Daniela Monroe había desafiado a la muerte el día que tras un grave accidente de coche en el que perdió a su hermana mayor, había vuelto al mundo de los vivos. A partir de ese día, su vida había dejado de tener sentido hasta que Reggie y el resto de...
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"Las puertas del cielo no se abrirán para mí, con estas alas rotas, me estoy cayendo, y todo lo que veo es a ti. Los muros de esta ciudad no tienen amor para mí, estoy en la cornisa del piso dieciocho. Grito por ti, por favor, ven, te estoy llamando."
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Decir que Daniela estaba emocionada esa mañana era poco, la chica había llegado a casa con una sonrisa que no le cabía en la cara, había cerrado la puerta de la casa con un portazo, tras esto tiró su mochila en mitad del pasillo y corrió hasta el salón donde su padre leía y comenzó a bailar por toda la habitación.
-Pero bueno.- rió el padre de Daniela cerrando su libro y dejándolo sobre el regazo.-¿A qué se debe esto?.- preguntó con una sonrisa.
Reggie apareció sentado en el resposabrazos de la butaca donde el señor Monroe estaba sentado. Esta vez el chico llevaba sus brazos a la vista ya que no llevaba ni su camisa de flanela ni su chaqueta de cuero si no, una camiseta sin mangas que Daniela pensó "parecía un dios del rock, este chico debía ser algún tipo de pecado"
-No es que no me guste verte así, pero...me gustaría saber qué ha pasado.- habló el chico apoyando su barbilla en la mano y el codo en su rodilla izquierda.
-¡Agarráos!.- advirtió vacilante la chica. El señor Monroe rió, y Reggie se lo tomó en serio agarrando con fuerza la mesita del café que tenía en frente.
-¿Agarraos? ¿Yo y quién más?.- rió su padre. Reggie le miró indignado.
-Hola suegro, estoy aquí. Hoy te ves muy guapo. Sí gracias, ya sé que yo también.- dijo Reggie hablando con el hombre sin que este pudiera escucharle.-Cuenta cariño.- le animó el chico mirando ahora a su novia.
-Van a venir ojeadores de la universidad de Julliard a la actuación de mañana, para ver qué tal son los estudiantes del prgrama de música e ir pensando a quiénes le van a dar la beca el año que viene.- Sonrió ella ampliamente.
-Dios mío, cielo.¡Qué increíble noticia!.- dijo el hombre poniéndose en pie abrazando a su hija.
Reggie imitó al hombre y la abrazó por detrás. El chico intentó sin resultado abrazar también al padre de la chica pero solo lo traspasó.
