Definitivamente, estaba hablando con el estúpido drogadicto de siempre.

—Te creo.

—Me importa una mierda si me crees o no.

Finjo una sonrisa.

—Vuelves a ser un estúpido.

—Para ti siempre seré un estúpido.

—Hace diez minutos parecías tener algo de sentimientos.

—No soy un robot, Emma.

—¿Entonces puedes decirme que te has enamorado alguna vez en tu vida?

—No.

—¿Has tenido una relación estable?

—No.

—¿Has celado a alguien? ¿La has protegido? ¿Le has brindado apoyo? ¿Seguridad, al menos?

—No.

Niego con la cabeza.

—Sinceramente no sé qué te ven las chicas, eres sólo cuerpo, cara y dinero.

—Me ven lo mismo que ves tú.

—Yo sólo veo a un estúpido drogadicto sin futuro.

Ríe y se muerde el labio inferior. Toma mi brazo y me atrae a su pecho. Con su otra mano toma mi mentón y lo levanta para que pueda encontrarme con sus ojos.

—Sabes perfectamente que este drogadicto te encanta.

Bufo —Arrogante.

—Pija.

—Imbécil.

—Mía —Muerde mis labios antes de besarlos con deseo y salvajismo.

Yo creo que al final sí se drogó antes de venir aquí... De él ni de él.

Podría describir el beso como siempre lo he hecho, porque con cada toque de sus labios, yo lo siento tan distinto. Es como si fuera la primera vez que lo besara y cada beso es incluso mejor que el anterior. Son los mismos labios y las mismas ganas pero se sigue sintiendo jodidamente diferente.

—Estamos en público —le digo entre dientes y mi agitada respiración.

Sonríe para después dar un rápido vistazo al parque.

—No hay nadie.

Y era verdad, el parque estaba prácticamente solo debido a la hora que era.

—Eso no significa que voy andar besándome así por la calle.

Rueda los ojos, toma mi mano y me arrastra con él.

Se para enfrente de un tobogán del pequeño espacio para los niños. En su cima este tiene una simulación de una casa en un árbol.

Sube y me sube con él.

No era tan pequeña, cabíamos perfectamente. Tenía dos entradas, por la de atrás estaba la escalera y por la de adelante estaba el tobogán. Es cerrada y oscura, la única luz que alumbraba era la de la luna que se colaba por ambas entradas.

Remember Me ©Where stories live. Discover now