Capítulo 28 | La última gota

Start from the beginning
                                    

—¿No piensas hacer nada entonces? ¿Vas a seguir llorando todas las noches como si fuera el fin del mundo?

Me enoja, ya, ha logrado enojarme y me levanto de la cama encendiendo la luz abriendo la puerta. 

—¡Vete! —se lo grito enojada y con buenas ganas de que me deje sola. 

—¡Te cae mal que te diga las cosas que haces! ¡Él te esta causando muchos problemas! por él papá ha dejado de ayudarte, por él tía Marlen ya no te puede ver, ¡Por ese estúpido estas llorando como pendeja!

—Ah ¡¿Ahora soy yo la pendeja por llorar?!

—Si, te lo buscas y no le tomas importa...

—¡Mira quien habla! tú te la pasas llorando todo el santo día, deprimida y tratando de quitarte la vida ¡Como loca! —todo lo digo sin pensar y me quedo quieta.

Estoy tan mal que no veo el error que he cometido y lo pesado que son cada palabra que dije hasta que veo lagrimas salir de los ojos de ella, con el rostro desvanecido e intento retractarme pero...

—No. —Se levanta de la cama— No es lo mismo lo tuyo con lo mío. Porque tú te buscas el dolor que estás sintiendo, porque sabes lo que te está causando y aun así eliges quedarte ahí, a sufrir.

Se queda por un momento en silencio y traga saliva con dificultad dejando que lagrimas espesas salgan de sus ojos. 

—En cambio yo no, yo no elegí que mamá muriera y que a la luz del día aún aparezca en mi mente la calle llena de su sangre, ella completamente destruida y en coma, que aparezca en forma de pesadilla cada que cierro los ojos sabiendo que ella no debe ser ninguna pesadilla. —se le sale un sollozo y veo la amargura en su expresión, amargura que la consume— Yo no elegí el a-acoso que... —se le quiebra la voz— el acoso que recibo todos los días y a toda hora en la secundaria, yo no...

Mira a otro lado limpiándose las lagrimas y me estoy odiando en este preciso momento, no sé que hacer, ella está alterada y su aura me dice que ni la toque.

—...No pedí que ellos me grabaran mientras me bañaba en las regaderas de natación —el aire se me va y el peso de conciencia cae, la impotencia y ¿A vivido todo eso y no le hemos puesto la suficiente atención?—, ni mucho menos que las publicaran entre todos, para después aguantar los comentarios morbosos y despreciántes de todos al verme con cuerpo desnudo que no es acorde a mi edad. 

Se queda callada otra vez, noto lo difícil que es para ella respirando como si eso también la lastimara, las lagrimas salen sin que ella haga esfuerzo, su rostro es un completo frío. A mi también me hace mal que ella esté sufriendo, camino despacio a ella y...

Se agarra la cabeza, sus nervios los siento yo también.

—Yo no pedí que mi mente me pida una y otra vez lastimarme tan fuerte aun así en contra de mi voluntad, no pedí que tenga voces en mi cabeza que me griten dejar este mundo para ir con mamá, sin siquiera saber si iré al cielo o al infierno, porque cometería un pecado al quitarme la vida. 

—Dafne... no fue mi intención —intento acercarme a ella. 

—¿Sabes lo difícil que es lidiar con una enfermedad de locura en tu cabeza? ¿Y que nadie te crea solo por ser una "adolescente"? 

Las lagrimas comienzan ahora a salir de mis ojos, verle su sufrimiento jamás había sido tan doloroso y mucho más cuando fui yo quien disminuí la importancia de su problema.

—Pero si esa es tu opinión, que bien. Creí que eras la única que no me juzgaba y me creía. 

Camina a la puerta e intento agarrarla pero se suelta amargamente. Suspiro profundamente y la sigo a través del obscuro pasillo y me quedo un rato reprochándome todo, entro de una sola vez a su habitación y la veo sentada en el suelo en una esquina llorando muy fuerte, la piel se me eriza y sin pensarlo mas me voy arrodillando frente a ella tomándola del brazo para abrazarla a las fuerzas. 

Hacia lo Prohibido ©Where stories live. Discover now