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—Mi Señor—volteó a ver a Dima, que hizo una reverencia—. Lord Lev le envía esto—le entregó un paquete.

Adrian asintió, y lo tomó en sus manos, revisándolo.

—Gracias—miró hacia todos lados, para asegurarse de que no había nadie cerca—. Dima—el hombre elevó la cabeza hacia él, un poco extrañado ante su tono de voz—, quiero que lleves esto contigo hasta que te lo pida—le devolvió el paquete.

—Sí, mi príncipe.

—Príncipe Adrian—se sobresaltó, y volteó a ver a Lucio, con el corazón latiendo con fuerza contra su pecho—. Ya es hora. El Rey desea verlo antes de que comience la audiencia.

—Iré en un momento—Lucio asintió, mirándolo con algo de sospecha, y se retiró del lugar.

Solo cuando ya no pudo ver ni su sombra, Adrian volvió la vista a su capitán.

—Dima—dijo, en voz baja—, confío en ti este paquete. Nadie debe saber de su existencia, ¿me escuchaste? Si Lucio escuchó algo, estaremos en problemas. Todos nosotros. Así que protege el paquete como si me protegieras a mí, ¿de acuerdo?

—Sí, Su Alteza—contestó con firmeza, sin embargo, Adrian pudo captar el desconcierto en su voz.

—Sé que suena una exageración, Dima, pero Lucio puede usarlo como prueba en nuestra contra. Ahora vamos—se volteó, y caminó con la cabeza en alto.





Se encontraba muy nerviosa.

Su padre no tenía ni la menor idea de lo que iba a pasar, y suponía que nadie lo sabía. Ni siquiera quienes la acompañaban a todas horas.

Se mordió el labio, cuando Bastian se levantó de su lugar, y se colocó frente al atril de jade.

Su hermano lucía en extremo calmado cuando comenzó a hablar:

—Como heredero a la corona de Dria, me he visto en posición de tomar una decisión por el bien del pueblo. He dispuesto mis días y mis noches en encontrar a un candidato adecuado para tomar el trono—todos comenzaron a murmurar—. Mi padre, el Rey Ben, me ha dado la mano para la toma de decisiones, y después de pensarlo a profundidad, me he dado cuenta que hay alguien mucho más capacitado que yo para ser el futuro monarca del Reino de Dria.

Alyssa miró a su padre. Su cara se encontraba en blanco, y parecía que no sabía si verse enfadado o sorprendido. Adrian, a su lado, estaba tratando de no temblar. No podía ver el rostro de Lucio, pues este se encontraba de pie atrás de Bastian, pero podía notar que se encontraba indignado por su expresión corporal.

—Mi candidato para tomar el trono de Dria es alguien que posee la sangre real, y tengo la confianza de decir que es una de las personas más valientes y asertivas que he conocido—todo se quedó en silencio, hasta que él se volteó, y dijo, sonriente—: Segunda Hija de la Casa Real, Princesa Alyssa de Dria—sintió como una corriente de energía la recorría por completo.

Todos en el salón habían jadeado, sorprendidos, y comenzaron a murmurar mucho más.

Ella se levantó, y caminó hacia su hermano, con el rostro neutral.

Pudo ver cómo su hermano menor y su madre sostuvieron la mano del Rey para que no se levantara de su asiento, pero no detuvo su caminar.

—Por supuesto, la princesa debe demostrar ser digna del trono, por lo que he preparado una misión que demostrará su valía—siguió su hermano, con una sonrisa de oreja a oreja, y siguió leyendo—La princesa se embarcará en la búsqueda de las cuatro maravillas de Dria—a este punto, las personas ya se habían escandalizado.

La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la ToleranciaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu