y horas corriendo y jugando, podíamos estar en nuestra forma de lobos con total tranquilidad y en confianza. Nuestra reserva era completamente segura y libre de humanos.
Fue aquella vez que lo conocí, Mike Mathews hijo de Rhea eran de otra manada y ellos también solían ir al claro donde unas cuantas manadas que mantenían un trato de paz solían socializar y congeniar entre todos. Mike tenía doce años y era bastante grande para su edad, tenía ese pelaje negro característico de su familia.
Mi madre y mi tía nos advirtieron repetidas veces que no debíamos jugar con él y con los que pertenecían a su manada, Clark a pesar de tener la misma edad que Mike era un poco más pequeño. A casi un kilómetro y medio hacia el noroeste había un río que bordeaba todo el territorio de mi manada, de El. Entre los lobos adolescentes tenían un juego de retos y peleas para intentar demostrar quién era más fuerte y quién era un "alfa" fuimos los cinco, Alex, Clark, Mike, James y yo en una carrera por quien llegaba primero, y aunque di todo de mi no pude alcanzarlos y terminé llegando última. El río era bastante ancho y de fuerte corriente, James y Mike fueron primero dando un gran salto y luego intentando llegar hasta el otro lado, Alex y Clark fueron después y al último salté siguiéndolos. Fue la primera vez que mi madre me castigó y también fue la primera vez que casi perdí la vida.
Después de aquella vez, Mike siempre buscaba encontrarme sola para retarme a hacer alguna cosa similar, ya sea pasar nuevamente el río o pelear con él o con James quién siempre estaba tras de Mike siguiéndolo como si fuera una extensión de él.
Esa fue la primera vez que estuve cerca de la muerte pero no la última, y fue como si la misma muerte se hubiera encaprichado conmigo que cada ocasión era una nueva oportunidad para invitarle a llevarme con ella.

Agradecí que Alex despertara quince minutos antes de llegar al territorios de los Danvers, así podíamos concordar nuestras versiones de lo sucedido, solo rogaba porque Clark no se adelantara a contar sobre el disparo y sobre nuestro gran fracaso por sacar a Nia. Lastima que Clark no pensaba igual.

- Es que no puedo, no puedo creerlo. - Jeremiah caminaba de un lado a otro en medio de su despacho, Clark, Alex y yo estábamos sentados frente a él - ¿Qué demonios pensaban? ¿Qué esperabas Kara? - preguntó enojado, me sorprendí por la pregunta y casi acusación
- Les dije que me esperarán - Dije dándoles una mirada tanto a Clark como a Alex reprochándoles
- Clark, Alex salgan - Gruñó y ellos salieron casi derribando las sillas por la rapidez de su escapada. Jeremiah apoyó las manos sobre el escritorio mirándome detenidamente, me analizaba o seguramente buscaba las palabras para reprocharme por mi actuar. - ¿Hasta cuándo Kara? - habló, fruncí el ceño - Ocho años Kara, ocho años que llevas alargando lo inevitable. - desvíe la mirada, afuera estaba el granero
- No lo estoy evitando, solo no estoy lista.
- Estás esperando que el momento perfecto llegue, y eso nunca pasará porque no existe momento perfecto para ser líder.
- Clark también es un alfa - murmure aún con la vista en el granero
- Pero él no fue elegido por la Luna - giré los ojos ante la mención de la Luna. Crecí con la creencia de que la Luna era la que tenía nuestro destino en sus manos, tanto nuestro futuro como alfas, betas u omegas, como de nuestras almas gemelas. Mis padres habían muerto por la ambición de poder de otros, y docenas de inocentes murieron por ellos. ¿Cuál era mi destino? ¿Qué tiene la Luna escrito para mi, si ni siquiera aún me había dado la oportunidad de conocer a mi alma gemela? Había perdido a mis padres, a mis tíos y a casi toda mi manada, los que quedábamos no éramos ni la décima parte de los que alguna vez fuimos. Ya no había legado de los El, ni siquiera yo porque había adoptado el apellido Danvers y era conocida por ser otra hija más de Jeremiah y Eliza Danvers.
- La Luna se equivoca - dije mirándole - Prueba es lo qué pasó hoy, ninguno me obedeció cuando les dije que esperaran, yo les advertí que iría primero pero no. ¡Y mira lo qué pasó! Casi perdemos a Alex, fuimos para salvar a una de las nuestras y casi perdemos a otra más. ¿Esa es la líder que le espera a la manada? - pregunte incrédula- Debí escuchar a la mujer, quise aceptar su ayuda y sus ideas, que definitivamente eran mejor que las nuestras. - bufé recargándome en la silla, tenía el ceño fruncido y la vista sobre la superficie del escritorio mientras volvía a analizar todo lo acontecido durante el día.
- El alfa no siempre hará las cosas bien, no significa que no se vaya a equivocar. Errarás muchas veces y de ello aprenderás y luego ya no cometerás los mismos errores. Aprenderás con el tiempo porque nunca dejas de aprender algo nuevo, escucharas a los demás y con el tiempo sabrás tomar los buenos consejos y desechar los malos. Escucharas a tu manada y sabrás qué es lo mejor para ellos, pero nada es instantáneo Kara, todo es un proceso. - trague con fuerza ante las palabras de mi padre.
- Tengo miedo - murmure suavemente como si quisiera evitar que alguien más pudiera escuchar aquella confesión. Todos los lobos tienen sus expectativas de cómo debe ser el alfa de una manada, tiene que ser el más fuerte, el más inteligente e incluso el más cruel y no debe tener miedo a tomar decisiones.
- ¿De qué, cariño? - se acercó arrodillándose en el piso y tomó mis manos entre las suyas
- De decepcionarte, decepcionar a todos. - dije mirándole
- Deja de vivir por los demás y comienza a vivir por ti. Sal y conoce a otro lobos, no creas que la Luna no tiene a alguien para ti. - giré nuevamente los ojos por la mención de lo perfecta que era la Luna.
- Papá - proteste
- Es verdad, cariño. La Luna tiene alguien para ti, ya lo verás.
- Creo que iré a correr un poco, veré si Winn está listo para una ronda por la propiedad. - me puse de pie y luego se despedirme con un beso de mi padre, salí de la casa en busca de Winn.

Hasta el último día - supercorp AUWhere stories live. Discover now