Parte 5

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Logan regresó al comedor a paso apresurado, poco dispuesto a dejar a Charles solo con su madre y su padrastro. Sin embargo, al ingresar allí, solo se encontró con los sirvientes, quienes estaban limpiándolo todo.

—El señorito Xavier, ha retornado a su habitación- habló, Salvadore a su espalda y pronto lo rebasó para ayudar a los demás a acomodar la mesa.

Asintiéndole a modo de agradecimiento, Logan se dio media vuelta, tomando el camino que lo llevaría hacia ese lugar. El nudo en su estómago se había tornado una bola dolorosa y su mente era un remolino de ideas y recuerdos de lo sucedido hacía solo unos minutos, que, por su propio bien y el de Charles, deseaba ignorar. Al menos por ese momento, fingiría que nada había sucedido, hasta que se calmarse un poco o terminaría incendiando la mansión con Sharon y Kurt dentro.

Al detenerse en la puerta de la habitación, dio un largo suspiro, tratando de encontrar el sosiego que le hacía falta e ingresó en ella. Golpear era innecesario, no había nada de Charles que él no conociera.

La habitación estaba a oscuras, siendo solo iluminada por la suave luz de la luna que ingresaba por la ventana. A Logan le costó acostumbrar su visión a la penumbra, pero cuando lo hizo, vio a Charles junto a la ventana. Tenía un libro entre las manos y acariciaba con expresión melancólica (Logan conocía muy bien cada una de sus expresiones, como para saber como se veía el omega en ese momento) la rosa que había disecado entre sus páginas.

"El origen de las especies" rememoró el título del libro, porque cuando Charles lo había comprado, el beta se burló de él. Era por demás sabido que ese Darwin tenía unas ideas bastantes extrañas y alocadas, sin embargo, Charles había estado tan contento que no le importó. Él creía en el tipo sin siquiera conocerlo. Una de las tantas virtudes del omega.

Había vuelto a reírse de él, cuando lo eligió para colocar la rosa de Lehnsherr allí. Le había tachado de poco romántico y sonriendo burlón, Charles le respondió que, quizás, él era muy cursi. Logan nunca se había enamorado y ni siquiera se había permitido soñar con eso, por lo que las palabras del omega le habían resultado graciosas también. Probablemente, por eso había elegido ese libro, porque cada vez que lo tuvo entre sus manos, había sonreído.

Ahora, Charles no estaba sonriendo. En ese momento, su rostro estaba marcado por el dolor, un dolor profundo que venía de años y años de desamparo y soledad. De años de saberse a si mismo no apto, por ser diferente a los demás. Años tratando de dejar de soñar con algo que creyó que nunca llegaría.

—Estuvo tan cerca- su voz, un susurro calmo, causó que todos los vellos en el cuerpo de Logan se erizaran y un escalofrío le recorriera. Habían logrado romper a Charles. Lo habían pisoteado, hasta que apenas quedó algo de él. —Supongo, que debo estar agradecido... Es lo más lejos que he llegado.

—Charles... - le llamó y no supo que decir ¿Qué consuelo podría brindarle?

El omega dejó escapar un sonoro suspiro y sonrió. Era la primera vez, que Logan odiaba ese gesto en él.

—Está bien...- dijo, con su voz a punto de quebrarse — Hay cosas para las que uno no está hecho... Cosas, que no nos pertenecen. No era para mí, nunca lo fue. No debí haber soñado con ello, no debí permitirme hacerme ilusiones. Yo...- hizo una pausa profunda — ¡Oh, por Dios, estoy llorando! Lo siento. - sollozó —Lo siento tanto, Logan.

Las piernas de Logan se movieron por impulso. Rápidamente, avanzó hacia Charles y se arrodilló a sus pies, para tomar su rostro entre sus manos. Las lágrimas calientes le mojaron las palmas.

—No te disculpes, Charles... No tienes nada por lo que hacerlo.

—No puedo dejar de llorar- gimió —¿Por qué tuvo que pasarme esto a mí, Logan? ¿Por qué tuve que ser un lisiado?... ¿Por qué tengo que estar seco por dentro?

—¡No, Charles, no! - le reprendió con fervor, odiando y maldiciendo a Kurt Marko por decir esas palabras.

—Soy un omega inútil... Ningún alfa me quiere.

—Basta, Charles, basta... Escúchame. Tu eres un omega inteligente, eres encantador... Eres guapo y agradable. Lehnsherr es un imbécil si no es capaz de ver más allá de tus limitaciones y no te merece. ¡Al diablo con Lehnsherr! ¡Al diablo con Marko y al diablo con tu madre también! – dijo abrazándole con fuerza.

Permanecieron en silencio mucho tiempo, hasta que las piernas de Logan comenzaron a entumecerse por la extraña posición, pero no pudo obligarse a que ese hecho le importara. En un momento, creyó que Charles había quedado dormido. Su respiración era calma y apenas se movía. —¿Ya estas mejor? – preguntó en un susurro.

Charles asintió limpiándose el resto de las lágrimas, que estaban enfriándose sobre sus mejillas.

—Ahora, escúchame, lo que vamos a hacer a continuación, ¿Sí? - le habló con cariño, como cuando era un niño pequeño que recién estaba aprendiendo a leer —Mañana, a primera hora de la mañana, te levantarás y te asearas y pensaras muchas cosas hermosas, que te hagan sentir bien.

—Logan...

—No me interrumpas. Pensarás muchas cosas bellas- retomó —Y tomarás uno de tus pañuelos nuevos y lo impregnaras en tu aroma, antes de guardarlo en una caja- dijo y se separó un poco de él, para encontrar sus ojos.

Charles le miró con curiosidad, pero permaneció en silencio.

—Entonces, yo lo tomaré e iré a ver a Lehnsherr y hablaré con él. Lo convenceré de que no se dé por vencido.

—Pero...

—Lehnsherr vino a tu casa, a hablar con Sharon y Kurt para pedir permiso para cortejarte. Si eso no significa nada, no sé qué hace un hombre tan importante como él perdiendo su tiempo de esa manera- dijo, con más seguridad de la que realmente sentía. —Así que tú te portarás bien y me harás caso, que los años no me han venido solos. ¿Has entendido?

Charles asintió, nuevamente.

—Muy bien... Ahora, a dormir – ordenó y sintiendo, dentro de sí, arder el ferviente mandato de proteger los pedazos que aún quedaban del omega que estaba a su cuidado.

El arte del cortejoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt