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Narra Annie

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Narra Annie.

Hace apenas un par de minutos había venido una chica que trabajaba en este lugar y me había dicho que una mujer me había comprado, lo que me puso tensa al instante, por un lado estaba feliz de irme pero por otro lado estaba nerviosa, no sabía que esperar de ella. Sé perfectamente que mi forma de ser no es la más agradable, con todas las personas que han querido comprarme me he portado como una perra, simplemente su presencia no me hacía sentir segura.

Algo dentro de mí decía que está vez iba a ser diferente, que ésta vez si podría llegar a ser feliz. Pero no me podía ilusionar, ya que todo puede llegar a salir mal. Luego de varias decepciones a lo largo de mi vida, me negué a ponerme feliz por cosas como esta, quizá me terminan decepcionando una vez más.

Más tarde escuché que golpearon mi puerta, mi pulso se aceleró nuevamente, mis nervios regresaron. Decidí volver a colocar en mi la máscara de mujer dura que utilizo cuando el momento llega.

Sin esperar a la mujer que del otro lado de la puerta se encontraba me levanté de la cama, creo que tendré que levantar mi mandíbula del suelo porque se me cayó.

Narrador omnisciente.

Ambas mujeres se encontraban mirándose hipnotizadas, por la mente de la mujer pelinegra pasaba el pensamiento de que era mucho más hermosa de lo que salía en la foto, estaba segura de que esta no le hacía justicia en nada. Mientras que la chica rubia se había quedado paralizada al verla, en efecto no era como lo esperaba, nada en su mente podía llegar a procesar lo que veía, se atrevió a darle un repaso "disimulado" (no lo fue para nada).

Luego del trance en el que ambas estuvieron durante minutos, la mujer decidió romper el silencio que había.

-Buen día- saludó Mikasa a Annie mientras la miraba fijamente.

-Hola- correspondió al saludo la rubia de manera seria y corta.

-¿Cómo estás?- cuestionó la pelinegra mientras se acercaba un paso más hacia ella.

-¿Te importa acaso?- contestó de manera brusca.

-Wow, en definitiva sos como te describieron-le contestó Mikasa con una pequeña sonrisa sin mostrar sus dientes.

-¿Ah si?- dijo Annie manteniendole la mirada fija.

-Si, nos parecemos demasiado.

-Lo dudo, pero como quieras- Annie había mirado a detalle a la mujer, dándose cuenta de su alta estatura.

-Vení, vámonos- Mikasa extendió su mano esperando que la rubia la agarre.

-No te voy a dar la mano, ni siquiera te conozco.

-¿No me presenté?- al ver la respuesta negativa de la chica suspiró -perdón, soy Mikasa Ackerman, un placer pequeña.

-Mucho gusto, Annie Leonhart- se cruzó de brazos.

-Bonito nombre, ahora si, ¿Vamos?- entendió su mano esperando que la agarrase.

-Bueno- Annie rodó los ojos pero finalmente accedió a darle mano, para su sorpresa las manos de Mikasa estaban frías -tenés las manos frías.

-Afuera hace frío- se encogió de hombros.

-No hay drama- dijo Annie restándole importancia.

-Genial, ¿esas son tus cosas?- dijo Mikasa apuntando hacia una valija y una caja.

-Ajá- contestó yendo hacia ahí.

-Esperá que te ayudo- sabía que Annie podía sola, pero quería intentar ganar su confianza.

-Está bien, puedo yo sola- dijo Annie levantando la caja.

-Dame esa, te ayudo igual- agarró la valija -vos lleva eso si querés.

-ok.

Luego de agarrar las cosas empezaron a caminar hacia la salida, pasaron por la recepción donde la alta había sido atendida y Mikasa saludó a la chica con un movimiento de cabeza, está se lo devolvió con una sonrisa. Por supuesto que esto a Annie no le agradó para nada, por lo que estaba disgustada, ¿Qué le pasaba? No pueden ser celos, imposible, si apenas la conoce de minutos.

Una vez salieron a la calle una ráfaga de viento las azotó, haciendo que Annie se estremesca por la ventisca y le suelte la mano a Mikasa para sobarse los brazos.

-¿Te dió frío?- Mikasa miraba como se sobaba los brazos intentando darse calor.

-No- a pesar de su repsuesta, Mikasa sabía que sí. Así que se sacó su saco y se lo colocó por encima de sus hombros -no hace falta que me lo des.

-Si que hace falta, no quiero que agarrés frío y te enfermes- dicho esto Mikasa volvió a tomarle la mano y se dirigió hacia su camioneta.

Cuando llegaron, soltó la mano de Annie para sacar las llaves de su bolsillo y presionó el botón para abrir el baúl del vehículo, dejando la valija en este miró a la rubia esperando que le pase la caja que sostenía.

-¿Eso también?- señaló con la mirada la caja.

-No, esto no, es frágil- Mikasa asintió cerrando el baúl, rodeó la camioneta y me abrió la puerta a nuestra esperando que suba.

-Gracias- dijo una vez arriba.

-No es nada- respondió la pelinegra para luego dar la vuelta y subirse en su lugar.

Una vez listas, Mikasa arrancó en dirección a su hogar.

Una vez listas, Mikasa arrancó en dirección a su hogar

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MommikasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora