CAPÍTULO XXXI: ¿QUIÉN DIJO QUE ESTE SERÍA EL FINAL?

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Capítulo XXXI

¿Quién dijo que este sería el final?

Cuando todo pareció ir a mejor, ya todos seencontraban reunidos alrededor de una arboleda a la espera de ver por fin a aquellos serestan queridos, aunque sólo quedasen sus cuerpossin vida.Melissa se hizo paso entre Isabelle y Ailén, puesto que ellas estaban situadas en el centrodel no muy amplio semicírculo.Melissa dibujó un círculo en la poca arena quehabía, rodeándose a sí misma. Anabelle, cuandosupo que ella estaba en posición, la pasó el dije,cuyo objeto fue colocado en el suelo y dentro delcírculo. En el momento que fue situado correctamente, una pequeña corriente de aire frío traspasó las anatomías de cada uno de ellos. David sintió un leve escalofrío que le recorriócada una de sus partes, y pegó un respingo al oír lagrave voz de August detrás de él. 

—Tranquilízate —le ordenó August—. ¿Pensabasque no vendría? ¿Qué me perdería este grandiosomomento? –comentó cínicamente.

 No le contesté, ni siquiera le miré. Todas aquellas palabras se entremezclaban y no podía llegar aninguna conclusión.No sabía qué hacer, no sabía lo que sucederíadespués. No sabía nada y eso era lo que más meatormentaba.Si bien es cierto que este objeto hará que loscuerpos quedasen en el dije, la culpa recaería sobre Melissa y nadie sospecharía de mí, pero yo nosoy así... Pero en el caso de que este no interviniese en el rito, nada sucedería y todos seguiríamosmedianamente bien, mas con un dolor punzante alvolverles a ver y tener que sepultarles... 

—¡No le des más vueltas! ¡Sólo debes colocarlo aun metro de distancia y no deberás preocuparte denada más! Además, siendo un objeto tan anticuadono es que sirva de mucho, ¿no? –pensé, intentando convencerme a mí mismo. Fijé mis ojos en los de August y puedo jurar queen ellos había una mezcla de inseguridad y de esperanza, algo demasiado extraño en él.Sólo me limité a asentirle y, cautelosamente, meseparé a la distancia adecuada entre los dos objetos, rezando para que nada pasara.Lo más ágilmente posible volví a mi lugar y sentícómo la mirada de Jack recaía sobre mí, lo cual hizo que me contrajera y me ceñí a seguir escuchando,cabizbajo, el rito. 

(...)

— ¡Melissa, concéntrate, no está funcionando! –decía Anabelle presionándola.

 –No... No puedo más —le reprochó exhausta ycayendo de rodillas al suelo, haciendo que la escasa aura que permanecía rodeando el círculo seapagara.

 Evan, repentinamente se comenzó a encontrarmal, por lo que Daniel, Jack y Ailén, alarmados, letrasladaron lo más rápido posible a su habitación. 

(...)

— ¡Anabelle, ya basta! Ella no tiene la culpa —explotó irritado Nathan.

 –¡No me jodas, Nathan! Pues si no es su culpa,¿de quién es entonces? —le gruñó Anabelle, reprochándole en el mismo tono.

 –¡Ey! ¿A qué se debe tanto alboroto? –preguntó Daniel, apareciendo por uno de los laterales delamplio jardín.

–¡Ella, ella tiene toda la culpa! La creía una buenalíder, uno de los seres más poderosos y admiradosde todos los tiempos... ¡Maldigo el día en el cualEvan pudo infiltrarse en tu universidad y traerteaquí! –continuaba relatando Anabelle.

 –¡Mi hermana no tiene la culpa, y tú no eres quiénpara juzgarla! –comentó dolido Gabriel–. ¿Y sabes por qué? Porque tú, desde que regresasteis de labatalla, te has comportado muy raro y has estadodistante, demasiado diría yo... Has estado tan sumergidaen tus pensamientos, o en la mierda que tengas enla cabeza, que tú, ni nadie, se ha dado cuenta de loque verdaderamente le sucedía a Evan y por lo queestá pasando mi hermana. Y tú –dijo señalando aDaniel– eres un puto cobarde. Sí, como bien puedes oírlo. Desde que Jack habló con vosotros, mihermana y tú no habéis tenido la misma relación.¿Acaso te sigues guiando por lo que diga o haga lagente? ¿Acaso no tienes personalidad? ¿Acaso yano la quieres? Porque te puedo asegurar que ellaa ti te ama, y lo hace con todo su ser... ¡No la mires arrepentido, y ni se te ocurra acercarte a ella!Sí, puede que sea menor que tú, Daniel, pero soyconsciente de cuánto daño puede hacerse a las personas que menos se lo merecen... y es muy injusto. 

Una Razón Por Cual Vivir - Encadenada Al Tiempo (#1)  #Wattys2018Where stories live. Discover now