CAPÍTULO 10:

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Capítulo 10: 24 de diciembre.

Max.

Estamos a finales de diciembre y a principios de un nuevo mes y para ser sincero, todos los años es lo mismo. Pasa enero y en un abrir y cerrar de ojos ya estás en diciembre otra vez.

Y tal vez para muchos el 24 de diciembre es una fecha importante, y para pasarla al lado de tu familia.

Pero para mí, es todo lo contrario, es una fecha que aún me arde y la que si pudiera, saltaría.

Pero no soy Dios, tampoco especial, no tengo poderes ni tampoco un bonito recuerdo de este día. Tengo mucho, lo acepto, tengo todo lo que cualquier chico de mi edad e incluso mayores, quisieran tener.

Mujeres, sexo, dinero, autos, motos....

Y no me quejo, más cómodo no puedo estar pero... me falta algo, me falta ella...

Si ella estuviera nada de lo que tengo lo tendría. Han pasado tantos años desde que se marchó que los recuerdos a su lado son mínimos.

Y sinceramente, no la necesito. Aún estando a su lado estaba solo. Y lo sé, todos los días me miro frente al espejo recordando lo que era y mirando lo que soy y cada vez me convenzo más de que soy lo que siempre quise ser.

Pero hay algo que no me deja, ni me dejará nunca dormir por las noches, ni atacarme en los momentos menos inesperados, y es el sentimiento de culpa.

Culpa por haber dejado que se marche sin decirme eso tan importante que con tanta emoción me comenzó a contar, sólo que nunca lo terminó.

Estoy en mi casa, la cual tengo sola para mí ya que mi familia está de viaje, como siempre.

Veo hacia mi lado y tomo el cigarrillo de marihuana. Veo como de las escaleras bajan Natasha y Penélope, dos prostitutas colombianas que desde ya un tiempo atrás trabajan para mí.

Ambas son de un cuerpo y rostro hermoso.

Mientras que Natasha es rubia natural y de ojos azules, Penélope es castaña y de ojos cafés. Técnicamente son todo lo contrario físicamente pero eso no quita lo hermosas que se ven usando esa lencería.

¡Que vivan las colombianas!

—¿Vienes, papi? —me pregunta Natasha en un tono juguetón mientras que al lado su novia me estira la mano.

Me paro del sofá y camino hacia ellas.

En el momento en que tomo sus manos me dirigen a la habitación que tengo para follar. Al llegar me tiro nuevamente en el sofá y recuesto mi cabeza sobre este para después darle una calada a mi cigarrillo y dejar salir el humo hacia arriba.

Penélope se acerca a mí y se pone de rodillas al mismo tiempo que desabrocha mi pantalón. Natasha pasa su delicada mano por mi pecho desnudo para luego ayudar a su novia a apartarse el cabello de la cara.

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La única luz que ilumina los hermosos cuerpos de las mujeres es la que se cuela por el balcón de la habitación. Me paro de la cama y me dispongo a buscar mi bóxer y una vez que lo encuentro, voy camino a mi habitación.

Abro la puerta y dejo que la oscuridad de ella me sumerja. Pero antes de ahogarme en ella, prendo la luz y todo el desorden que tengo llega a mis ojos y luego casi al instante se van hacia la hermosa sonrisa de la mujer que hay plasmada en aquella foto.

Suspiro y voy hacia mi closet para sacar el cajón con los únicos recuerdos que tengo de ella, los riego por el suelo y me tiro en este.

Aún no entiendo el porqué después de tantos años me sigo torturando de esta manera. Creo que es porque busco en alguna parte de mi pasado un recuerdo que aún no esté roto y me haga reír una vez más. Uno de los miles momentos que viví y ya no viviré a su lado.

Remember Me ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora