❝Llevo años huyendo de caballeros farsantes y malas esperanzas, para hilar con oro un futuro prometedor donde la única seguridad es que yo sea dueña de mi mundo. Y heme aquí... Con nada, más que lagunas en la cabeza; y llegué a ti, que sin arrebatar...
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❛JÉZÉBEL❜
Cuando despierto debido a la brillante luz del sol mañanero que se atraviesa por la ventana, por instinto, extiendo una mano para palpar el otro lado de la cama. Ésta se encuentra con el cuerpo de alguien, el de Magda aún recostada, por lo que de manera instantánea me relajo; no se ha escapado de la habitación como el día anterior.
En éstos días, si estuviéramos en la Escocia de 1970, habríamos recorrido gran parte de los jardínes representativos de éste lugar, dirigiéndonos a Edimburgo como último punto de toda nuestra fallida visita. Entonces acabarían las vacaciones, mamá dudaría de su idílico plan para reconfortarla y Magda seguiría tan atormentada y tan silenciosa como al inicio, pero aseguraría lo contrario como siempre y regresaríamos a casa sin rechistar, porque tratar de ayudarle sin que esté dispuesta es como tratar de levantar una montaña con las manos. Vería a mis amigas, iríamos a un club donde bebería hasta terminar quejándome de lo mala hermana que soy como para que no confíe en mí lo suficiente y me enredaría con quién esté en frente con tal de olvidar.
Solo por ello, la idea de una estancia prolongada aquí en Leoch no suena mal. Si perdidas ya estamos, lo único que debemos hacer es encontrar el camino, al cual nos van a encarrilar los Mackenzie... De repente, la cabeza me comienza a palpitar y llevo una mano a la cabeza, tratando de que el tacto alivie el dolor. Tal vez es el alcohol que bebí anoche desvergonzada, el cual es el más fuerte que cualquier otro que haya probado, o el hecho de pensar a millares por segundo apenas despierto. Sea lo que sea, me obliga a incorporarme.
Lenta pero segura para no perturbar el sueño ligerísimo de Magda, me siento sobre la cama, quitándome cada gruesa cobija que llevo encima. Logro mi cometido, mas observando con detenimiento a mi hermana menor recostada en la cama, me doy cuenta de que, si bien luce tranquila e imperturbable, está despierta; lo noto en sus párpados trémulos, incapaces de cerrarse por completo adrede, y en sus labios que se aprietan en una fina línea, por donde sobresale la punta de su lengua al lamerlos.
—¿Cuánto más bebiste anoche?
—No más que tú —Evade, tal vez por reflejo, sabiendo que fracasó en su intento de fingir dormir. Después de unos segundos, al abrir los ojos y enfrentarme, frunce el ceño y niega para sí, añadiendo—: Tres copas... Sabía... Uh, bien, pero Jamie sugirió que no siguiera tomando más de eso si quería evitar otra escenita. Me pareció lo más sensato.
Río ligeramente—. ¿Te divertiste? —indago, curiosa por saber más sobre la interacción que tuvo con Jamie en toda la noche; probablemente Ivonne tuvo razón al decir que el joven MacTavish no estaba siendo solo amable. Tal vez la perspectiva de mi hermana, la susodicha, pueda aclarar esa pequeña parte. Magda se incorpora, con una mano a la cabeza para rascarse y me observa, como si con ello hablara por todo. Relamo mis labios y, notando su titubeo, decido hablar—: yo sí me divertí bastante, fue bueno relajarnos un poco... Bonnie Mai me llevó a las cocinas cuando estaban por hacer pan, aunque más bien continuaron ahí el festejo...
