cuarenta y dos.

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No había podido conciliar el sueño por mucho que lo había intentado y por mucho que haya rodado por el sofá para encontrar una posición cómoda. Nada funcionaba.

Como no podía dormir trataría de mantenerse ocupado.

Podría escribir o dibujar siquiera.

Pero no, algo más rápido y factible que le llegaría a distraer era intoxicar su cuerpo con la cocaina que le había sobrado y un poco de alcohol. Le distraía bastante.

Arrastró sus pies hasta su habitación, todo era un desastre allí adentro, pero aún así con todo aquel desorden nada le distraería de aspirar un poco aquel polvo blanco. Le distraería del cansancio físico y mental que cargaba.

Sacó una tarjeta de su billetera tirada en el piso y vertió todo el polvo en la mesa, se arrodilló frente a ella e hizo lo que todos estos últimos días había estado haciendo, llenar su cuerpo con químicos que le daban momentos de euforia y algo de emoción. Después de terminar las dos lineas que se había propuesto limpió su nariz y se sentó para esperar los síntomas de que haya funcionado. A su lado en el piso había una botella de whisky a medio terminar, la abrió y bebió todo lo que pudo mientras esperaba. El alcohol ayudaba a que la cocaina cumpla con su función, lo hacía más rápido. Se sentía ligero, como si todo a su alrededor se desvanecía, sentía como su mente se nublaba y como la euforia le abrazaba.

Se sentía bien.

Se levantó del piso tambaleándose y fue hacia su sala para prender la radio, quería escuchar un poco de música mientras se sentía así de bien. Podría con toda la energía que tenía limpiar todo lo que había a su paso, podría hacer muchas cosas, pero solo escucharía música mientras bebía sentado en el sofá, disfrutando de la efímera felicidad.

Se sentó en su sofá tirando su cabeza hacia atrás mientras cantaba sus canciones favoritas, sabía las letras de memoria, sabía el ritmo de memoria, la música le ayudaba mucho, era parte de su diario vivir, con música todo se hacía más llevadero y ligero.

Estaba tan distraído cantando y moviendo su cabeza que no escucho las llaves abriendo su puerta, solo se dio cuenta de la compañía extra cuando oyó las botellas del piso chocar entre sí. Volteó su cabeza para ver de quienes se trataban y sonrió cuando vio a su hermana y a sus amigos, se levantó del sofá tambaleándose y fue a abrazar a su hermana, era más alto que ella pero se sentía muy a salvo entre sus brazos.

Ella siempre lo había salvado.

Luego abrazo a sus dos amigos, sus dos fieles amigos que siempre habían estado para él, sosteniendo su mano en los momentos más oscuros, guiándole con una lámpara a través de aquel laberinto.

—Debieron decirme que vendrían, hubiese ordenado algo que comer.—Dijo Jungkook, parándose frente a ellos.

Con una sonrisa y la mirada profunda.

Profundamente perdida, rota.

Su hermana y sus amigos desde su posición podían ver los ojos de Jungkook, unos ojos carentes de brillo y de luz, unos ojos redondos con muchas grietas alrededor mostrando lo roto que estaba. La opresión en sus pechos se hizo presente. Porque podían ver con sus ojos el estado de Jungkook, la recaída que había tenido, tenía ojeras marcadas y los ojos hinchados por falta de dormir.

Era abrumador.

—¿Comiste algo?—Preguntó Seokjin.

—Uh, en la mañana me hice unas tostadas.

—Ahora es de noche, Jungkook.—Susurró Nayeon.

—No tenía hambre, no quería forzarme a comer.

" 1997 „ ┊ kookmin au ᵕ̈Where stories live. Discover now