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—Sería bueno si Garald se quedara aquí—dijo Meg, bajando del caballo.

El soldado enarcó una ceja.

—No me alejaré de la princesa.

—No es nada contra ti—le respondió Meg, sin prestarle atención a la postura un tanto ofendida de Garald. Alyssa bajó de Bonnie, y le dio la correa a su capitán—. Hay chicas que desconfían mucho de los hombres—continuó—, pero no te preocupes, les diré que estás aquí por Alyssa.

—Entiendo por qué lo dices, y no quiero hacer sentir incómodo a nadie, pero también debes comprender que no puedo confiar en que este lugar sea seguro para la princesa. Está en medio de la nada.

La princesa en cuestión estaba esperando con paciencia que terminaran de discutir para que pudieran moverse y dejaran de hornearse bajo el sol.

—Porque hay muchos que odian que las mujeres cumplan más roles en la sociedad, además de ser madres o esposas, y podrían hacerles daño a las personas que viven aquí—Meg se arregló el cabello—. De seguro lo has escuchado por la ciudad.

—¿Qué cosa? —preguntó Alyssa, metiéndose en la conversación.

—Ah, ya sabes, si una mujer corrige a un hombre, lo más probable es que le digan tonterías como que se regrese a la cocina o algo así—Meg rodó los ojos, y luego sacó un espejo—. Bueno, a comparación de otros países, en Dria no suele ocurrir con tanta frecuencia, pero ocurre, así que no debemos ignorarlo—volvió a guardar el espejo, luego de aprobar lo que sea que había estado evaluando—. Como sea, las personas a las que realmente les molesta pueden volverse agresivas. Muchas chicas y chicos aquí han pasado por cosas feas, y lo que menos necesitan es que alguien los ataque solo por querer que sus derechos no sean vulnerados.

—Oh, ¿también hay chicos aquí? —preguntó Alyssa, mientras caminaban a la entrada.

—Por supuesto. Nuestra organización apoya tanto a chicas como chicos que han sido víctimas de algún tipo de abuso—Meg tocó la puerta, y esperaron con paciencia a que abriesen.

La puerta fue abierta por una niña de al menos unos 10 años. A Alyssa se le encogió el corazón al verla, pues estaba consciente de que, si esa niña estaba ahí, era por algo realmente serio.

—¡Meg! —la niña se lanzó a los brazos de su amiga, y ella la atrapó.

—Hola, Tan—sonrió—¿Vhea está en casa? Le he traído a una amiga.

La niña observó a Alyssa con sus gigantes ojos rosáceos.

—Vhea está en casa—confirmó, sin dejar de mirar a Alyssa—. Tu amiga es linda, parece una princesa, ¿necesita la ayuda de Vhea?

—Para hacer algo bueno, sí—Meg asintió—. Traemos a un amigo que cuida de Alyssa, ¿no hay problema?

—Por supuesto que no—apareció por la puerta otra chica, de una estatura similar a la de Alyssa, con el cabello corto, y rasgos de Dreil. La joven les sonrió—. Soy Lilac—extendió su mano hacia Alyssa, que la estrechó—. Vhea está en el comedor, acompáñenme—se dio la vuelta, e ingresó de nuevo a la casa.

Meg bajó a la niña de sus brazos, y le hizo señas a Garald para que se acercara.

Siguieron a la joven por un pasillo, hasta llegar a un espacio bien iluminado, donde los esperaba una mujer que parecía tener la edad de Meg.

—Hola, Vhea—Meg se acercó, con algo de timidez, y besó su mejilla.

—Meg, siempre es bueno tenerte de vuelta por aquí—la chica, Vhea, solo sonrió.

La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la ToleranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora