II

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Fue un éxito

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Fue un éxito.

Hombres, mujeres y algunos niños miraban con deleite las azules aguas, no importándoles el sol quemándoles la piel o la brisa salada.

No les llevó ni medio día llegar a su destino y desembarcar en el puerto de Fukuoka, a pedido de los propios pasajeros quienes no tenían intención de arribar hasta la capital. La gente pisó tierra firme con ojos brillantes y equipaje en mano, yendo cada uno por su lado en busca de sus familiares.

Jungkook vio a las familias retirarse con alegría desbordante que le hizo sonreír sincero, complacido de que sus manos ayudasen a construir el hermoso barco que trajo felicidad a todos los habitantes de un pueblo costero en Busan. Tras despedirse y revisar que todo siguiese en orden los Jeon retomaron su camino con brindis en las manos.

—Fenomenal, absolutamente increíble —su padre recitó con alegría—. Nuestro primer viaje exitoso, gran trabajo a todos.

El resto de la tripulación aplaudió satisfecha, honrados ante la profunda gratitud del Jeon mayor.

—Salimos a buena hora, no nos tocará el anochecer a mar abierto —festejó uno. Namjoon le sonrió juguetón.

—¿Le temes a la marea nocturna, muchacho? No siempre se logra navegar con sol brillante —el moreno comentó burlón pero sin traspasar la barrera del respeto.

—No señor —respondió—, pero mi abuelo era pescador y las historias que llegó a contarme no fueron precisamente alentadoras.

La atención de los hombres quedó reducida al marinero de piel bronceada que sostenía un vaso con agua.

—¿Qué tipo de historias? —se aventuró a indagar con una sonrisa estirándole los labios, a lo largo de su vida había escuchado tantas historias sobre las aguas saladas que ningún mito nuevo lograba sorprenderlo.

—Decía que por lo general no transportaban la pesca tan lejos, aunado a los viejos tiempos —narró fiel a sus recuerdos, Jungkook lo escuchaba atento a cada palabra—. Por lo mismo habían ocasiones en las que se perdían en mar abierto sin nada más que azul por todos lados, allá donde cielo y mar se funden. Decía que por las noches se escuchaban voces provenientes del agua.

Namjoon sonrió amplio con hoyuelos marcándosele en ambas mejillas, acostumbrado a esas viejas leyendas de marineros irresponsables que las creaban para justificar su mal navío.

—En todos mis años navegando jamás he vivido algo remotamente parecido; y mira que llevo toda mi vida en esto —habló fuerte y claro frente a sus hombres—. No creo en la existencia de seres acuáticos que asesinan cantando.

El marinero se encogió de hombros, no buscando contradecir a su capitán.

—Si le soy sincero yo tampoco, pero mi abuelo no era un loco y nunca me contó algo con tanta seriedad como esas historias.

—Mi abuelo también me contaba historias así —otro marinero añadió—. Me dijo que llegó a ver con sus propios ojos cómo un compañero se arrojaba por la borda en la penumbra de la noche.

Otros tripulantes asintieron, murmurando por lo bajo sus propias experiencias contadas por ex marineros. Jungkook escuchó cada anécdota entrenado personalmente por su mejor amigo Jimin, un fiel creyente en la existencia de sirenas y tritones. Cuando sus ojos conectaron con los marrones de su padre, incrédulo, supo reconocer que el hombre no creía ni una sola palabra al respecto.

Por enseñanza él tampoco, pero sí que le entretenía escuchar lo que la gente tenía por decir.

El viaje continuó con pláticas amenas entre descansos alegrando el ambiente, de cierta manera volviéndolo acogedor al poder compartir numerosos recuerdos de la infancia que otras personas catalogaban como delirio, ¿Pero qué había de delirante en adultos jóvenes sanos y responsables?

Llegaron al puerto con la noche tras ellos, poniendo todo en orden para el siguiente viaje regresaron a sus respectivos hogares. Cuando entraron en casa el característico olor a comida recién hecha les abrió el apetito, Hyejin recibió a su marido e hijo con una cálida sonrisa de bienvenida y ojos cariñosos, contenta de escuchar el éxito del proyecto.

Cenaron en armonía con la noche estrellada y cuando Jungkook estuvo en la soledad de su habitación las historias narradas por sus compañeros lo mantuvieron despierto unos minutos extras. Tan solo un momento efímero pues el cansancio de ser adulto terminó por seducirlo más rápido que cualquier canto que pudiera venir de las profundidades.

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Melodías de Altamar » KookTaeWhere stories live. Discover now