Capítulo 4

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Un par de días habían pasado desde aquel incidente, pero la pelinegra no podía evitar sentirse culpable por el desastre que había provocado. Steve se encontraba al pendiente de ella durante el día, lo que hacía que la ojiazul sintiera más culpa. Gaia le había pedido a Jarvis que le mostrara lo que había sucedido en aquel lugar, encontrándose con el video de ella atacando a los vengadores, por culpa de lo que miraba. Había llorado por horas al pensar que pudo haber herido de gravedad a uno de sus compañeros, pero el capitán la reconfortaba, lo último que quería era verla más rota de lo que ya estaba.

Era de tarde cuando la joven subió al pent-house para poder cocinar algo, debido al hambre que sentía. El lugar se encontraba vacío, pero sabía que en uno de los laboratorios se encontraba Tony, intentando rastrear a los gemelos Maximoff. La vengadora caminó tranquilamente por el sitio, pero se detuvo en medio de la sala, pues comenzó a revivir el recuerdo de cuando despertó por primera vez en la torre de los vengadores. Sus gritos de pánico la ensordecían, mientras que sentía sus manos temblar. Su mente comenzó a divagar en sus sentimientos aquel día, sobre todo, en la sensación de estar frente a soldados de HYDRA, a pesar de que en realidad eran sus compañeros.

Gaia comenzaba a sentir su corazón latir con rapidez, a la vez que sentía su pecho contraerse y el temblor tomaba control sobre su cuerpo. De pronto sintió cómo alguien la tomaba por el hombro, pero su instinto reaccionó, creando una oleada de energía, la cual mandó a volar a quien la había tocado.

-¡Clint!-escuchó la joven. Natasha se dirigió hacia donde su mejor amigo había caído para ayudarlo.

Al escuchar su nombre, Gaia no pudo evitar sentirse peor de lo que ya se sentía. El capitán caminó a paso rápido hacia ella, encontrándola con la mirada perdida, y evidentemente asustada. La pelinegra volteó hacia donde se encontraba el arquero, encontrándolo tirado aun en el suelo, intentando reponerse del ataque de la joven.

-Yo no... no quería...-su respiración se hacía cada vez más errática, la culpa y el miedo se apoderaron de ella-yo...-

Steve intentó tranquilizarla, pero la ojiazul apartó al rubio y caminó fuera de ahí, pero se notaba desorientada. Los espías y el capitán la miraron partir, confundidos de lo que había sucedido. Steve la siguió, pero parecía que Gaia había desaparecido. Por su parte, la joven se encontraba en el hangar, siendo presa del llanto por la culpa, sentía que sería imposible dejarlos de herir, y eso la estaba matando por dentro. Inconscientemente comenzó a rascarse los brazos, causando aruñones en ellos. Sin que los demás fueran testigos, la pelinegra se dejó vencer de nuevo por los recuerdos, y lloró desconsolada en aquel lugar.

~*~

Eran las dos de la mañana cuando la ojiazul abrió los ojos, por culpa de los malos sueños que la invadían. Ya habían pasado cinco días desde el incidente con el cetro, mas nadie se atrevía a decir algo sobre aquel asunto, y mucho menos sobre lo ocurrido con Barton. La joven se puso de pie y caminó fuera de la habitación, en busca del cetro de Loki. Gaia necesitaba respuestas de lo que le había mostrado aquel artefacto, y sabía que si los demás se encontraban despiertos, solo causaría un desastre.

Al llegar al piso donde se encontraba el cetro, notó que las luces del lugar se encontraban encendidas, lo cual le extrañó. Al llegar a la puerta, encontró a Tony y a Bruce concentrados en lo que fuera que estuvieran haciendo. La mirada de la joven se dirigió al holograma que tomaba gran parte del laboratorio, pero no entendía lo que le mostraba.

-¿Qué están haciendo?-preguntó la joven, haciendo sobresaltar a ambos hombres.

-Gaia, ¿qué haces despierta tan tarde?-preguntó el millonario, acercándose a ella, pero no demasiado, no quería invadir su espacio.

Mystic: Angel FallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora