Capítulo 23 | A la vista de alguien

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Rueda los ojos y me importa un carajo cuando vuelvo a recordar el chupetón al lado del pezón que ansiaba por morder para hacerla sufrir, no se que ocurrió pero me recuerdo que tiene novio y seguramente fue él quien le hizo la marca tan mediocre. No me gusta ni quiero verla con señas de otros estúpidos en su piel que seguramente no la hacen venir como yo a ella, y ella es una maldita por creer que yo voy a caer en su puto juego de críos.

Aprieto el timón y Oriana solo observa mi actitud, Collet cree que soy igual a ella, lo que no sabe es que el juego yo lo cree y siendo el anfitrión no voy a perder, simplemente me da curiosidad saber quienes mas se atreven a meterse con ella sabiendo que tiene ya una marca que nunca en su vida se va a poder quitar. 

Llego a mi departamento que por el momento solo uso para coger porque obligatoriamente tengo que vivir en la mansión hasta que me gradúe por un trato del asco que hice con Malcom.

—Quítate la ropa y te abres de piernas —le digo quitándome la camisa que no es mía ni mi olor tiene. 

Ella obedece y es imposible no calentarse más con las diminutas bragas que tiene. Oriana siempre es un buen partido para follar, tiene un cuerpo de los que a mi me gustan y que entienda precisamente lo que tenemos le ha permitido quedarse mas de una vez conmigo.

Me acerco a ella que se sentó a la orilla de la cama sin quitarse la tanga y sé que quiere que yo mismo se la quite y lo hago dejando el coño que está mas que húmedo a mi disposición. Jadea cuando le agarro las piernas halándola mas a la orilla y me comienzo a colocar el condón bajo su vista. 

—Sin condón —pide y la ignoro—, solo por una vez en tu vida, Hanniel —suplica y me toma del cuello besándome tratando de distraerme al llevar sus manos a la polla y me quita las mías que colocaban el látex. 

Le correspondo el beso, me mordisquea los labios y siento como le gusta que introduzca la lengua, se va poniendo de pie sin soltarme la boca y su mano se mueve de arriba abajo estimulando, creando sensaciones que necesito. Me tira a la cama, trepa sobre mi torso como la gata que es y se quita el sostén mostrando las tetas grandes que comienzo a magrear haciéndola gemir, ubica el glande en su entrada y se prepara para hundirse cuando la hago hacia atrás, me levanto tomando otro condón y me lo coloco. 

—Con esta mierda o nada —le hago saber y hace mala cara pero me vale. 

Le tomo las caderas, me ubico enmedio de sus piernas y la penetro encima de ella de un solo empujón. Comienzo a moverme disfrutando de los roces en la vagina mojada y me concentro en llegar a mi liberación, veo como le entra todo acostumbrada a mi falo grande que suele lastimar por la cabeza grande, le gusta tanto tenerme dentro que gime fuerte y yo llevo mis dedos a su clítoris masturbándola al mismo tiempo en que la penetro una y otra vez haciendo que sus paredes se contraigan haciendo que curve la espalda aferrándose a las sabanas mientras su cuerpo tiembla depues de varios minutos en el orgasmo que le provoco. 

Yo sigo dando fuertes penetraciones haciendo un ruido constante y por mas que busco llegar a donde quiero no puedo, la rabia me vuelve mas brusco y le doy mas duro haciendo que su piel se torne roja. La vuelvo a sumergir en otro round que hace crecer su placer sin haberla dejado que disfrutara del anterior orgasmo, cierra los ojos y acaricia mis brazos cuando pongo mis manos a los lados de su cabeza para besarla y borrar esa maldita imagen de ella que entre mas recuerdo mas me da rabia. 

Mis movimientos son intensos y rápidos. Dejo la boca de Oriana y comienzo a lamer y a chupar sus tetas pero eso ayuda menos y me alejo volviéndome a enderezar y ella nota mi desesperación, mi afán de querer conseguir algo que nunca me había costado mucho llegar y menos con ella. Frunce sus cejas y yo no paro volviendo esto mas intenso sin darle tregua, la fricción es rica pero me enfurece el tocar mi liberación para después volver al principio como si lo que necesito ver o tener es el requisito para tener un maldito orgasmo. 

Hacia lo Prohibido ©Onde histórias criam vida. Descubra agora