Capítulo 29 | Eso es de tramposos

Começar do início
                                    

—Te comportas adentro o vas a tener consecuencias —lo amenazó el mismo señor poniendo su dedo indice en la sien del cráneo de él.

No respondió, solo se le quedo viendo tan desafiante como siempre y dejo que entrara, realmente no le apetecía hacer su entrada al lado de ese hombre. Observó los alrededores y se dió cuenta que ya había olvidado como lucía ese enorme jardín en el que solía jugar agusto en aquellos  tiempos en los que aún conservaba su inocencia y las ganas de jugar.

Se dio la vuelta y comenzó a caminar directo a la puerta, él ya no era un niño y había perdido el gusto por jugar en esos lugares y el mismo de admirar las bellezas que su mad... que la señora de la casa hacia que tuviera la mansión. 

Entró sin cuidado a la estancia y de inmediato el olor y la pinta elegante que detonaba ese lugar era otra cosa que ya había olvidado, había olvidado la enorme plasma impregnada en la pared de la sala en donde veía lo que le gustaba. Dejó de ver, eso tampoco le llamaba la atención, lo que le llamó la atención en ese momento fue una niña probablemente de su edad, que poseía un cabello realmente largo de color chocolate, su piel era blanca, muy blanca que hasta parecía sin vida. 

¿Quién era ella? evidentemente no era de la familia, y menos cuando ella poseía un traje de sirvienta que le llegaba hasta debajo de las rodillas, dedujo entonces que era parte del servicio que trabajaría para esa noche de entrevistas como evento. 

La niña volteó con una charola en sus manos, muy torpe, porque se le cayó un recipiente donde iba la sal haciendo un estruendoso ruido. Probablemente no habría botado lo demás si no se percata la presencia de un chico tan hermoso como lo era él, y bastante alto que se quedo petrificada viéndolo. Observaba la belleza del él, esa que era exageradamente extravagante, ella nunca había visto algo parecido, nunca, por eso la vergüenza que estaba pasando, eso que jamás en su vida olvidaría.

El sonrío, de lado, burlista y viendo como ella se hacía un lío queriendo recoger todo lo que había dejado caer. Cuando se agacho su cabello rozó las puntas en el suelo, parecían tan suaves y de pronto quiso tocarlas, ella ahí de rodillas, nerviosa y volviendo a tirar todo era algo que le parecía... dejó caer un cristal «Que inútil» creyó y se dió la vuelta dejandola ahí con su desastre.

Iba subiendo las gradas cuando escuchó el grito que la regañaba por haber hecho eso, él volvió a sonreír y siguió su camino. 

El despacho de su padre lo recibió con un silencio tan feo que sabía lo que ocurriría. Eso no duró mucho pues su madre yacía llorando en la silla frente a su esposo y por algo él no quería venir a esta asquerosa mansión. La señora se dió cuenta de la presencia de su hijo mayor y de inmediato se levantó yéndolo a abrazar de inmediato. No le correspondió, tampoco le apetecía, en lo absoluto. 

Los llantos de la señora de alguna manera le pareció tan hipócrita, como lágrimas de cocodrilo. Porque lloraba por volverlo a ver luego de muchos años de la decisión que tomó el señor que lo veía despreciante, de ese señor y de ella también porque nunca hizo nada al respecto para poder impedirlo. Ya no la quería, definitivamente no, y menos al señor ese. 

La soltó y deseó irse yá, no le gustaba para nada estar ahí, ya no. Pero tenía que quedarse o su padre era capaz de arruinarle la vida. 

La noche transcurrió como debía y él se vistió con un traje también blanco como el de su hermano menor, sintiéndose también ridículo, él prefería sus pantalones de mezclilla y sus chaquetas de cuero. 

Durante las entrevistas sus ojos se fueron nuevamente a aquella niña que repartía bebidas y pequeños bocadillos a los presentes que esperaban el turno de poder entrevistar a la familia. Mencionáron su nombre y volvió su atención a las cámaras. 

Hacia lo Prohibido ©Onde histórias criam vida. Descubra agora