D I E C I N U E V E

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La pizzería era pequeña y hogareña. Sólo unas pocas mesas tambaleantes y disparejas, cargadas de velas que goteaban cera sobre la madera astillada. Las sillas eran metálicas y baratas, y la decoración ligeramente hortera. Pero el fuerte aroma que salía de la cocina era delicioso, lo que me hizo relamerme los labios involuntariamente.

Theo se acercó a una pequeña mesa que preveía refugio y protección del resto del restaurante. Se sentía más personal, como una burbuja a prueba de balas. Una camarera se acercó poco después, entregándonos un par de menús. "Oh, hola, Teddy." Ella sonrió, alborotando su cabello. Era bastante alta, con el pelo castaño, los ojos de color pardo y la piel de color chocolate oscuro, su sonrisa emitía un cálido brillo de felicidad.

"H-Hola, Mercy." Él sonrió tímidamente, haciendo un gesto hacia mí, "Este es Luca".

"Lo sé." Ella sonrió con suficiencia, "Estás en el equipo de fútbol de Wolfpine. Nos destrozastes totalmente el año pasado." Se rió, "De acuerdo, avísame cuando estén listos para pedir."

"Esa es la n-novia de Milo." Theo me dijo una vez que ella se había ido para atender a una pareja de ancianos. "Ella va a su escuela."

"Tú tartamudeo se ha desvanecido". Comenté, observándolo intensamente, sin prestar atención a la camarera ni a cómo la conocía Theo. Eso no era importante ahora mismo.

"S-Sí, un poco." Sonrió, hojeando el menú como excusa para esquivar mi mirada interrogante. "¿T-tal vez me ya me siento...cómodo, cerca de ti?" Preguntó.

Me hundí de nuevo en la mesa, relajándome mientras me obligaba a relajar los músculos de mis hombros. No había razón para estar nervioso. Era Theo. Él era guapo, inteligente y divertido, y nos llevábamos increíblemente bien. No había razón para preocuparse tanto como para que me sudaran las palmas de las manos.

Pedimos. Hablamos. Nos reímos. Comimos. Pedimos una segunda ronda de bebidas. Hablamos. Nos reímos. Fue perfecto. Todo pareció funcionar muy bien entre nosotros, la conversación iba de un lado a otro sin esfuerzo. No había sonreído tanto en una noche, me empezaban a doler las mejillas para cuando nos dieron la cuenta. Intenté pagar pero Theo insistió, claramente aún se sentía culpable de que yo pagara en el boliche. Le sugerí un trato y aceptó a regañadientes, así que ambos pagamos la mitad.

El camino de vuelta a casa consistió en más risas, bromas y burlas entre dientes. Miré hacia el chico más bajo que estaba a mi lado, la luz de la luna brillaba inquietantemente en su pelo plateado y las estrellas centelleaban en sus ojos de jade. Me quité la chaqueta de cuero y traté de ignorar el frío de la noche mientras la colocaba sobre los hombros de Theo. Sus ojos se dirigieron a los míos con curiosidad, "E-está bien, Luca—"

"Estás temblando como un chihuahua." Resoplé, apretándola alrededor de su pequeña y temblorosa espalda.

Por suerte para él, su rubor no era visible en la oscuridad. Y aún así, de algún modo, yo sabía que su cara estaba roja, "¿P-Pero qué hay de ti—?"

"Estoy bien." Puse los ojos en blanco, mis dedos recorriendo las hojas secas de un arbusto mientras pasábamos, acercándonos a su calle.

"Gracias." Se inclinó hacia mí para mostrar su gratitud, nuestras manos frías se rozaban de vez en cuando.

Unos minutos de exposición al frio después, y estábamos parados frente a su puerta, el aire frío presionando contra nosotros, sofocando nuestros pulmones. "¿Q-quieres entrar?" Ofreció tímidamente, jugueteando con sus llaves.

Levanté las cejas burlonamente, "¿Para qué?" presioné, tratando de darle cuerda.

Sus movimientos fueron rápidos e inesperados. Él estrelló sus labios contra los míos bruscamente, equilibrándose en las puntas de sus pies para mejor acceso a mi cara. Estaba tan sorprendida que no tuve ni tiempo de reaccionar antes de que se apartara de mí, retrocediendo hasta chocar con la puerta, con la cara roja. "Eh...¿E-eso?" Susurró con inseguridad.

El Chico Holandés [BxB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora