Ciudad

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Seguí viviendo, caminando bajo el sol, sudando. Algunos días algún granjero amable me dejaba dormir en una cama o me daba un plato caliente de comer. Y así, pateando caminos, estos evolucionaron de tierra a cemento.
Y llegué a la ciudad. Mi primera visión fue la de varios edificios enormes y calles y calles, todas conectadas con carreteras.
Aquello fue algo sorprendente para mi ya que había pasado toda la vida en el campo.

Mientras caminaba por las calles asfaltadas me vi reflejado en la ventana  de un gran edificio y la visión me dejó bastante triste. Daba pena. Seguía llevando aquella ropa que me dieron los hippies, llena de tierra. Igual que mis pelo, cara, brazos...
Me senté en una esquina a reflexionar, pero como eso me entristecía demasiado, decidí tocar algunas de las canciones que me habia enseñado Frank. Al parecer, algunas eran algo conocidas.
La gente se acercó a mi, alguno me miraba con cara de pena y me tiraba algunas monedas, solía ser gente que olía y vestía bien. Algún otro que aplaudía o me contaba algo sobre la canción que estaba tocando.
Cuando me cansé de aquello, cogí las pocas monedas que me habían propinado aquellos a los que les daba lástima, cogí mi guitarra y entré en la primera tienda que vi que servían comida. Ni dos segundos después de atravesar la puerta, me dejaron claro que la escoria como yo no era bien recibida ahí. Y así allá a donde iba. Al final yo ni me excusaba, salía de allí orgulloso, antes sin escupir al suelo. Putos ricos.
Extrañé mucho a la comunidad. Y entendí de todo lo que huían ahí. Yo también lo hubiera hecho si hubiera podido.
Cuando ya había perdido la esperanza de poder comer, ya había oscurecido. Me fijé en la luz que emitía un callejón y me atreví a probar suerte. 
Me sorprendió la gente que esperaba fuera de aquel antro. Digamos que no eran para nada como los que durante el día frecuentaban las calles.
Al intentar abrir a la puerta, apareció un hombre gigante tras ella.
-¿Identificación?- dijo con voz seria.
Yo pensé si tenía de eso, pero mis únicas posesiones eran unas cuantas monedas y mi guitarra cada vez mas sucia.
-Solo quiero algo de comer, llevo dinero- se lo enseñé - Pero me temo que no tengo nada que me identifique...
También le conté alguna historia que no recuerdo sobre mi edad. Y él, dejandome pasar con cara de pena y asco me dijo que me acercará a la barra a preguntar por July. Y eso mismo hice.

MALA RUINAWhere stories live. Discover now